Seis

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Al día siguiente los encontré en el Panteón Central donde Esteban descansaba. La mañana era perfecta, no hacía frío ni calor. La pétrea lápida brillaba en un tono marmoleado con las nuevas flores a su lado, un ramo de bugambilias, su flor favorita, combinaba perfecto con todo el conjunto. Ambas nos tomábamos las manos como si el soltarnos significara desmayarnos cuando le conté todo lo que había pasado y di el mensaje que se me había encomendado. El aire soplaba benevolente y nos removía el cabello ligeramente mientras veía a una madre romper en llanto hasta las entrañas, el dolor casi era palpable, decirle a esa mujer que su hijo no lo culpaba de lo que sea que hubiera pasado era bastante difícil de hacer, dí todos los detalles: su ropa, su expesión relajada, su rostro cubierto de moretones en colores púrpureos, sus accesorios de toda la vida… todo, entonces me puse a pensar en todo lo que no vi, yo debería haber estado acompañando a su familia y nuestros amigos en común, pero no fue así, aún no entiendo como fue que la noticia no llegó a mi. Después de hacer una oración por su descanso nos retiramos de ahí y cada quien regresó a su casa.

Han paso varios días de todo esto que les cuento, la ansiedad es demasiada, he tenido que volver a fumar para que la nicotina apacigüe mis sentimientos, no hay noche que no vea sus caras marchitas, no estoy loca, les juro que lo que viví es verdad. Algunas noches pasan el vela, hasta que a la tercera noche el cansacio es tal que mi cuerpo no puede soportarlo más y se rinde ante el sueño. No tengo miedo, no podría. Pero la idea de que en verdad vienen me tiene al borde del desquicio.

He aprovechado cada noche en vela para meditar mi suerte, el estar al borde de la pérdida de la cordura, te hace tomar precipitadas decisiones sobre tu vida o tomar conciencia de las limitaciones de nuestra pobre existencia en este mundo terrenal, la frustración de saberse en conocimiento de que en el mundo hay más de una posibilidad, que el cosmos o lo que sea que esto se llame le permite a estas personas regresar y visitarnos a través de ese delicado velo llamado purgatorio, sabiendo esto, me concedo el logro de haber mantenido mi cordura hasta el final, el tocar la tierra de los muertos no es un logro fácil de conseguir, sobre todo porque no sé como pude desafiar las leyes naturales, las leyes de los vivos. El espectro de los días pasados está ahí, acehándome cada vez que la luna brilla tenuemente en la bóveda celeste, esta infelicidad solo me trae miedo y tristeza. El recuerdo de los que se nos adelantaron puede ser tan cálido como aterrador, recuerdos estériles, inútiles y frustrantes ha sido mi infierno personal y las personas que quise en vida mi demonios. Quiero que esto termine pronto. Este dos de noviembre ya está a la vuelta de la esquina y me he prometido poner una ofrenda apropiada, no quisiera que volvieran a visitarme de esa manera… no otra vez.

Animabus Purgatorii Donde viven las historias. Descúbrelo ahora