CANTO XX| EL NECRONOMICÓN.

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Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría, sólo es para leerla, está prohibido cantarla, plagiarla o grabarla. Gracias.

Creed que cambié cuando caí en una oscura red, cuando imprudentemente leí los escritos blasfemos del Árabe loco, Abdul Alhazred, poeta y demonólogo, sino me equivoco, leer ese grimorio me nubló la vista comenzando el prólogo, y perdí la cordura cuando invoqué a una extraña criatura de gran sed que vertiginosamente atravesaba la pared.   

Mientras leía el grimorio desconocía que hacía un conjuro, fue una especie de ritual mortuorio, lo juro. Esa monstruosidad quería devorarme, por haber leído aquel libro prohibido, por haber indagado en la oscuridad de su contenido, yo temblaba en realidad porque ya me lo habían advertido, al cabo de unos minutos aquella espantosa deidad se marchó y me dejó enmudecido, maldecido...

Buscando libros oscuros y fidedignos en la biblioteca del Miskatonic, bebiendo malignos tragos de Gin tonic.

Me arrepiento de haber leído las páginas mohosas de aquel libro negro, me perdí, ahora no hay luz en mi, sólo hay oscuridad en mi corazón y en mi cerebro, si hablo o escribo sobre amor siento que me desintegro.

Si me lo propongo puedo ser el próximo Platón o el próximo Cicerón, o un filósofo oscuro como Epicuro y arrancar tu esternón, te hago un conjuro mientras leo el Necronomicón.

En mi cuello cuelga un dije, negro de diente de tiburón, sin saberlo te maldije, la vida me aflige pues hacia la muerte se dirige. Bienvenido has despertado, sólo me falta darte un sermón, para ver si tú vida se corrige, sé un budista no un mormón, el aura oscura lo exige, yo no busco ser galardonado yo ya tengo galardón, fidedigno y maligno don, ahora lo que quiero es poseer tu corazón, poseo tu alma, hago el ritual, corto y sangre cae de tu palma, en la tranquilidad desesperado en la oscuridad mantengo la calma, con una frase invoco a mil fantasmas.

Duermo tarde y despierto temprano escuchando la voz del maestro Láudano, con su voz y sus historias tenebrosas me enlodé en el pantano, ahora soy un vidente que lee tu mano. Soy El Escritor Que Perdió La Cordura, lo que escribo es insano, una locura, soy un artesano, mi arte no es arte sano.

Da tu último suspiro, humano, acabo de invocar al vampiro, estelar, con Bloch y Lovecraft leyendo el conjuro de Vermis Mysteriis. Los Misterios del Gusano.

Llegó tu fin, desaparecerás por oscuras entidades así como Abdul Alhazred o el mago Ludwig Prinn.

No me subestimes, mi nombre está en los antiguos cronicones, mi escritura permanecerá por todos los eones, escritura maldita, escrita con veneno de escorpiones.

Obtener el conocimiento y el poder no es sencillo, me dijo el conde Drácula cuando estuvo bebiendo una copa de sangre en su castillo, perdí el último tornillo cuando leí El Rey de Amarillo.

Antes escribía romance que era empalagador, ahora me volví frío, sombrío y me apodaron el empalador, mis sentimientos románticos y empaticos en el cementerio de animales los sepulto y a mi oscuridad le hago culto, de niño tenia amor, odio de adulto, la vida es una carga como la joroba de mi asistente Igor, no es más que un pesado bulto.

Mi luz no tuvo potencial, del Poeta Lúgubre es el turno, en las noches escuchando Noviembre Nocturno, en mi vida no hay un día diurno, las personas encuentran luz en los planetas yo encuentro oscuridad en Saturno, locuaz ignorante, sabio taciturno. De mi sabiduría y oscuridad te embadurno.

Me siento Heráclito, Demócrito, con mis pensamientos filosóficos y oscuros hago ritos, ¿es mi imaginación o tú también escuchas los gritos? Si no quieres perder la cordura no leas mis escritos, no son leyendas ni mitos.

Me encierro en mi caverna lúgubre mientras leo las páginas de los Libros Malditos, cuando muera formaré parte de los Poetas Malditos.

Cuando escribo cierro la puerta y la ventana, bajo las persianas pongo veladoras y me inspiro con la luna mediana, conectando con entidades de selvas africanas.

Lectura e influencia Poeriana, Lovecraftniana, Blocheriana, escritura Graveniana, Replikiana.

De mis maestros Bloch y Lovecraft aprendo, y en ocasiones los imito; aún así mi imaginación no limito, mis cuentos y cantos pueden ser aterradores como los mangas de Junji Ito.

Mi vida es lúgubre como una pintura de Pickman o de Louis Moe, como un tétrico cuento de Lovecraft o de Edgar Allan Poe.   

Cada día que respiras no vives, mueres, nútrete con estos oscuros poderes, culmino con esta lúgubre canción, me persigno con esta breve oración: "Que las babas del gran Cthulhu caigan sobre ustedes y satisfaga sus menesteres".


Anghell Gravecraft.
Poeta Lúgubre.

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