1. Tony

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Tony salió de la oficina de Fury, excesivamente cansado. Tuvo una severa discusión con el mayor, una que no se compararía a la que tendría con su padre. Tal vez, debería ser impedimento para retractarse.

Si no fuera por la razón por la que renunciaba a su cargo en Shield.

No lo negaría, iba a ser un cobarde al huir. Su mente se lo reprochaba mientras solo empacaba sus fotos y los cuadros que Steve le regaló. Pero temía que llegara el día en el que su mejor amigo y primer amor le anunciara su compromiso con la agente Carter, su corazón apenas se sostenía.

No podía forzarlo más, no cuando le costó a su corazón diez años de sufrimiento. Porque desde que conoció a Steve en la Academia Avengers tuvo un click inmediato, uno que se se transformó en ilusión y acabó en un amor silencioso.

"¿Y quién no lo tenía? Steve era asombroso".

Nadie podía contradecirlo, no a él.

Steve era su mejor amigo, sabía todo de él -desde cómo le gustaba tomar su té de naranja, hasta las pesadillas que lo despertaban a medianoche cada que volvía de sus misiones. Eran más que cercanos, eran uno solo. Así cómo Steve buscaba refugio en él por causa de esas pesadillas, Tony también lo hacía en sus ataques de pánico. Eran el lugar seguro del otro, la primera persona con la que les gustaba compartir su felicidad.

Tony no quería romper aquello, pero realmente ya no podía seguir fingiendo. Llevó los cincos años de academia y otros cinco en Shield, haciéndolo. Y quizás hubiera soportado más, de no ser por la ilusión que ahora Steve vivía con la agente Carter.

Era el momento, su corazón finalmente se rindió y aceptó que jamás sería correspondido por Steve.

Irse era lo correcto... Para ambos.

"Si era así, ¿entonces por qué dolía tanto?".

Tony suspiró pesadamente, tenía un horrible punzón en el pecho. Quizás era la culpa por irse sin despedidas o explicaciones. No quería prestarle atención, solo a huir antes de que Steve volviera de su misión. Porque no iba a mantenerse igual de firme; porque si Steve se lo pedía, él se quedaba. Y estaba seguro que Fury lo usaría para evitar que abandonara Shield, no había más tiempo que perder.

Tony terminó de embalar la pequeña caja donde guardó sus fotos, la alzó y se dispuso a irse.

De no ser por la agente Carter. Ella apareció en su laboratorio, con el ceño fruncido. — ¡Stark! ¿¡Cómo que renunciaste!?

—Peggy querida, no grites. —Tony se apuró en dejar la caja por ir a cerrar la puerta de su laboratorio. —. Pueden oírte, y ciertamente no estoy de humor para una fiesta sorpresa en nombre de mi despedida.

—Eres un tonto, ¿verdad?

—Gran parte del tiempo. —Tony respondió sincero, la agente resopló y masajeó sus sienes con ambas manos. —. Pero eso ya lo sabes.

—Tristemente, de ahí que tenga la misión personal de evitar que nos abandones.

Tony sonrió, la agente Carter era una buena mujer: decidida, leal, fuerte, admirable y luchadora. Y a pesar de que quiso odiarla por captar la atención de Steve, jamás lo consiguió.

Peggy supo ganarse su amistad y su cariño; especialmente, porque le daba la seguridad de que Steve iba a estar en buenas manos.

El corazón de Steve no iba a ser lastimado, no por ella.

—Ya está decidido, Peggy. Justo estoy de salida, debo llegar antes...

— ¿Por qué nos dejas ahora?

Tony quiso responder que lo hacía porque su corazón ya no soportaba, porque estaba cansado de llorar cada noche en la que Steve y ella tenían una cita, y por todas las veces que sentía la emoción de Steve al solo pronunciar su nombre.

Pero su boca solo sacó una mentira muy sólida. Porque para él era una mentira, aunque tuviera afirmaciones verdaderas. —Mi padre anunció su retiro, y Obadiah piensa tomar su lugar como el CEO de la compañía.

— ¿Realmente, esa es la razón? —Tony asintió, la agente se quedó callada analizando. Era buena para descubrir si le mentían, pero Tony se volvió en un perfecto mentiroso.

Esa nefasta habilidad se consagró con su reputación de casanova, la misma que lo precedió desde la academia. Al principio, fue muy real. Pero la abandonó desde que descubrió sus sentimientos por Steve.

No pudo ser el idiota que tanto asumían.

—Entonces Steve está enterado, ¿no?

—No, la decisión de irme la tomé después de que se fuera a su misión en Filipinas. —Tony se rascó la nuca, avergonzado. Mentía bien, y no le agradaba hacerlo con personas que apreciaba. —. Pepper me informó hace unos días de la situación de la compañía.

—Entiendo. —Finalmente, la expresión de Peggy cambió. Tony logró convencerla. —. No tendrás fiesta de despedida, pero sí un abrazo de tu amigo.

— ¿Quieres que me quede a esperarlo?

Peggy asintió. — ¿Acaso pensaste irte sin despedirte de él?

—De hecho, sí. Peggy, no es como si fuera a desaparecerme de su vida. —Tony volvía a mentir. —. Solo voy a dejar de trabajar con él.

—Pero es tu mejor amigo.

—Y sabrá comprender mi prisa. —Tony se acercó a la agente, y con duda, tomó sus manos. —. Por favor, evita que me odie.

—Lo intentaré. —Con esa vaga promesa, Tony se sintió conforme. La abrazó, trató de contener sus lágrimas. Le hubiera gustado ser ella, poder ser visto con la misma expresión dulce.

Tony tomó aire, se despidió de la agente con un beso en la mejilla.

El helicóptero esperaba por él, recibió un mensaje de Pepper. Su pelirroja estaba enterada de su decisión de volver, así que quiso ser quien lo acompañara en el viaje. No se lo negó, iba a necesitar un hombro sobre el que llorar.

Porque estaba dejando a Steve, renunciando a seguir con su historia.

"Perdóname por ser un cobarde, Steve. Pero sé que estarás bien, ella sabrá cuidarte y amarte. Tú jamás te equivocas con la elección de las personas que te rodean".

Tony le entregó la caja a Pepper, se colocó el cinturón y el piloto no tardó en avisar el despegue. Cerró los ojos, contuvo su aliento en el intento de no retractarse. Era lo correcto, se repetía una y otra vez. Porque cuidó de Steve en su momento, él ya no lo necesitaba.

Iba a estar bien.

Por primera vez, actuaba con nobleza -esa que muchos juraban que no tenía por su fama de engreído.

Alguna vez lo fue: un completo patán. Era hijo de Howard Stark y un prodigio, contaba con las razones para serlo.

Pero su historia con Steve lo ayudó a ser mejor.

Tony divisó el helicóptero alejarse de la base principal de Shield, su corazón se iba rompiendo poco a poco. No dejaba de repetirse que era lo correcto por Steve y por él mismo.

Porque si se quedaba iba acabar amargado, celoso de la felicidad de Steve y quizás llegar a herirlo.

Su historia no podía acabar así, sino de esta manera.

La mano de Pepper se puso encima la de él y la apretó, ese simple gesto bastó para que las lágrimas de Tony resbalaran por sus mejillas.

—Estarás bien, Tony. Una historia en tu vida termina, pero empieza otra.

—Sé que será así, tú jamás te equivocas. —Tony le dedicó una sonrisa llena de tristeza.

Pepper no dudó en desabrocharse el cinturón por abrazarlo, Tony se aferró de ella.

¿Y si volvemos a empezar? [STONY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora