¿Tu piel es tan suave como parece? One-Shot

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¿TU PIEL ES TAN SUAVE COMO PARECE?

Definitivamente hoy no era mi día. Primero me quedo dormida, segundo... como consecuencia de lo primero, llego tarde al trabajo y tercero y lo peor de todo... tenía cita con el dentista. Arggg.

Llevaba más de una semana tomándome antibióticos para la maldita muela, así que esperaba que esta tarde, por fin, Leah Clearwater, pudiera hacerme algo en esa maldita muela. Siendo sincera, Leah daba miedo. Sí, miedo. Esa chica apenas sonreía y cuando lo hacía se asemejaba más a una mueca que a una sonrisa... por no hablar de la manera tan siniestra en la que se ponía los guantes y se ajustaba la mascarilla. Sólo le faltaba la sierra eléctrica para parecer La matanza de Texas... aunque en vez de una sierra eléctrica lo que ella llevaba era un torno para pulir las caries. Arg de nuevo. Y a juzgar por el precario estado de mi dentadura esta tarde iba a necesitar una taladradora Black&Decker...

Salí antes de mi trabajo para acudir a la maravillosa cita, nótese el sarcasmo. Trabajaba en una famosa editorial y me encantaba mi trabajo. Quizás era lo único bueno que tenía últimamente en mi vida... Hasta hace poco había estado compartiendo mi casa y mi vida con Jacob Black, mi amigo de la infancia que con el tiempo acabó en una historia de amor... ¡Ja! Al muy capullo le dejé hace un mes. ¿El motivo? Le pillé con otra. En mi cama. Desnudos... creo que no tengo que explicar que no estaban precisamente jugando al parchís, ¿no? Así que ahora estaba sola... bueno, sola no. Tenía mi trabajo y mi gran caries. Oh, venga... no necesitaba a ningún necio como Jake con el que compartir mi vida. Era una mujer de veintiséis años libre el independiente... quizás demasiado independiente en estos momentos...

Me senté en la sala de espera y miré a mí alrededor. En un rincón había una adorable abuelita, la pobre no hacía más que juguetear con su dentadura postiza mientras hacía gestos raros con la cara. A mi lado había una madre con su hijo, el niño no tendría más de nueve años y la criatura ya llevaba unos brakets con los que se le hacía imposible cerrar la boca... Así que sólo tenía a dos personas delante, genial.

Cogí una revista y la ojeé para matar el tiempo. ¿Qué mejor que unos buenos cotilleos para distraerme un poco? Quince minutos después la puerta de la entrada se abrió.

- Buenas tardes - dijo una varonil y aterciopelada voz.

Guau, esa voz... Levanté la mirada de mi revista para ver quién era el dueño de esa fantástica voz, pero aquel hombre desapareció demasiado deprisa para mi gusto por uno de los pasillos dejando tras de sí el maravilloso aroma de su perfume. Definitivamente tienes las hormonas revueltas, Bella.

Después de leerme como cinco revistas y de mirar el móvil unas quince veces suspiré. ¿Qué demonios la estaban haciendo a aquella señora de la dentadura? ¿Acaso la estaban operando? Como si la hubiera invocado la tierna mujer salió con un gesto mucho más aliviado mientras que la auxiliar salía a llamar al niño de los brakets.

Aprovechando que estaba sola me dediqué a inspeccionar la sala de espera. Se podía decir que era un lugar agradable, pintado en tonos azules y con cómodos sillones azulones. Claro, la tortura estaba en ese pasillo a mano derecha donde estaban las salas con todos esos instrumentos del demonio... Oí cómo la puerta se abría al final del pasillo; increíblemente el niño salió rápido.

- Isabella Swan - me llamó una auxiliar bajita y rubia de ojos azules y con aspecto angelical -. Pase por aquí, por favor.

Acompañé a la muchacha por el pasillo que tan bien me conocía y me animó a que entrara en el pabellón de torturas. Esperaba a ver a Leah ya preparada para la acción pero...pero lo único que pude ver fue un hombre alto con una bata blanca y de espaldas frente a la máquina de esterilizar.

¿Tu piel es tan suave como parece?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora