Capítulo dos

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En los días en los que el cielo se encontraba más cerrado que de costumbre, no podía evitar que mi mente se perdiera entre las memorias que tenía antes de llegar a Londres. Me encontraba a mí misma suspirando mientras apretaba mi abrigo contra mi cuerpo y corría para intentar alcanzar el autobús que me acercaba a mi trabajo en el museo.

Los recuerdos llegaban como flashes frente a mí y pronto me veía a mí misma corriendo por las calles de Nueva York mientras reía junto a Matt. Eran días en los que me escabullía fuera de la torre y corría hacia Hell's Kitchen con una sonrisa en mis labios para encontrarme con él.

Días en los que Nueva York volvía a sentirse como mi hogar y mi pasado se volvía un eco en lo más profundo de mi mente, porque poco a poco mis recuerdos eran opacados por él y solo él... hasta que me vi obligada a olvidarme de la vida que había comenzado a construir y ahora estaba aquí. Tan lejos y con solo recuerdos de lo que alguna vez había sido antes de alejarme de todo y todos en busca de algo más. Lamentablemente, pronto me di cuenta de que la rutina se volvía aburrida y algo en mí me decía que había hecho todo mal, que debí haber dicho que sí, que debí haber huido cuando descubrí su secreto, que debí haber peleado más fuerte, que debí haber dicho más, gritado más, llorado más, suplicado más. Quizá debí esperar que todo mejorara, esperar sin seguridad alguna aunque me destrozara por dentro y ver hacia dónde me llevaba esa vida en la que me había estado desenvolviendo.

Y una vez más me sentía sola, la única diferencia ahora era que en verdad lo estaba.

Jugaba muy bien mi papel. Salía de mi departamento cada mañana con Nueva York en mi mente, pero Londres frente a mí. No tenía ninguna otra responsabilidad más que pagar el alquiler a tiempo e ir a trabajar al museo. ¡Normal, normal, normal! Eso era lo que quería, ¿no? Quizá era mi mente convenciéndome de que había tomado la decisión correcta al alejarme del caos que era mi vida antes de cerrar aquel capítulo, antes de alejarme de mi familia y su recuerdo.

Adiós superpoderes, adiós vigilantes, hasta nunca a los mártires y a las personas que no se esfuerzan por mantenerme en su vida. Hice lo correcto, sé que lo hice, por favor dime que lo hice.

Suspiré observando las calles por la ventana del autobús mientras esperaba mi parada para llegar al trabajo. Me sostuve más fuerte mientras agarraba el tubo frente a mí. Los autobuses de Londres a esta hora en la mañana eran caóticos. Todos iban a su trabajo y nos manteníamos muy pegados los unos a los otros.

¿No veían que apenas y había espacio?

Mi cuerpo se tensó cuando sentí a alguien apoyarse sobre mí y giré mi rostro para observar a un hombre dormido con su cabeza contra mis hombros. Mi cabello debió haberle hecho cosquillas porque rápido abrió los ojos y se enderezó un poco mientras sostenía fuerte su termo contra su pecho.

—L-lo siento... —se disculpó tartamudeando y evitó mi mirada.

—¿Steven? —pregunté reconociendo a mi compañero y haciendo que regresara sus ojos hacia a mí para verme con una mezcla de sorpresa y vergüenza—. ¡Hola!

Le sonreí sintiéndome más tranquila ahora que veía a alguien conocido y esperando que dicha tranquilidad le llegara. Me giré en mi lugar para que mi cuerpo estuviera encarándolo y así pudiésemos hablar sin que tuviese que lastimarme el cuello.

—¿Andrea? ¡Oh, h-hola! —saludó tímido.

—No sabía que tomabas este autobús —sonreí recargándome contra el tubo para sostenerme—. Aunque hay tantas personas aquí que cualquiera se perdería.

—Se me hizo algo tarde —respondió con aquel rubor en sus mejillas—. T-tampoco te había visto.

Su mano se apretó alrededor de la agarradera sobre mi cabeza, su brazo sobre ambos. Abrí la boca para continuar hablándole, pero las palabras se me atoraron en un pequeño grito cuando el autobús pasó sobre un tope e hizo que me tambaleara hacia adelante sobre Steven. Metí las manos contra su pecho para evitar que mi cara golpeara contra él y me sostuve de su camisa.

Armonía en el caos | Moon KnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora