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Salí de la inmobiliaria feliz por haber llegado a un acuerdo con el dueño, para pronto tener mi departamento.

Sonreía mientras caminaba por ahí buscando la parada de la que me habló Doyoung.

La pude divisar en la próxima calle, por lo que apuré el paso hacia ella.

Mientras esperaba el autobús, sentí algo raro a mi alrededor. Algo sospechoso. Un extraño silencio. Me empecé a sentir nerviosa.

Comenzó a hacer un viento anormal, frío, y no sabía de dónde provenía.

De repente alguien me tocó el hombro.

Me puse en posición de ataque rápidamente (cabe destacar que era cinta negra en Karate), pero lo único que conseguí fue asustar a una chica.

¡Disculpa! —Encogió su cabeza en símbolo de miedo— ¿Sabes si esta parada lleva al centro de Seúl? —Preguntó manteniendo su posición y yo deshice la mía.

Perdona. —Hice una reverencia con la cabeza— Sí, yo también voy para allá. —Comenté.

Ah, qué bien. —Dijo volviendo a una posición natural, y fue lo último que se escuchó entre nosotras, hasta que pude ver el autobús.

Ahí viene. —La miré y señalé el autobús blanco con rojo que venía hacia nosotras, y ella asintió levemente.

Ella se subió primero, y yo después de ella.

El viaje transcurrió tranquilamente.

Llegamos al centro de Seúl y ambas nos bajamos.

Antes de que se fuera, la detuve.

Espera. —Ella se volteó— ¿Sabes qué puedo hacer para llegar a la comisaría principal de Seúl. Porque soy nueva y desde aquí todavía no me ubico. —Comenté.

¡Claro! Si quieres te llevo. —Comenzó a caminar.

¿No tienes cosas que hacer? Yo puedo ir sola si es así. Solo dime qué debo hacer. —Dije apurando el paso hasta ella.

No realmente. No te preocupes. —Respondió sin dar detalles, por lo que no saqué más conversación.

La chica me iba indicando las calles para llegar, y yo intentaba memorizarlas todas.

Llegamos. —Dijo deteniéndose a una calle de la comisaría, y yo me sorprendí.

Nunca se me habría ocurrido que llegaríamos tan rápido, y admito que me había perdido un poco porque habíamos agarrado un camino distinto al que tomo siempre.

Gracias. —Sonreí y ella también.

No hay de qué, adiós. —Se despidió con la mano y caminó rápidamente hacia otra calle, desapareciendo de mi vista.

Me reí un poco y caminé hacia donde recordaba que quedaba la casa de Gunmi.

Llegué bien. Toqué el timbre, pero nadie respondió. Esperé unos minutos, y volví a tocar. Sin éxito.

Volteé hacia los lados y no ví a nadie. Así que cavé un poco en el jarrón que me indicó Doyoung y efectivamente había una llavecita. Abrí la puerta principal con ella, y antes de entrar, volví a aplanar la tierra del jarrón para que no se viera sospechoso.

Entré.

Si Gunmi pregunta, tendré que decirle que me quedé adentro cuando Doyoung salió a no sé donde.

Me quedé en la habitación y me acosté en la cama. Estaba cansada de caminar, y también mentalmente.

Disfruté de la comodidad de las mantas y almohadas hasta que escuché el timbre.

Levanté mi torso de golpe.

¿Debería ir a abrir? Me pregunté eso por unos segundos más.

Me levanté y me dirigí a la sala sigilosamente. No tenía los zapatos puestos así que el trabajo me fue más fácil.

Pero no insistieron más.

Así que me quedé quieta por un momento.

De repente escucho que alguien está metiendo una llave en la puerta. Por lo que me tranquilizo.

«Debe ser Gunmi con los niños»

Sonreí al recordarlos, y me senté en el sofá.

Entraron. Les estaba dando la espalda así que me volteé para recibirlos.

¡Holaaa! —Saludé a los niños alegremente y ellos saltaron a abrazarme.

¿Qué hay de mí? Te dejo vivir en mi casa y ni un saludo. —Dijo Gunmi con seriedad como casi siempre.

Hola prima querida, ¿cómo ha estado tu día? —Dije con una sonrisa cuando los niños me soltaron y se fueron a no sé dónde.

Ella rodó los ojos con una muy pequeña sonrisa.

Bien. A los niños les encanta visitar a los abuelos. —Sonrió levemente mientras dejaba su cartera sobre la mesa.

Luego de un rato de silencio, decidí hablar.

¿Sabes a dónde fue Doyoung? Salió hace unas horas y no sé a dónde. —Ella asintió.

Dijo que se iba a reunir con un amigo para acordar un viaje que tendrán pronto. —Informó— Va a aprovechar de salir con él porque hace mucho no se ven. —Comentó sentándose en el sofá donde antes me había sentado yo.

¿Estás cansada? —Dije sentándome a su lado.

La verdad no mucho. La abuela sabe cómo entretener a los niños, así que el día de hoy estuvo tranquilo. —Se cruzó de brazos y cerró los ojos.

Asentí a pesar de que no me veía.

Me levanté y me dirigí a mi habitación para dormir, pero a penas volteé mis ojos captaron a dos lindos hermanitos saltando en mi cama y riendo a carcajadas.

Sonreí.

¡Hora de los abrazos! —Me reí y comencé a perseguirlos, provocando que ellos se rieran mientras corrían para alejarse de mí.

Logré alcanzar a Jiyu, pero Kwan se escapó a último momento.

Le dí muchos besitos en los cachetes a Jiyu, mientras ella se reía.

Kwan se enojó y caminó hacia mí lentamente.

Yo... también quielo abazos. —Dijo juntando sus cejitas.

No. —Me volteé mirando hacia otro lado, haciéndome la enojada.

Él empezó a lloriquear, sin soltar ni una lágrima, lo cual me hizo reír. Un berrinche. Volteé de nuevo hacia él y lo agarré de la mano para atraerlo hacia nosotras y darle besitos también.

Cuando terminé los abracé a los dos.

¿Me extrañaron? —Pregunté mirándolos, hacia abajo, y ellos a mí, hacia arriba, ya que no estaban de frente a mí.

¡Siiii! —Gritaron al unísono.

Sonreí.

Esos niños siempre me alegraban el día. Los visitaba muy poco, porque vivían un poco lejos de la casa de mis padres y la mía, pero luego se mudaron aquí, a la capital, quedando aún más lejos.

Mis padres...

¿Cómo estarán ellos ahora?

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¿Lovers or Enemies? //Imagina con Choi San//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora