CAPÍTULO OCHO
Maximiliano
Hola, soy Ágata.
Leo el siguiente mensaje.
Creo que es un poco acosador confesarte cómo conseguí tu número, así que no lo haré, pero sí necesitaba hablarte. Ya sabes, conseguir un contacto más directo. No somos niños y sé que sabes que estoy interesada en ti, es por eso que quiero invitarte a comer un helado en la tarde, nos dieron el día libre por el aniversario de la universidad aunque supongo que ya lo sabes y siento que sería divertido.
Termino la copa de vino y tecleo.
Hola Ágata, ya te guardé en mis contactos.
No tengo nada que hacer, está bien, acepto la invitación.
Ella aparece «escribiendo» y luego, casi al segundo me envía un sticker de corazón.
¿Quieres que te vaya a buscar? De todas maneras, para llegar a la heladería hay que pasar por la urbanización en donde viven.
Me relamo los labios.
¿No te molesta hacerlo?
Su respuesta llega de inmediato.
No, pero eso sí, me gusta ser puntual. No sé, tal vez tengas genes de familia Holloway, lo que quiere decir que tal vez seas como Stracy e impuntual sea tu segundo nombre.
Me hace sonreír y tecleo.
Lo siento por la horrible impuntualidad de mi sobrina que seguramente te dejó traumada, Ágata, pero no. En mi acta de nacimiento dice Maximiliano Tayron Holloway Andrade, nada de impuntual. Así que me tendrás esperando en la puerta a la hora exacta que me digas.
Ella envía unas manos juntas y la palabra amén.
Entonces nos vemos en dos horas y media, señor Maximiliano. Espero que sea puntual y no tener que esperarlo.
Me muerdo el labio inferior luego de servir un poco de vino en la copa y remojar mis labios, saboreando.
Así será, señorita Ágata.
Apago la pantalla del celular y levanto la vista cuando siento que me están mirando. Consigo a mi hermano quitándose la corbata con unas ojeras que evidencian la falta de sueño y dejo el libro que tenía entre mis piernas en la mesita, bajando mis pies del sofá y dándole una sonrisa de boca cerrada a Edward.
—¿Cómo va todo, hermano? — pregunto y él me da una pequeña sonrisa que hace que las arrugas se hagan visibles en su rostro.
—Veo que estás cómodo. — dice, acercándose luego de darme una larga mirada: — Mi mujer se moriría si ve que tienes los pies sobre el sofá, una vez castigó a Stracy sin helado por dos semanas por hacer eso que tú estabas haciendo.
—¿Por qué con helado? — pregunto, con curiosidad.
—Porque el helado es como la pizza para mi pequeña niña: oxígeno, no puede vivir sin ellos. — responde con un tono diferente a todo.
Él siempre usa un tono especial cuando se refiere a Stracy y no puedo evitar imaginarme a una pequeña Stracy de brazos cruzados porque no puede comer su dosis diaria de helado y me hace sonreír, pero la sonrisa se me borra cuando veo que Edward toma de un trago la copa de vino que se sirve frente a mí.
—Quiero decirte que estoy adicto a tus vinos. — confieso en voz baja.
Él se sirve otra copa y se la bebe de golpe.
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Si tan solo no fueras tú
RomanceStracy Holloway, tiene diecinueve años, entró a su Universidad soñada y está estudiando la carrera que siempre deseó. Tiene a un novio que la quiere, una relación perfecta con sus padres, una amorosa mejor amiga y una buena vida hasta que Maximilian...