CAPÍTULO 2

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ΩErrhanteΩ

—¡Madre!

Las cuatro sirvientas terrestres que iban adornando el paso de la reina dieron un respingo, eran las más calificadas para mantenerse cerca de ella por su lealtad irrefutable. Piscis se acercaba con velocidad hacia la mujer, tanto que los tacones de sus botas resonaban por todo el salón.

—Piscis, cariño. Sé a qué vienes.

El príncipe no dijo nada, bastó con arrugar su nariz para que su madre confirmara su hipótesis. Las sirvientas dieron un paso atrás, bajando las cabezas. La escotilla del salón central fue abierta por los guardias de la estancia y Mo salió, salpicando el suelo recién pulido.

—¡Príncipe! 

La reina alzó las cejas al ver al tiburón haciendo tremendo escándalo. Los guardias impedían que siguiera haciendo un desastre en el piso, o que se saliera de la piscina e intentara arrastrarse hacia los humanos. 

Una de las manos delicada y repleta de joyas se alzó, y todos hicieron silencio al instante. 

—Quiero hablar con mi hijo. Por favor, les pido discreción.

Todos se miraron entre sí y bajaron las miradas. Ahora la madre y su hijo tenían tiempo.

—¿Es por la coronación?

—Sí—el tono de Piscis era, dentro del protocolo, respetuosa, pero un pequeño cambio de tono en su voz hizo que la mujer reconociera su enojo.

—¿Pasa algo? 

—No invitaron a la tribu de tiburones. Ellos han hecho mucho por nosotros, somos un reino cooperativo. 

—Hijo…

—Es algo que se tenía que hacer.

La última voz se alzó por encima de la suave de la mujer. Vestido tan adornado como la reina, con una corona de oro y joyas azules, y la capa distintiva del rey, mostrando el escudo del reino bordado en la espalda.

Los sirvientes presentes se inclinaron ante él. El hombre caminó hacia Piscis y lo encaró.

—Hijo mío.

—Tío.

Mo dejó de forcejear con los guardias y reposó media cara en una de sus manos.

La reina había tomado una irresponsable decisión al reemplazar a su anterior esposo, el legítimo rey, por su hermano mayor. Piscis nunca pudo empatizar con ese hombre, que de por sí requería una gran cantidad de tolerancia.

—¿Por qué quieres a los tiburones en tu coronación?

—¡Ya lo dije! 

—Piscis—reclamó su madre—. Tu tío sabe lo que hace.

—No podemos permitir que los tiburones entren a la ceremonia. Son bestias semi-civilizadas

Los ojos oscuros del joven se abrieron de par en par por aquel comentario. Llegar a ese nivel de clasismo era inaceptable para un rey en la actualidad.

Bajo el MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora