Capítulo 1 ✺

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Más allá de unas tierras de las que nadie quería pisar, ni saber, cuatro cortes se alzaban en el continente de Alstaen. Cuatro reyes que gobernaban en armonía los territorios que, para entonces, sobrevivieron a la Fragmentación.

Una guerra que fragmentó la sociedad por sus creencias y que años más tarde sufrió las consecuencias. El reino que gobernaba todo el continente y donde se alzaban los santuarios de los diferentes Ementals, cayó por las decisiones de su rey y quedó reducida a cenizas, igual que su historia.

¿Ementals? Aquellas criaturas que algunos tenían la certeza de denominar dioses y que protegían los diferentes elementos y fuerzas que movían su universo, y con ellos sus magias.

—No quiero ir con ellos. No entiendo por qué tienes que irte padre.

—Argel eres demasiado joven para entenderlo. —Le recordó el hombre de extensa melena rubia, y protuberante barba. Sus ojos azules como el mar que los rodeaba le lanzaban una mirada seria, tratando de hacer entrar en razón a su vástago.

—¡Pero no quiero ir a Shunra! Quiero seguir contigo en nuestro barco, seguir en Inrish contigo y con mis amigos...

El pequeño muchacho del mismo cabello largo y enredado que su padre, observaba a su alrededor como la tripulación lo miraba con tristeza. Aquellos hombres y mujeres de aspecto rudo lo habían criado junto a su padre, el capitán del barco. Y con el paso del tiempo se habían convertido en más que su tripulación, en su familia.

—No puedes negar tus raíces chico. —Comentó el primer oficial al mando del capitán. Un hombre de cabello pelirrojo enredado en una gran trenza que caía por su espalda, y una barba bien perfilada. Sus ojos igual de claros que los suyos se fijaron en el pequeño mientras le revolvía el cabello.

—Pero...

—Vete al camarote Argel. Te avisaremos cuando lleguemos a puerto.

Antes de que el pequeño pudiera discutir con su padre, salió corriendo con la cara llena de lágrimas hacia la escalera, que descendía a los camarotes.

— ¿¡Y los demás qué estáis mirando?! ¿¡No tenéis trabajo!? ¡Va!

Los gritos del capitán resonaron por el lugar con una exasperación más que palpable. Nunca había discutido con su hijo delante de ellos, y siempre lo había protegido ante cualquier problema que pudiera surgir. Pero ahora...La verdad llegaba a ellos como la peor de las tormentas. Y la seguridad del pequeño estaba en riesgo.

Lo mejor era que fuera junto a su madre, y que esta lo protegiera del mar y las leyendas.

A su espalda, el primer oficial observó con atención a su capitán y amigo, que se apoyaba sobre la madera desgastada y cubierta por arañazos de popa. Observando más allá como el cielo parecía fusionarse junto al mar gracias a la neblina de la mañana, comprendió que su capitán estaba tomando la decisión más difícil de su vida.

—Tú y yo sabemos que será conocido como el bastardo de la reina, Oseus.

—Es su madre Yurtu. Lady Gallander fue quien lo trajo a la vida y tiene el mismo derecho que el resto de sus hijos a estar en esas tierras.

—Aun así, su vida fuera de este barco está señalada como el bastardo de Lady Gallander. ¿No crees que sería mejor tenerlo con nosotros? ¿Por qué lo alejas realmente del mar? ¿De ti?

El silencio del capitán quedó entonces interrumpido por el fuerte oleaje que golpeaba contra el casco del barco, que como una bestia surcaba aquellos mares embravecidos. Abriéndose paso así entre el mar agitado que los guiaba hacia el continente de Alstaen, su hogar.

—Porque yo ya vendí mi alma a Akren para salvar a mi familia. Me convertí en su siervo, y no quiero que Argel acabe del mismo modo que yo, no si puedo evitarlo.

—Por eso quieres alejarlo de Inrish, del mar. Para que nuestro Emental, señor y bestia del sur no ponga sus tentáculos sobre él.

—Conoces también las leyendas como yo. Y si los Ementals despiertan, no quiero que Argel se vea involucrado. Esta es la única manera que tengo de protegerlo, aunque sea alejándole de mí.

—No podrás hacer nada para evitarlo si Akren lo marca como protector.

—Al menos intentaré alejarle del mar todo lo posible. Solo espero que no sea demasiado tarde...

El silencio reinó durante unos segundos entre ambos amigos que miraban el horizonte, expectantes de una tormenta que se asomaba furiosa.

—Nosotros ya estamos condenados a surcar los mares durante el tiempo que dure nuestra vida, y después de ella, también.

—Somos unos navegantes errantes, condenados a vivir por y para siempre en este mar y océano azul. Es nuestra casa y nuestra prisión...No quiero que también lo sea para él.

—Entonces Shunra nos aguarda...Y esperemos que la corona siga queriendo aceptar a su pequeño bastardo.

—Lo aceptará. —Sentenció Oseus con su larga cabellera rubia al viento, dejando en evidencia como sus ojos azules dejaban ver algunos destellos de lo más extraños. Y el reflejo de unas escamas lucían al sol sobre sus brazos antes de desaparecer—. Sigue siendo hijo de la Alta Lady de la Corte Sur.

 Sigue siendo hijo de la Alta Lady de la Corte Sur

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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora