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Watanabe Haruto y yo éramos amigos antes de que se convirtiera en Watana-babe

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Watanabe Haruto y yo éramos amigos antes de que se convirtiera en Watana-babe. Un apodo bastante idiota, si me lo preguntas a mí. Antes de que Haruto decidiese que su apellido tenía que ser tan cool como él, formábamos parte del mismo grupo de amigos, durante los tiempos de escuela primaria. El grupo consistía en Watanabe Haruto, Takata Mashiho, Yoon Jaehyuk, Hamada Asahi, Park Jeongwoo y yo. A veces, se nos unía Yedam. En ese entonces, Jeongwoo vivía a dos calles de distancia de mi casa, pero durante la crisis económica que golpeó el país durante nuestro segundo grado de la escuela media, su familia formó parte de los que se mudaron a otro vecindario. Seguimos siendo amigos un tiempo más, pero no fue lo mismo, y tras el cambio, nuestra amistad no duró mucho. Algo similar ocurrió con Asahi, quien también cambió de vecindario, Jaehyuk, quien cambió de colegio, y Takata Mashiho, quien hizo las dos cosas, y así sólo me quedé con Yedam.

Con eso, terminó el grupo. Ya no somos amigos. Ni Park Jeongwoo y yo, ni Watanabe Haruto y yo.

A decir verdad, fue gracias a Jeongwoo que conocí a Yedam. Ellos dos son primos, sus madres son hermanas. Cuando estábamos en cuarto grado, Yedam venía de visita a mi casa cuando Jeongwoo lo hacía, lo cual era muy seguido, pero ni siquiera en ese entonces se llevaban bien. Solían pelear sobre quién podía jugar con la figura limitada de Spider-man, cuando en teoría quien debería de quedárselo era yo, porque el Spider-man era de Hyunsuk.

En clase, hay mucha gente que no sabe que son primos. Esto es más que nada porque no se parecen en nada. Yedam es de piel pálida, pero Jeongwoo tiene un tono bronceado perfecto. Yedam es bajito y algo flacucho, mientras que Jeongwoo es bastante alto y demasiado musculoso para un adolescente que nunca en su vida ha pisado un gimnasio y lo único que juega es futbol. Los rasgos de sus rostros tampoco se parecen tanto. En lo único que coinciden (y eso más o menos) es en los ojos: ambos los tienen rasgados, pero mientras los ojos de Yedam asimilan a un zorro astuto, los de Jeongwoo te hacen recordar a un lobo, listo para brincarte encima y despedazarte.

Es ya de noche. Yedam y yo pasamos un corto tiempo en el parque, porque resulta ser que él tiene una fiesta. Me ha invitado, pero igual que siempre, me he negado en rotundo. Las fiestas no son lo mío; en especial no a las que va Yedam: la mayoría son fiestas de universitarios. ¡Ni siquiera voy a las fiestas que organizan mis compañeros de curso! Aunque eso se debe a que la mayoría ni me conoce. En la escuela, soy un poco invisible en lo socialmente hablando.

No me molesta, a decir verdad, lo prefiero así. Yedam intenta romper mi burbuja antisocial, pero lo cierto es que le cuesta un poco de trabajo. No puedo evitarlo, soy un chico que ama vivir en su cuarentena autoimpuesta. Estar en casa, en compañía de papá, Hyunsuk y Hwanie-chan, viendo un documental o una película mientras comemos palomitas en la sala, es algo que hago por gusto y no por obligación. Me siento mucho más a contento y seguro allí, que en una fiesta con chicos mayores.

Así que mientras Yedam está de fiesta, y pese a ser viernes por la noche (el último viernes antes de que inicien las clases, a decir verdad), yo me encuentro en casa, para ser precisos en mi habitación, poniéndome el pijama, cuando mi celular suena, anunciando que tengo una llamada de Yedam. Le contesto al instante. Al parecer sigue en la fiesta, porque el ruido de la música es tan alto, que tiene que gritarme para hacerse oír.

A Todos Los Chicos De Los Que Me Enamoré [Una Adaptación Harukyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora