Cinco.

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Cuackity no quiere saber cómo es que llegó a estar en una situación completamente sexual con su crush, aquel con el cual tenía sueños húmedos y deseaba tanto que destrozaran juntos la cama, que lo hiciera su perra con tal de poder ver el espacio y...

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Cuackity no quiere saber cómo es que llegó a estar en una situación completamente sexual con su crush, aquel con el cual tenía sueños húmedos y deseaba tanto que destrozaran juntos la cama, que lo hiciera su perra con tal de poder ver el espacio y las estrellas con solo una cogida bien hecha. Lo había deseado tanto desde el primer momento que llegó a Karmaland.

Pero realmente nunca creyó que terminaría con un vestido rojo, nada debajo, con la cabeza de la botarga de Peppa Pig puesta y la mazacuata de Luzu metida bien al fondo de sus entrañas. Jadeo con fuerza, aferrandose con una mano a la cabeza de muñeco de la jodida cerda, mientras la otra tomaba lugar sobre el abdomen de un desnudo Luzu que le tomaba fuertemente de sus caderas hasta enterrar bien sus dedos.

Esto no podía estar pasando. En serio no creía que estuviera pasando. Debería ser lo mejor que le ha pasado en toda esa maldita isla, pero solo puede sentir vergüenza por el papel de estúpido que estaba haciendo por estar vestido como una jodida caricatura para niños. Estaba acabado.

— Hey, Cuacks, no puedo oírte.

— Ahg... Ah... Intenta respirar con algo tapando tu cara y tu cul-... ¡Mnhg!

Cuackity volvió a respirar hondo, tratando de que el aire entrara en medio del calor que le provocaba tener encima la cabeza de la botarga encima. Era algo complicado tomar aire fresco con eso puesto, pero Luzu había sido bien específico sobre que quería follarlo de esa forma y él... Bueno, acepto de una forma tan débil que ahora se arrepentía.

— Oh, vamos... Creí que te gustaría esto.

— H-honestamente me preocupa que... el estar vestido de Peppa sea uno de sus fetiches...

El niño de alas doradas tembló, sintiendo la opresión del vestido rojo contra su cuerpo. Para ser solo un disfraz si que la ropa estaba bien entallada, apresando de su pobre miembro entre la tela, haciendo un tanto doloroso el movimiento cada que Luzu entraba y salía.

— Cuackity...

Llamo Luzu, quien subió una de sus manos en forma de caricias por encima de la ropa roja del niño, dejando que sus dedos se deslicen por el vientre, abdomen y tórax, llegando así al cuello perlado en sudor del chiquillo, dejando un par de caricias ahí antes de buscar la mejilla derecha en medio de aquella botarga.

Cuackity tembló de nuevo, jadeo y soltó un gemido tras los escalofríos que mandaba su mayor con solo el toque de sus manos. Lloriqueo por lo bajo y se aferró de nuevo a la cabeza de cerda encima suyo.

— ¿S-si?...

— Gimeme un "Oink, oink".

Pero Cuackity no pudo soportar más la pena, sacando la cabeza de encima suyo y aventandola por un lado de su pobre casa a medio construir. Estaba harto de eso, no volvería a cumplir nada de Luzu.

— ¡Chinga tu madre mejor! ¡Sácate a la chingada! ¡A ver quién te chupa la riata, pinche Luzu!

Orbes rojos, alas doradas [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora