36. Punto crítico

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SIM nunca había visto a Hydra tan iracundo en su vida.

Rápidamente, se deshizo de la vía intravenosa que lo ayudaba a estabilizarse y trato de calmar sus reacciones nerviosas. Hace unos momentos, se había inyectado el suero que él mismo había perfeccionado.

—Explícate. —gruñó Hydra ocultando al niño en su pecho para que no pueda presenciar la escena—. De una puta vez, SIM.

El mencionado se relamió los labios.

«Tengo que estar calmado» recordó Tony respirando pausadamente, ya que después de administrar el suero en su organismo no podía alterarse.

Debía permanecer en reposo.

—Es el suero Extremis de un proyecto que tuve en el pasado. —explicó viendo cómo Steve contraía el rostro lleno de furia—. Lo he modificado, no es lo que piensas-...

—¡¿Es la maldita droga que causó tantas muertes hace un tiempo?! —explotó el soldado.

Tony tragó en seco.

«Creí que Hydra no sabía de su existencia» pensó con sorpresa. Era un proyecto donde habían intentado recrear un suero parecido al del supersoldado y una nanotecnología militar, capaz de reconstruir el cuerpo desde cero.

Mejorando los tejidos cerebrales y con la mítica capacidad de obtener habilidades sobrehumanas.

«Aunque, nunca pudieron lograrlo. Conseguí sintetizarlo de alguna manera» pensó Tony aferrándose en el reposabrazos del asiento y sintiendo que los ojos de Hydra se clavaban en él como filosas cuchillas que trataban de contener su ira.

—Fue la única opción que encontré para que mi cuerpo pueda sobrellevar el embarazo, Hydra. —volvió a explicar con suavidad—. Entiéndeme, por favor.

Hydra negó con la cabeza.

—Estás cruzando los límites, SIM. —terció el soldado con decepción en la voz—. El suero Extremis es altamente mortal, pero eso ya lo sabías, ¿no? —cuestionó viendo que el genio asentía—. ¿Aún así lo hiciste? ¿Sin poder decirme una maldita palabra? ¿Qué hubiese sucedido si terminaba mal?

Tony no se atrevió a responder.

—No lo entiendo. —suspiró Hydra—. ¿Pensaste en mi o tu hijo, al menos? ¡Pudiste haber muerto, maldita sea! —explotó sin una pizca de sutileza.

Peter se removió en los brazos del soldado y su pequeña cabeza se alzó con curiosidad.

—¿Papi iba a morir? —preguntó confundido, con los ojos comenzando a lagrimear.

El llanto desmesurado de Peter se hizo presente a los segundos.

—Shh, cariño. No es verdad. —consoló Tony tratando de levantarse—. Nadie va a morir.

Hydra se mordió la lengua y contuvo su molestia por unos segundos.

—Eres tan egoísta, SIM. —murmuró Hydra entre dientes.

El mencionado sintió las palabras del soldado como una gran cachetada y caminó tambaleante hacia ellos, con la intención de calmar a Peter. Sin embargo, sus pies parecían no querer responder a sus órdenes.

«Estoy mareado» pensó.

—Hydra, yo-... —llamó Tony a unos metros de distancia antes de colapsar y perder la consciencia.

El soldado lo atrapó en sus brazos antes de que tocará el suelo y maniobrando para tener a Peter y Tony en cada lado.

—¿Papi se durmió? —preguntó Peter limpiándose las lágrimas con sus diminutas manos—. ¿Papi está bien?

—Eso esperemos. —respondió Hydra viendo el cuerpo del genio con latente preocupación.

¿SIM iba a llegar a tal extremo por su embarazo? ¿Debía apoyarlo aún sabiendo que era una peligrosa apuesta y estaban jugando con su vida?

No podía entenderlo.





Anthony se levantó después de unas horas, acomodado en la recámara de su habitación. Con cuidado salió de la cama y observó a sus alrededores.

—Peter. —llamó SIM notando que el niño estaba jugando a los pies de la cama—. ¿Qué haces, cariño?

El infante sonrió y le mostró como estaba pintando en unas hojas con crayolas.

—Papi Hydra me dijo que dibujará. —respondió el niño, volviendo a colorear con concentración la hoja de papel.

—Entiendo, está quedando muy bonito. —mintió Tony observando los garabatos de su hijo y alzando la vista para buscar la figura del soldado—. ¿Sabes, dónde está Hydra? Necesito hablar con tu papá.

—Se fue. —dijo simple.

Tony sintió su pulso acelerarse, pero negó con la cabeza y se agachó para poder preguntar con más calma a su hijo.

—¿Sabes a dónde se fue, cariño? —preguntó con una sonrisa en el rostro.

—Nope. —contestó Peter mientras seguía pintando—. Agarró una mochila grande y metió muchas cosas, pero me dijo que no te dijera. Así que no le digas que te dije, papi.

Tony volvió a asentir y salió como un rayo de la habitación.

«¿A dónde te has ido? ¿Es así como piensas actuar?» pensó, teniendo un mal presentimiento y corriendo para buscar en los vestidores y armarios, las pertenencias de Hydra que lastimosamente no encontró o bueno, no muchas.

Un punzante dolor se esparció por su pecho.

—No puedes irte. —murmuró Tony apretando los puños.






Estaba siendo irascible.

«No quiero volver a discutir con SIM» pensó Hydra apretando los puños y volviendo a molestarse por milésima vez al recordar su última conversación.

Debía apaciguar su ira.

—Haremos una avanzada junto a los villanos de la facción europea, será en total discreción. —explicó Hydra señalando en el mapa—. Ese lugar es donde se reúnen el grupo de héroes emergentes, debemos atacar antes de que comiencen.

Sus subordinados asintieron en sincronía.

—Recuerden, disparen a matar. —recalcó Hydra en tono autoritario—. Se van a desplazar en diferentes posiciones, no quiero fallas. ¿Entendieron?

—¡Sí, líder! —exclamaron al unísono.

Hydra asintió y se levantó para guiar a sus tropas.

Se acomodó el casco sobre la cabeza y ajustó el traje dispuesto a pelear junto a sus subordinados en aquel encuentro.

Había estado esperando el momento de volver a patear traseros y sobre todo, distraer su mente de la reciente pelea con SIM. Las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, causándole una preocupación insoportable al imaginar a Tony con el suero Extremis en sus venas.

El recuerdo de como habían terminado las personas que usaron el suero y la forma tan dolorosa en la que murieron.

Era sofocante imaginar que Tony podría sufrir de ello, en cualquier momento.

—Basta. —gruñó, callando sus pensamientos y preparándose para atacar.

Iban a erradicar hasta la más mínima amenaza del nuevo régimen de los villanos.





Habían pasado tres días y Hydra por fin, había logrado escaparse de la Organización y volver a la Torre.

¿Por qué siempre tenía tanto trabajo que hacer? La contienda había salido exitosa, sin embargo Hydra tuvo que desplazar a los heridos de sus tropas y encerrar a los sobrevivientes que habían quedado de los héroes.

Luego, tuvo que hacer una exhaustiva investigación sobre los hechos.

«Thor nos dió información verídica» pensó Hydra impresionado por la ayuda del Dios y sin traiciones de por medio.

Quizás, si quería de verdad a Peter.

—Que problemático. —murmuró Hydra entrando a la Torre con un bolso en manos.

No obstante, nunca escuchar unos lamentos casi imperceptibles en el lugar. Con rapidez, Hydra se dirigió hacia la habitación en estado de alerta. ¿Peter estaba llorando? ¿Que había sucedido está vez?

—¿Tony? —preguntó viendo una figura recostada en la esquina de la recámara.

Un pequeño gimoteó salió de los labios del genio.

Hydra observó con confusión como los llantos provenían de su pareja y además, parecía estar en un estado lamentable. ¿Era una de sus camisas lo que llevaba puesto?

—Me asusté muchísimo. —confesó Tony con la voz congestionada, levantando el rostro bañado en lágrimas—. Pensé que nunca vendrías, Steve. ¿Fue tan malo que hice?

Hydra corrió hacia él al instante.

—¿De qué estás hablando? —preguntó sintiendo que su molestia por el suero se había esfumado al verlo—. Jamás me iría de tu lado. —dijo limpiando con cuidado el rostro del contrario—. Estuve en la Organización por unos días, arreglando el problemas de los héroes.

—¿P-por qué no me avisaste? —hipeó el genio.

—Estaba molesto y pensé que no me tomaría demasiado tiempo. —respondió Hydra sintiendo un poco de culpa—. Lo lamento, debí avisarte.

Tony negó con la cabeza y se aferró a los hombros del soldado.

—Peter me dijo... Tu ropa... ¿La mandaste a lavar, idiota? —balbuceó Tony negando la cabeza, volviendo a llorar—. Estaba tan asustado... no quiero perderte, Hydra. Perdóname por lo que hice.

El mencionado lo observó sorprendido.

—Sé que te preocupas por mi, lo entiendo. —murmuró Tony abrazándolo con fuerza—. No quiero volver a pelear contigo, ¿okey? Dejaré el suero, lo prometo.

—¿Qué? —preguntó Hydra aún más sorprendido, girando el rostro para verlo.

—Es lo que te dije, dejaré de usar el Extremis. —declaró Tony limpiándose las lágrimas con los puños—. Voy a tener el embarazo sin usar nada peligroso, pero si no funciona... —pausó para tomar valor—. Al menos, lo habré intentado. ¿No?

Hydra observó la mirada triste de SIM.

—No quiero perder lo que ya tengo, por algo que todavía no se sabe sí lo tendré. —prosiguió el genio tratando de sonreírle al contrario—. Te extrañe mucho, Hydra.

—Tony. —susurró el soldado viendo cómo volvían a caer las lágrimas en el rostro del genio.

—Mis niños. —dijo el genio tocándose el vientre y cerrando los ojos con fuerza—. No soy capaz de cuidarlos por mí mismo, lo siento.

Hydra se sintió la peor mierda del mundo.

«No puedo hacerle esto, maldita sea» pensó Steve apretando el agarre en el castaño. ¿Acaso, Tony no le había explicado un montón de veces lo chocante que había sido el casi perder a Peter? ¿No le había dicho que jamás volvería a pensar en algo parecido? Sabía perfectamente que SIM no quería esto.

Las lágrimas que caían por sus ojos, lo confirmaban.

No podía soportar verlo de esa manera, sentía que él también estaba agonizando con su sufrimiento.

—Lo intentaremos. —soltó Hydra de la nada—. Vamos a arriesgarnos.

Tony levantó el rostro, confundido.

—Tendremos a los niños, ¿de acuerdo? —dijo el soldado cogiendo del rostro al castaño—. Sé muy bien que el riesgo es enorme, pero no puedo verte sufrir de esa manera. No cuando eres un maldito genio que encontró una manera para salvar su propio embarazo. —indicó, suspirando—. A veces, eres tan ingenioso que me da miedo.

Tony sonrió entre lágrimas.

—¿Lo dices, en serio? ¿Puedo seguir con el tratamiento?

Hydra asintió con la cabeza.

—Haz lo que quieras, siempre lo has hecho. —sonrió resignado.

El genio volvió a abrazar con efusividad al contrario y permanecieron un largo rato de esa manera. Ambos estaban aterrados por cuáles serían las consecuencias de jugar con aquel suero tan peligroso, sin embargo lo iban a intentar e iban apoyarse juntos.

«Salió mucho mejor de lo que esperaba» pensó Tony con una sonrisa traviesa.

Conocía a Hydra a la perfección.

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