36: Indecoroso.

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William tenía el ceño fruncido mientras lo escuchaba hablar; era una total tortura tener a ese bastardo al frente, pero no poder romperle la cara

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William tenía el ceño fruncido mientras lo escuchaba hablar; era una total tortura tener a ese bastardo al frente, pero no poder romperle la cara.

—No sé si debería cambiar de opinión —Myles subió el rostro, denotando indignación—. Ese chico es un salvaje, no debería estar libre.

Rose se mordió las mejillas al escucharlo; necesitaba calmarse, porque cualquier cosa estúpida que hiciera, le perjudicaría aún más.

—No es necesario llegar a este extremo; es decir, apuesto a que no quieres que tu nombre aparezca en las listas de agresores sexuales, ¿o sí? —Richard alzó una ceja—; eso acabaría con tu carrera como abogado.

—¿Me están amenazando? —entrecerró los ojos.

—No, claro que no. Solo te sugiero tomar precauciones, porque si este juicio procede, todos vamos a perder —Fortus formó una sonrisa visionaria en los labios.

Myles dirigió su mirada hacia el vedette.
—Y tú ganas con todo esto, ¿no? —soltó una risa molesta—. ¿Qué me ofreces a cambio de tu libertad?

El joven notó como el hombre lo miró de arriba hacia a bajo, y luego de vuelta, para fijar sus ojos en los suyos.
No podía creer ese descaro después del problema en el que estaban metidos.

—Vete al infierno, maldito imbécil —escupió el vedette.

Myles le sonrió malicioso.
—Que rápido te enojas; recién estamos comenzando —rio.

William rodó los ojos y guardó silencio en cuanto su abogado lo golpeó en las costillas con el codo para que se callara.

—¿Qué estarías dispuesto a aceptar a cambio de retirar la denuncia? —Richard continuó la conversación para evitar un desagradable desentendido.

El hombre se mantuvo serio unos momentos. No quería que la cosa fuese tan simple, porque el pica hielo casi le daña un nervio. Además, la recuperación fue costosa y dolorosa.

Recargó momentáneamente el mentón sobre su mano y aclaró su garganta.
—Estoy de acuerdo en que esto no beneficia a ninguno de los dos, pero yo no sería el más afectado —sonrió y miró de vuelta a Rose.

El joven sintió un espantoso mareo.
Le importaba su integridad, y mostrarle a Myles que no podía hacer lo que quisiera con él; aunque tenía miedo de perder el juicio y arruinar su vida aún más.

William suspiró y se preparó emocionalmente para hablar.
—Siempre y cuando seas razonable... —arrugó la nariz—. Aceptaré cualquier trato que pidas.

Myles enderezó el torso.
—Soy una persona bondadosa, Axl —alardeó arrogante—. Solo por eso retiraré la denuncia y nos olvidaremos de esto, si... —condicionó—: me das diez mil dólares antes de la primera audiencia.

Rose abrió los ojos impresionado.
—¿Diez mil? —sintió como se le salía el alma—. Pero quedan solo tres días para la audiencia.

Myles hizo un gesto indiferente y frunció los hombros.
—Esa es mi propuesta, dulzura. Tómalo o no me hagas perder el tiempo.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora