Capitulo 3

404 85 22
                                    

Cómo somos unas personas chismosas, es obvio que queremos saber la conversación que tuvieron el Chorizos y la Jalapeño, ¿Cierto? Yo sé que sí, no tienen porque mentirme, incluso yo quiero saber el porque Lauren le mostró la Britney señal. Así que leamos juntos su muy interesante conversación.

-Vaya, este barrio no tiene tantos grafitis cómo el mío, hay menos San Juditas y las casas no tienen colores fluorescentes.- fue lo primero que pensó Lauren al entrar aquel barrio. Segundos después vio saliendo a una velocidad increíble al Ty Chorizos, con unos shorts. -El Chorizos arruina el lugar.- esa fue su primera impresión antes de estacionar su triciclo y empezar a despachar al Ty.

-Mira nada más, has venido a este barrio solo por mí.- dijo el chorizos, con una sonrisa arrogante y con una pose que más que seductora era asquerosa.

-No, vine porque los Kordei me dejaron mercancía, así que no te hagas ilusiones estúpidas, no andaría con alguien que siempre huele a chorizo.- contestó Lauren con una cara de asco al ver a Ty. Y pues nadie saldría con esa cosa (al menos eso pensamos, porque también el Ty tendrá su romance aquí) a menos que le paguen, quiera publicidad o tapar su intapable homosexualidad.

-Claro, solo dime qué no podías vivir sin mi, vamos jalapeño, no por nada soy tú cliente más fiel.- (que asca) dijo el Ty con la panza más salida que el perro panzón.

-¿Vas a comprar o no? Porque ya no aguanto tu desagradable olor a chorizo.- respondió ya harta nuestra jalapeño.

-Bien, dame 3 tamales rojos y 2 atoles de guayaba. Deberías de decirle a tus padres que preparen más tamales y atole, puedes conseguir más clientes acá y ganarías más.- Ty respondió con una voz desanimada.

-Esta bien, son $200. Lo haré, más que nada por conseguir más dinero, no porque quiera verte, aparte me ha ido muy bien, así que supongo que estaré pasando diario por acá.- contestó una molesta jalapeño.

-¿¡$200!? ¿Por qué tan caro?.- exclamó casi sin voz el asqueroso del Ty.

-Simple, por hacerme perder tiempo y por aguantar ese asqueroso olor que desprendes.- dijo muy tranquila Lauren. La neta no la culpó, yo le hubiera cobrado $500, pero bueno.

-Esta bien, solo porque eres tú y me encanta verte.- (eww) respondió el chorizos.

Lauren ni siquiera le contestó, solo empezó a pedalear mientras le hacía la Britney señal al Ty. Lo que ella no sabía es que justo en la casa de enfrente, una muy floja Camila la veía con más adoración que un borracho viendo un taco de pastor.

Unas casas adelante, salió una chica tan alta cómo un poste de luz y detrás de ella un ejercicio de niños y adolescentes, Lauren ya estaba pensando que ahí se iría toda su mercancía. Los niños tenían diversas pijamas, la chica alta estaba casi igual de arreglada que Normani. Incluso Lauren pensó en que aquella chica y su atolito de chocolate, podrían ser buenas amigas (serán más que amigas, mi querida jalapeño).

-Por fin, alguien que se digna a vender tamales por aquí, ¿A caso está colonia parece de ricos? Porque nadie se digna a vender cosas buenas aquí.- dijo una muy hambreada Dinah, claro que la jalapeño aún no sabe su nombre, para ella era un poste de luz. -¡Silencio mocosos! Yo soy quién va a pedir los tamales, así que todos vayan a la casa.- exclamó enojada el poste de luz. A regaña dientes, los niños y adolescentes obedecieron, sabían que no tenía caso discutir con Dinah, porque si lo hacían, lo más seguro es que les pidiera un tamal que ellos detestaran.

Lauren solo se limitaba a ver la escena, ella solamente habla con los clientes que ya eran frecuentes, con los clientes nuevos solo hablaba lo necesario.

-Buenas, espero que tengas buenos tamales y atole, si no es así, ya ni te dignes a volver por acá... bueno pensándolo bien sí, porque no muchos vendedores pasan, he tenido que irme a otra colonia solo para comprar un elote, ¿Sabes lo frustrante que es eso? Tener que ir a otros lados solo porque la gente piensa que este cuchitril es de ricos.- Dijo una Dinah muy cansada de su situación.

-Me lo imagino, pero no se preocupe, yo estaré pasando diario por aquí, aparte los tamales y el atole son muy buenos, después de hoy va a querer comprar diario.- aseguro nuestra jalapeño, claro que estaba siendo muy amable con la chica poste de luz, no quería recibir tremenda cachetada de esas manoplas.

-Esta bien, cómo ya viste somos demasiados en esta casa, así que seguramente solo te dejare con un tamal y un atole. Empecemos con el pedido, quiero 3 tamales rojos, 3 tamales de dulce, 2 tamales verdes, 3 tamales de mole, 2 atoles de chocolate, 4 atoles de fresa y 2 atoles blancos.- Dinah solo pidió poco, porque quería saber si realmente eran muy buenos, no iba a gastar casi mil pesos en tamales y atoles que supieran peor que los de la costeña.

-Por supuesto, ahorita se los doy.- dijo muy sorprendida Lauren, ya que esperaba un pedido que la dejara sin mercancía. Mientras nuestra jalapeño atendía a Dinah, está alcanzó a ver a Camila corriendo devuelta a su casa.

-¿Y ahora está loca por qué andará corriendo por la calle?.- pensó Dinah al verla, ya le preguntaría más tarde a su amiga, el porque andaba corriendo en fachas tan temprano.

-Aquí están sus tamales y sus atoles, serían $260, por favor.- le dijo una muy educada Lauren.

-Claro, aquí tienes. Muchas gracias y ya veré si están tan buenos cómo dices.- dicho esto, se dio la vuelta de manera diva y entro a su casa.

-Vaya, esa chica tenía razón, solo me queda un tamal especial y un atole de chocolate.- pensó Lauren al revisar su mercancía. Claro está que tenía la tentación de comérselo ella, pero decidió pedalear unas casas más. Y justo se encontró con una pequeña chica que salía con un blusón que le quedaba más cómo túnica.

-¡Hola!, Buenos días. ¿Todavía tiene tamales? Quisiera solo uno, pero si ya no tiene no hay problema, alcance a ver qué atendió a Dinah, es entendible que después de ese pedido ya no tenga ninguno.- le dijo con una ternura increíble aquella chica que parecía una monja con un rayito de sol.

-Con que el poste de luz se llama Dinah.- pensó nuestra jalapeño. -Tienes suerte, solo queda un tamal especial y un atole de chocolate.- le respondió Lauren con una sonrisa.

-Gracias a Dios, está bien, solo quiero para mí debido a que se me hizo un poco tarde. Soy Allyson, pero me puedes decir Ally.- (aww, todo un amor) le dijo con una sonrisa.

-Okay, mucho gusto, me llamo Lauren, usualmente me dicen Jalapeño, debido al negocio de mi familia, pero puedes llamarme Laur o Lauren, cómo gustes.- me respondió Lauren con mucha ternura y confianza, mientras le daba su tamal y su atole a la pequeña Ally.

-Te diré Laur, ¿Cuánto sería de mi tamal y mi atole?.- preguntó educada Ally.

-Esta bien, son $28.- le dijo una sonriente Lauren. -Me ha caído muy bien, aparte es muy tierna, espero poder ser amiga de ella.- pensó nuestra jalapeño.

-Muchas gracias, Laur, que Dios te bendiga y espero verte pronto.- fue lo último que dijo Allysus, para después despedirse con su mano de Lauren y entrar a su casa.

Después de su última cliente, Lauren apagó la bocina y empezó a pedalear rumbo a su hogar, pero tan solo unas cuadras adelante del último barrio dónde vendió, salió de una peluquería una señora con un peine en la mano, haciéndole señas para que se detuviera.

-Gracias por detenerte, supongo que ya no tienes tamales, pero quisiera saber si vas a pasar seguido por aquí. Porque la verdad es muy difícil encontrar un vendedor por aquí, y muero de ganas de unos tamales.- le dijo aquella señora con lentes y ojos claros, con peine en mano y un delantal que decía "Los pelos".

-Am... sí, voy a pasar diario por acá, es solo que soy un poco nueva en estos barrios.- le respondió Lauren, tratando de no reír por lo que tenía escrito la señora en el delantal.

-Esta bien, muchas gracias, soy Sinuh, cuando gustes puedes venir a mi peluquería.- le dijo con una sonrisa.

-Am... gracias, lo tendré en cuenta. Soy Lauren, mucho gusto.- dijo Lauren con una sonrisa que por poco se convierte en carcajada. Y así Lauren siguió con su camino devuelta a casa, para poder prepararse e irse a la universidad.

Tamales Jalapeño PeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora