̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕

𔘓 18 𔘓

No, de ninguna forma, no podía castigarlo, imposible, estaba bromeando.

Sí, veía a Dante como un padre. Sí, quizás merecía un límite después de todo lo que venía haciendo estos meses, pero no podía imaginarse siendo castigado otra vez, después de tantos meses.

Comenzó a asustarse cuando vio como el mayor se sentaba en su cama y comenzaba a arremangarse la camisa

—Ven, se un buen chico.

—D-Dante...

El mayor volvió a hacerle señas y Nathaniel se acercaba un centímetro cada veinte segundos, las manos le sudaban y la mirada fija del mayor en él lo ponía aún más nervioso. Dante sabía que estaba haciendo un esfuerzo, pero no era suficiente.

—Nath, te estás tardando, corazón, mientras más demores, más tardará tu castigo. —dijo Dante intentando darle oportunidad al chico.

Nada.

Al ver que no colaboraba más, se estiró y jaló con cuidado el bracito del menor.

—Muy bien, Nathaniel, lamento tener que retomar los castigos, pero esto no puede seguir así.

Nathaniel comenzó a sollozar, se sentía avergonzado de que fuera a castigarlo. Dante lo ayudó a ponerse en la posición. Cruzó sus piernas, una sobre la otra, antes de posicionarlo, dejando así su traserito bien levantado y expuesto.

—Y-ya va, mi ropa interior —pidió intentando subirla, teniendo en cuenta que Dante siempre iba quitando las capas de ropa poco a poco.

—Nathaniel, hoy no será así corazón, vamos a empezar tu castigo ahora. —dijo el mayor mientras sobaba un poco su traserito, antes de empezar.

Dante dejó caer la primera nalgada, y le dejó unos segundos para que asimilara la situación.

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Nathaniel, dio un brinquito y quedó paralizado, había olvidado por completo como era estar en aquella situación, incluso sintió como si fuera un poco más fuerte y Dante sintió como el chico apretó su mano con algo de fuerza.

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Otro azote cayó en su otra nalguita.

—N-no me castigues, por favor, seré bueno, m-muy bueno.

—Me encargaré de eso, Nathaniel, quédate quietecito.

La voz del chico lo hacia querer llorar aún más fuerte.

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—¿Por qué estás siendo castigado, Nathaniel? —preguntó el mayor.

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—Responde. —agregó el chico.

—P-por mi mal comportamiento.

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El mayor repartía nalgadas constantes y bien firmes, aún no eran tan dolorosas, pero comenzaban a picar.

Mientras, Dante, dejaba que el menor apretara su mano, y notaba como era más presionada cuando dejaba una palmada en el comienzo de sus muslos.

—¿Qué estamos haciendo, Nathaniel? —preguntó dándole unos segundos de respiro mientras sobaba su traserito.

—M-me estás castigando.