Camino al paraíso

Gravedad

A veces pienso que no pierdo la cordura porque es parte de mi castigo.

El vacío recurrente es algo cruel, se ausenta y me hace pensar que todo va encaminado para luego hacerme caer aún con más fuerza, no me detengo, no puedo, nada se detendría conmigo.

Siendo consumido por el, apenas puedo disfrutar las risas de verano; desde ya abrigado para el cruel invierno, su retorno trae consigo agobiantes repeticiones de pensamientos, melancolía ya antes expresada, sin embargo continúa aprensada en mi, extrañando lo que efímero fue, si es que alguna vez lo tuve o mis ideales modifican, transforman, trasgiversan mi memoria y solo recuerdo con ansias lo que quise que fuese.

Como no sentirme culpable después de ver todas las lágrimas derramadas, todos los momentos de felicidad derrochados, de cada amanecer junto a ti, junto a ellos, de todos los maullidos y te amos, cada latido que mi corazón ha dado me ha hecho sentir el valor de estar aquí, como no sentirme así después de todo lo hermoso visto y sentido; más aún en mi mente solo ronda la pregunta:

¿Cuándo podré marcharme?

No me puedo quejar de estar aquí, quiero encontrar el momento de irme sin culpas.

Si puediese elegir como, cuando y donde sería mi partida tal vez no pensara tanto en eso, fuese más fácil saber que me iría dejando todo en orden dentro de mi; al trascender no quiero arrastrar culpas al más allá.

El hecho de sentirme mal admirando lo hermoso que es mi alrededor es un impedimento para eso.

No tocaré el cielo si no me creo merecedor de éste.

¿Has de recibirme tu Padre?

¿Será otro paraíso donde no encajaré?

Tal vez toda mi vida haya sido más preguntas que respuestas

¿Cuándo llegue el fin Padre podré tener respuestas?

¿O todo quedará en el vacío olvidándose así todo lo que me resquebraja la mente y el sentir ?