La penetrante mirada del Rey prometía desgarrar cada parte de su cuerpo si seguía tocando a la mujer que algún día fue de él, a la mujer que lo admiraba con superioridad mientras dejaba que aquel hombre tocara su piel con descaro y le hablara tan cerca de su rostro que sus labios prometían rozar su piel. Volvía una vez más a su pasado junto a ella, volvía una vez más a vivir ese asqueroso sentimiento humano, volvía a odiarla tanto como la amaba. Una vez más podía recordar todo el dolor que ella lo hacía sentir y es que a este rey me dolía cada parte de la cruel existencia de esa mujer, desgraciadamente, él sabía perfectamente que este dolor no era parte de ninguna maldición, sino que era su propio y genuino sentimiento. Sentimiento que deseaba arrancarse del pecho cada vez que cosquilleaba y fluía por su cuerpo y mente.
—No los quiero en mi templo, Retírense o no me quedará de otra más que asesinarlos... Les daré una última oportunidad por los viejos tiempos—El silencio inundo la sala mientras ella se daba la media vuelta y se alejaba lentamente, terminando de colocarse aquel kimono, cubriendo por completo su cuerpo aún húmedo por el agua de aquella caliente tinaja.
—hay que hacer algo— Susurro el pelinegro aun lado de Yuta esperando alguna respuesta de su superior mientras admiraba cómo la mujer se alejaba y se perdía entre el vapor del lugar.
—Dijo que le diéramos algo a cambio, tal vez está dispuesta a negociar— El muchacho envaino su espada antes de acercarse al pelirosa que intentaba con todas sus fuerzas nuevamente contener a la maldición dentro de él, maldición que por alguna extraña razón no salía por completo de su escondite, que por alguna extraña razón solo quiso hacer presencia sin ninguna intención de matar en su totalidad.
—Entonces, negociemos... dijiste que querías algo a cambio, ¿Qué podemos ofrecerte?— La maldición frente a ellos se detuvo por unos segundos mientras suspiraba profundamente y aguantaba su risa.
—Me encantan los negocios...— rio un poco antes de continuar caminando y moviendo su mano señalando que la acompañaran, detrás de ella el gran hombre la siguió como si de un fiel perro se tratara mientras Yuji volvía a adentrar a la maldición que lentamente se ocultaba en su dominio maldito en un interior de él.
—Mis queridos negociantes, por favor adelante. Bienvenidos al infierno— Megami rio con profundidad, casi parecía que le divertía tener a los tres muchachos aterrados a su espalda, le divertía jugar con ellos y con sus delicadas almas, tan rotas, tan quebrantadas... Tan vulnerables.
La gran puerta les abrió paso a un gran salón que lo inundaba un calor sofocante, acompañado de un inevitable temblor en sus cuerpos que les hacía recordar cuánto miedo le tenían a la muerte, cuánto miedo le tenían al sufrimiento. Los cuatro hombres detrás de ella la siguieron de cerca mientras admiraban el gran salón de color rojo que se asimilaba, una recepción de algún elegante hotel, con alfombras rojas, mesas de vidrio y sofás de cuero negro, algunos adornos escalofriantes cómo huesos de humanos y pinturas realmente famosas de las épocas antiguas. Luego frente a ellos una puerta más, una puerta dorada que parecía ser de oro con cráneos decorándola y más cerca de esa puerta la temperatura subía aún más.
—Permítame Mi ama— los horripilantes gritos, los murmullos, los quejidos, el olor a sangre, la vista desgarradora de todos y cada uno de los círculos del infierno que dante describía en un viejo libro, todo era tan real y tan desgarrador.
Sus estómagos amenazaban con vomitar, sus cuerpos ya no reaccionaban de la misma forma, sus pupilas se habían hecho tan pequeñas que prometían desaparecer para no tener que contemplar aquella imagen. El miedo consumía cada uno de sus músculos y podían jurar que su sudor no era por el evidente calor del lugar, más bien el sudor se había vuelto frío a tal grado que lo sentían deslizarse por sus cuerpos temblantes. Ni siquiera la maldición que El pelinegro portaba se había salvado no temer a lo que había frente a ellos.
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El dolor de un Rey Maldito •Ryōmen Sukuna/Yuji Itadori• [Segunda temporada]
Romantizm[Segunda Temporada de: La mujer que Sukuna amo] Su partida había dejado un vacío en su pecho que el mismo no quería admitir, había sido un final duro e inesperado para él, pues el sí la había amado hasta lo más profundo de su alma y no dudaba que as...