Capítulo 28- Aaron

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— Me siento muy bien porque tengas una cita — Senila me retocaba la americana negra de mi traje, que después me quitaría porque era verdaderamente incómoda.

— Yo también... — murmuré, sin saber qué decir o qué hacer —. ¿Ya has acabado?

— Casi.

Cinco minutos después, ya estaba listo. Salí del palacio, cogí mi coche y me dirigí a casa de Lynn. Estaba algo nervioso, no podía creer lo que estaba pasando y no me esperaba eso de ella en absoluto, pero yo estaba cegado y la amaba. Una vez que llegué a su casa, llamé a la puerta y me abrió Lynn, que llevaba un vestido morado, parecido a uno que tenía Hazel, hasta podría decir que era igual, solo que a Hazel le quedaba infinitamente mejor.

— Hora de irnos. ─ Murmuró.

Subimos al coche y permanecimos todo el trayecto en silencio hasta llegar al restaurante lujoso en el que había reservado. A diferencia de Hazel, el viaje con ella fue incómodo, ni siquiera puse la radio.

Estaba nervioso.

Sacudí mi cabeza cuando paré el coche, anuncié que ya habíamos llegado y alejé todos los pensamientos de mi mente en el momento que abrí la puerta del coche, ya aparcado.

Por cortesía, estreché a Lynn en un seco, breve e inexpresivo abrazo.

Cuando nos dieron la mesa, nos sentamos y ahí fue cuando empezamos a hablar.

— Cuéntame un poco sobre Hazel. ─ Nada de «hola», tan solo un «hora de irnos», todo el trayecto callados y ahora recibía un «cuéntame un poco sobre Hazel».

— Es un poco difícil de controlar a veces ─ me sentía incómodo ─. Tiene un carácter parecido al tuyo y creo que la quiero. Pero no lo sé del todo.

— Me entristece el hecho de que tengas algo con ella — puso cara de perrito regañado, lógicamente fingiendo —. Pero espero que seas feliz.

— Yo aún te quiero y sabes que haría cualquier cosa... y haré lo posible para bajar a Hazel de su trono ─ no supe que, tiempo después, me arrepentiría de mis malditas y confusamente enamoradas palabras.

— Reemplazarla... ─ le brillaron los ojos y supe que no era nada bueno.

♕♕♕

Cuando volví de mi cita con Lynn, todas las luces estaban apagadas, menos una. La de mi cuarto. Avancé hasta este y me encontré a Hazel sentada en mi cama.

— ¿Qué tal tu cita? — Soltó con brusquedad.

— Hazel, yo... ─ no tenía palabras.

— Aaron, sé que aún la amas, y nunca la reemplazaré, pero quiero intentarlo, no quiero seguir fingiendo ante las cámaras, quiero un poco de tregua entre los dos —me miró con dureza mientras se levantaba de la cama y se aproximaba —. Y, otra cosa..., si piensas que bajarme del trono será fácil, estás equivocado.

Y dicho eso, me besó.

Quedé pasmado con eso último que me dijo, pero más por el beso. Me di cuenta de que había echado de menos sus labios cuando la tomé por el cuello y la acerqué a mí. No fue un beso romántico ni dulce, fue un beso de necesidad y celos. Fue matador pero a la vez excitante. Enredé mi mano en su largo cabello y tracé con mi dedo todo su abdomen hasta llegar a sus muslos, cuales acaricié bruscamente, haciendo que se le escapara un gemido audible. Perdí todo el sentido de la cordura.

Suspiré con la respiración agitada y la pegué a la pared, con las hormonas disparadas. Ella seguía cabreada, y eso me hizo sonreír con cinismo.

— Joder, Hazel...

— Aaron... —su voz era irreconocible. Era una mezcla entre súplica y necesidad.

Sabía que lo quería, sabía que quería que yo la tocase, quería que la tocase y no de la manera más gentil, pero yo también quería hacerlo, por lo que le quité el vestido que llevaba, haciendo este contacto con el suelo y dejándola en ropa interior. La aprecié por unos segundos, y fue la mejor vista y experiencia que tuve nunca. Lucía jodidamente perfecta así, con las mejillas tintadas de rojo, la respiración agitada y sus piernas que comenzaban a agitarse y a flaquear. Hizo lo mismo con mi camiseta por instinto, sonreí sobre sus labios y me di cuenta de que ya había perdido la batalla en el momento en el que aterrizamos sobre la cama.

Hazel me estaba jodiendo la vida y era lo primero que debía reconocer. Ella era como una maldita droga para mí.

¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora