Alexia James y su grupo de música han vivido toda su vida en Oahu, una de las islas de Hawaii, concretamente en Honolulu. Viven una agradable vida mortal, cada uno con sus propios problemas. No saben nada de su origen.
Cuando un grupo de mestizos so...
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Percy
Annie, Jeremy y yo acabábamos de dejar a Álex en el aeropuerto. Me había echado a llorar nada más que cruzó la puerta de embarque, pero me habría sentido muy egoísta si le hubiera dicho que se quedase conmigo.
Volvimos al campamento. Agarraba la mano de Annie y ella me aseguraba de que iríamos a verla en unos meses, pero que la dejáramos adaptarse.
Aquella noche, la mesa de Hades estaba vacía. No estaba ni Hazel ni Nico, y eso que era el último día de los romanos aquí. A todos nos pareció extraño y fuimos a llamar a su puerta tras la cena.
Escuchaba voces desde afuera y llantos descontrolado.
—Tranquilo, Nico —se oía la voz suave de Hazel—. Lo hiciste bien, no pasa nada. Ella está bien.
—No... —Nico lloraba con la garganta encogida—. Fui muy cruel...
Entré a la cabaña lentamente.
—¿Nico...? —me acerqué a él.
Tenía los ojos rojos y terriblemente irritados con las mejillas completamente mojadas de lágrimas que intentaba secar con las mangas de la chaqueta.
—Yo la quiero... —lloró con voz rota.
—Nico —Jason la abrazó conmovido.
No entendía lo que pasaba.
—Yo amo a Mary —aclaró sollozando.
Mary... ¿mi hermanita?
—Pero no... pero no... —lloraba completamente roto, tapándose la cara—. No podía dejar que abandonara... Lo siento...
—Nico, no... —le dije—. No pasa nada. Ey, está bien... Está todo bien...
Él lloró fuerte mientras Hazel acariciaba su cabello.
Nico amaba a mi hermana. La había amado y la seguiría amando para siempre.
