Capítulo 24: No hay dos como tú, Fernanda Amaya ✅

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Carolina continuaba hablando con la agenda en la mano, de pie frente a él, pero solo oía su voz sin escuchar exactamente lo que le estaba diciendo porque su atención estaba concentrada en la pantalla de su teléfono. Esperaba que sonara en algún momento, debía sonar, pero ya iba a ser mediodía y esa llamada no llegaba.

Volvió a leer el mensaje que recibió a primera hora y que le había mandado Martín, el guardaespaldas asignado a Alison Baker.

—Está bien, Carolina, continuamos después.

—Sí, señor. Con permiso.

Asintió y esperó que su asistente saliera y lo dejara a solas. ¿Qué sentido tenía que lo pusiera al día de los pendientes si no le estaba prestando atención? Tomó de nuevo su móvil y marcó el número de Martín.

—Señor —descolgó casi de inmediato.

—¿Cómo va todo? —preguntó—¿Sigue la señorita Baker en su casa?

—No, señor, en este momento me encuentro con ella en un centro comercial. Salió de compras con otras señoritas.

—Bien. No la pierdas de vista, Martín, gracias.

Colgó y miró de nuevo la lista de contactos, revisó los mensajes para comprobar que no hubiera nada nuevo y entonces fue que supo que tenía que intentarlo. Debía comprobar si Alison Baker le mentía o no.

—Alonso, qué agradable sorpresa —habló con amabilidad al descolgar, con un tono demasiado feliz y eufórico para como debería estar—. ¿A qué debo el honor? ¿Tienes novedades o necesitas verme?

—Quería preguntarle si no ha recibido alguna amenaza en estos días. Una nota, un regalo... —enumeró las posibilidades, colocando el móvil sobre su escritorio para escucharla en altavoz mientras estudiaba su reacción.

—¿Amenazas? No, en lo absoluto —mintió, él sabía que le mentía—. Desde el ataque a mi casa no ha vuelto a contactarme. ¿Qué pasa? ¿Ya descubrió de quién se trata?

—No, no tenemos nada nuevo —mintió también—. Solo quería asegurarme de que todo esté bien. Disculpe la molestia y que tenga un buen día.

Terminó la llamada sin darle tiempo de reacción y leyó otra vez el mensaje.

Martín:

Hay novedades, señor. La señorita Alison recibió un ramo de rosas negras a primera hora de la mañana, pero no quedó registrado quien las envía ni el mensajero que las trajo.

Con aquello, comprobaba una vez más que la línea de investigación que comenzó Fernanda era la adecuada y que, de nuevo, todo indicaba que el acosador había sido tan solo un invento de la propia Alison. 

Había elaborado una relación de los hechos comparado al caso de Regina, aunque no necesitaba revisarlo para saber que concordaba a la perfección. Luego del ataque en su casa, le habían llegado las rosas negras al apartamento que era de él y en el que ella estaba viviendo. Ahora, Alison había recibido ese mismo regalo, pero la diferencia era que ella no le había dicho nada. No lo había llamado, no había armado ningún escándalo y menos estaba preocupada o con miedo por ello.

Solo había una cosa que no encajaba ¿quién le había mandado las flores si no era ella misma?

—¡Buenos días! ¡Buenos días! —exclamó una voz, entrando en su oficina sin llamar y sin dejarle dudas de quién se trataba: Fernanda—¿o debería decir buenas tardes? 

—Lo que deberías hacer es llamar y anunciarte —la reprendió, haciendo el gesto de llamar a una puerta invisible con los nudillos—. Este es un lugar de trabajo.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora