No tolero las miradas sobre mi.
Odio que la gente me vea, me hace sentir como si fuera un fenómeno, me hace sentir que saben algo sobre mi.Alejo ese pensamiento.
No, nadie sabe.
Nadie puede saber.He venido a este pueblo perdido para hacer lo que hizo mi madre hace 15 años.
Desaparecer.
Los chicos me ven con curiosidad y la chicas con superioridad.
Espero que nadie quiera meterse conmigo, un asesinato en mi primer día de colegio no seria bueno para mi expediente.
Llego a la oficina del director para registrarme.
Tomo asiento frente a un señor de algunos cuarenta años que lee mi expediente y de ves en cuando me lanza miradas furtivas.
-Muy bien señorita Foster. Solo tengo alguna dudas.-Dice colocando mi expediente sobre su escritorio.
-Dígame.
-Usted no ha mencionado el nombre de sus padres.
-No tengo.
-Señorita, el echo de que usted tenga dieciocho no quiere decir que sea huérfana.
-Solicite la emancipación de ellos hace años. Eso si me hace huérfana.-Le digo.
El asiente.
-Dice aquí que usted viene de traslado desde Seattle. ¿Por que venir a un lugar como este?
-¿Eso importa?
-No, pero si es tan amable de satisfacer mi curiosidad, se lo agradecería.
Bufo con fingida exasperación para ocultar el temor bajo mis palabras.
-Lo pondré así, no había nada que me detuviera. Así que decidí irme.
-Muy bien.-Asiente un par de veces.-Pues bienvenida sea. Mi secretaria le dará sus horarios.-Dice señalando la puerta.
Tomo mi bolso y salgo de ahí.
Las clases transcurren tranquilas a excepción de las miradas curiosas que caen sobre mi.
Cuando creo que me he librado de la humillación a la que someten a todos los alumno nuevos, aparece la profesora Fritz.
-Veo que tenemos una alumna nueva.-Dice sonriente.-Ven encanto y preséntate a la clase.
Por la forma en que sus ojos brillan y su sonrisa se ensancha, sé que sabe que esto es una tortura y lo disfruta.
Al llegar al frente todas las miradas se posan en mi com interés exagerado.
-Mi nombre es Elizabeth Foster.-Contesto simplemente.
-¿Algo que quieras compartir con nosotros sobre ti?-Pregunta la maestra al ver que me quedo callada.
¡Por los dioses, no!
-Mmmmh no.-Contesto simplemente.
La curiosidad en la mirada de mis compañeros aumenta mientras me dirijo a mi asiento.
Como es de esperarse de pueblos como este, los rumores corren rápido.
Para la hora del almuerzo todos hablan de "la misteriosa chica nueva"
Entro en la cafetería y me quedo parada en la puerta observando el lugar.
Localizo una mesa cerca de la ventana y alejada de los baños, perfecto.
Llego con mi bandeja de comida y me siento en una esquina mientras juego con mi movil.
Por la forma en que todas las conversaciones cesan y las miradas se posan en mi (de nuevo), deduzco que esta es la mesa de los populares.