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Jimin.

El lunes cuando suena la alarma todavía puedo sentir la patada que Hara me dio y no puedo evitar lanzar una sonrisa victoriosa cuando recuerdo su carita aterrorizada y de cierta manera sonrojada.

Un suspiro sale de mis labios cuando una notificación me llega, los ojos me arden cuando el brillo del celular hace llorar mis ojos.

Hyung estoy esperando por tí desde hace media hora. Ábreme la jodida puerta.

Jungkook.

Maldita sea, lo había olvidado. Salgo de la cama y revuelvo mi cabello camino al baño. Si está afuera pues que espere otro poco.

Si, mierda. Casi murmuro cuando el rostro colorado de Jungkook me recibe.

Entra antes que le diga algo y se sienta en el sofá con las piernas cruzadas.

—¿Me hicistes esperar afuera, con frío, solo para ducharte?

—Ugh, sí, supongo — admito caminando mientras busco el folder encima de la mesa.

—¿Es esto?—habla cuando le entrego la carpeta —. Aquí solo veo el balance del mes. Bajó mucho.

Su asombro me hace quitarle los documentos de la mano. ¿Qué diablos? Es lo que me digo cuando miro las cifras, bajaron un 3%, lo cual en nuestro caso es mucho.

—Ni siquiera lo había mirado—admito, el fin de semana lo pasé pensando en una sexy chica que me trae loco en ves de trabajar.

—Imagino por qué — sus ojos entrecerrados me escanean como si fuera código QR y me siento expuesto. Luego recuerdo que estoy vestido y se me pasa la idea aunque un salto en el estómago me advierte que Jungkook sabe mucho.

—¿Aún eres el seguro de Hara?

—No se a que mierdas te refieres, pero supongo que sí.

—Me refiero a que si Hara aún te cuenta sus cosas. Digo, sus amoríos.

—¿Celoso?

Fastidiado respondo:—¿Y qué si lo estoy?

—Relájate Park Jimin, tu sabes que yo te espanto la competencia.

—Mas te vale— alzo una ceja mientras mis comisuras se levantan en una sonrisa y guardo los folders en mi maletín —¿Vas al trabajo?

—Al jefe no puedo decirle que no— su tono autoritario me hace reír, creo que hacia tiempo que no mantenía una conversación amena con Jungkook y agradezco aunque sea ese 3% que bajaron los ingresos que nos volvieron a acercar como los amigos que siempre fuimos.

—Tu solo te mandas. ¿Andas en auto?— niega juguetón y suspiro fastidiado.

—Te toca llevarme Jimin-ie, en tu lindo Porche. — La última vez que fuimos juntos al trabajo por andar de locos probando el acelerador del auto, nos cobraron una multa y pasé tremenda vergüenza frente a los trabajadores de la empresa.

—Solo mantén tus manos fuera de cualquier botón de la pizarra y no me digas nada mientras conduzco —advierto y tomo las llaves de la mesita mientras reviso que todo esté en orden. No tenía hambre y bueno, podía comer algo en la oficina.

—No me mires así, tu fuistes el que me dejó conducir la otra vez.

Maldito.

(...)

Agradezco haber llegado vivo a la empresa y sin ninguna contusión cerebral. Jeon se baja con su actitud de chico galán mientras saluda a Minje al atravesar las puertas y la veo sonrojarse hasta ponerse casi colorada. Pero mi actitud está en cierta pelinegra con curvas infernales que mantiene lo que parece ser una plática con Yuna, está apoyada en el escritorio de la nombrada y su tracero levantado llama la atención a más de un pasante.

Tentación  »PJM  «+18»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora