Y la única vez que ganó.

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El silencio es lúgubre, como si una masa aplastara todo a su paso y robara cada respiración. Como si el propio sol se hubiera apagado y ahora solo existiera una masa de aire frío que romperá a todos. 

Vincent se queda sentado, viendo la ventana y derramando espesas lágrimas que no se preocupa en limpiar. Pero el dolor es demasiado, sus hombros se agitan y se gira de nuevo a su papá. 

– ¿Es mentira? –pregunta con la voz destrozada. – ¿Puedes, por favor, decirme que es mentira?

– ¿Es muy lejos donde papá se ha ido? –pregunta Jamie llorando también. – ¿Tardará en volver?

James vuelve a quedarse sin respiración y Anthony sale a su rescate. –Steven se ha adelantado un poco, pero un día todos estaremos con él, ¿sí?

Es increíblemente difícil y James no tiene la fuerza para sobrevivir a aquello. 

La noticia conmociono tanto al mundo, que a los dos días del terrible anuncio, el palacio de Buckingham se vio envuelto en una masa de gente que exigía una respuesta, una aclaración. Necesitaban que alguien saliera y anunciara que aquello había sido un terrible error.

Ahora estaban en el palacio, haciendo la peor parte de todo aquello, anunciarle a sus hijos que su papá no volvería más. Peter había viajado a Austria para acompañar al rey Stefan en ese proceso detestable y acompañarle de regreso a Londres, donde se haría la ceremonia en la abadía de Westminster y luego regresarían a Austria.

Habían más de dos mil invitados a la ceremonia y más de doscientas miel personas rodeando la Abadía. James tomo lugar al lado de su silencioso suegro y sujeto las manos de sus hijos en todo momento. Incluso evitó que su madre los obligara a caminar detrás del ataúd de su papá.

–Son tradiciones, James. –agrego la mujer mientras James se retiraba del salón.

–No voy a dejar que hagan eso, mamá. –contesta sin voltear a ver. – ¿Tienes idea de lo doloroso que es?

Se reportaron cifras de hasta cuarenta millones de personas que estuvieron al tanto de todo aquello, pero James no tenía cabeza para detenerse a pensar, solo quería acompañar a sus hijos a terminar esa pesadilla y poder irse a casa, subir a su cama y esperar que Steven salga del armario preguntándole que tal estuvo su día.

– ¿Muchacho? –le llama el rey mientras aterrizan en Viena. –Quiero que mi hijo descanse al lado de su madre, en Carintia.

–Sí, señor. –contesta sin fuerza.

Fue ahí, en la intimidad que el lago detrás del castillo de Hochosterwitz, que se preparó la tierra donde el príncipe Steven descansaría. 

Primero hicieron una triste ceremonia, el rey Stefan, la duquesa Margarita, los reyes de Francia y su descendencia. Los príncipes Vincent y Jamie, despidiéndose finalmente del aquel ataúd sellado adornado por tres ramos de flores. 

–Creo que al amanecer será mejor, ¿sabes? No hará tanto frío y los chicos podrá acompañarnos. –asegura Anthony mientras le sirve un poco más de té. –James... 

–No. –le corta de inmediato. –No quiero hablar.

En la sala solo quedan ellos dos y Anthony contiene el llanto. Debe mantenerse fuerte, ser un pilar para apoyar a su hermano y a Peter, pero Anthony también está roto, quebrado desde el centro de su alma, a él también le duele terriblemente lo que acaba de suceder. No puede procesarlo tampoco.

Así que ambos dan un brinco cuando la reina ingresa, acompañada del rey Howard. Va vestida de negro, de pies a cabeza y el rostro frío, carente de una sola emoción. –Mis hijos... –murmura lentamente mientras se siente entre medio de ellos y les ofrece el escuálido consuelo que una madre estoica puede dar. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora