Bell x Riveria/ El útimo Héroe

Cápitulo 1

Bueno, primero lo primero. Debo de aprender el cantico, porque si no ¡estoy en problemas!

Por suerte estaba escrito en la pared...

Y luego de 15 minutos, pude aprenderla... estaba en otro idioma, pero tenía abajo su traducción.

Terminando de ver cada uno de los cuartos, y al ser ya mediodía, decidí que debía de entrar al calabozo.

¡¡Hoy, me haría hombre!!

Cuando recité el cantico, la puerta se abrió, y me encontraba en una de las partes de las ruinas de la ciudad. Era una pared falsa, la cual se habría, y no se notaba diferencia. Asique que debo de acordarme la ubicación...

Luego, solo fui al gremio. Creo que necesitaba el permiso, algo de lo que se encargaba Fells para poder ser aventurero oficialmente, y tenga el permiso para adentrarme a los confines de la mazmorra, hasta ser el héroe que se necesita...

O... el que ella quería, mi tía.

Una de las pocas cosas que me conto mi abuelo... ella era Alfia, el monstruo del talento. Nunca la vi en persona, pero solo su nombre ya me trae nostalgia...

—Hola, soy yo de nuevo. Venía a buscar mi licencia de aventurero—

—Ah sí... eres tú— su cara parecía de molestia

¡Ya empecé mal!

—Ella será tu asesora. Ve y habla con ella— dijo, intentando de zafarse de mí.

¡¡Le demostrare que estoy a la altura de todos...!!

De pronto, cuando me fui a sentar, llegó mi asesora...

—Hola, buenos días, me presento. Yo seré tu asesora de ahora en adelante, y mi nombre es Eina Tulle— se expresó con una leve sonrisa.

—Hola, mi nombre es Bell Cranel, un gusto. ¡¿Ya puedo entrar a la mazmorra?!— pregunté casi desesperado...

—PAF— un golpe fue hecho en mi cabeza..

— ¡¿Que eh echo para merecer esto?!— me sobé mi cabeza.

—¡No seas impaciente, que debido a eso muchos aventureros novatos mueren su prime día!

Tu...

Luego de 5 minutos cuando salí del gremio, me di cuenta de que no hay peor fiera en el calabozo que la misma Eina Tulle...

Me dio incluso escalofríos pensar en ella. Es una mujer de un carácter muy fuerte, aunque también linda.

— ¡Pero que estoy pensando!— me reprendí mentalmente.

Mi mente rápidamente cambió a la imagen de una cierta elfa pelijade...

—¡¡Ahhh!!— grité.

Mejor voy al calabozo. Estoy seguro que se lo que hay a detalle en los primeros 5 pisos. Eina se encargó de que lo sepa. Sin embargo, solo tengo permitido ir hasta el piso 2 o 3 como máximo ya que es mi primer día, pero... ¿qué de malo puede pasar?

Cuando entré, sentí como si el dungeon me estuviese mirando, o algo era en sí. No entendía bien, pero de igual forma, me adentré en sus profundidades...

Los primeros pisos eran muy fáciles. Ni siquiera sé de qué se preocupaba Eina. Mi abuelo m enseño algunos movimientos con espada. Así que sabía unos dos o tres movimientos que eran suficientes para contrarrestar los monstruos...

De la misma forma, comencé a subir más y más, hasta que llegué al piso 5, y luego... un rugido atroz se escuchó.

—¡¡Uarrhhh!!— algo retumbó, y mis piernas temblaron.