Me encuentro sentada en el interior del coche de Emma, mi mejor amiga desde que mis padres habían decidido mudarse hace escasas semanas a este pueblo de Minnesota, separándome de mis amigos y familiares sin que yo pudiera impedirlo.
Escuchábamos música mientras yo comía gominolas en forma de fresas (las mejores sin duda alguna) intentando acordarme de en qué momento le dije a Emma que aceptaba está locura.
Las dos en aquella calurosa noche de madrugada vestidas con cortos vestidos florales y chanclas , observábamos la casa número 7, sí, la número 7, la casa en la que vivía Finn Harris, el chico que según mi amiga era el más atractivo y guapo del instituto.
Yo aún no lo conocía, a decir verdad no conocía a mucha gente en aquel pueblo, si no hubiera sido porque mi madre hizo rápidamente buenas migas con la vecina, tampoco conocería ahora mismo a Emma, una chica pecosa de larga melena dorada que miraba con atención aquella casa, esperando que aquel guapísimo chico del que me hablaba saliera para acudir a una de las fiestas de las que se llevaba hablando todo el verano en aquél lugar.
Así era Emma, se había pasado esas dos semanas contándome y explicándome por qué Finn Harris era tan perfecto y como estaba decidida ese último año de instituto a conquistarle aunque él no supiera si quiera de la existencia de mi amiga.
Bostecé algo cansada y mordí otra gominola al mismo tiempo que Emma golpeaba mi cabeza para obligarme a agachar.
-Ya han venido a recogerle..-susurró ella entusiasmada.
No pude evitar poner los ojos en blanco mientras miraba intentando pasar desapercibida por la ventanilla del coche.
-¿Ves algo?- pregunté incapaz de divisar algo en aquella oscuridad.
-Veo a...
Emma entornó los ojos mientras está vez yo logré ver a una chica de pelo largo y castaño vestida con un precioso vestido rojo ceñido al cuerpo salir de un coche blanco descapotable sin soltar un diminuto bolso que colgaba de su mano. Caminaba moviendo las caderas de un lado a otro con unos enormes tacones plateados que me recordaron a una bola de discoteca.
-Esa es Olivia....-Emma comenzó a morderse las uñas con nerviosismo sacándome de mis pensamientos- todos dicen que están juntos pero yo no creo que Finn quiera estar con esa descerebrada.
Me reí y agaché la cabeza cuando esa tal Olivia giró la cabeza en nuestra dirección.
-Shhhh...-susurró Emma- nos descubrirán.
Me cubrí la boca con las manos soltando las golosinas e intenté mantener mi risa controlada. Jamás había visto nada parecido, del pueblo del que procedía, que estaba a unos 100 kilómetros de distancia de Minnesota, no había esa clase de personas, allí todos acudimos a las fiestas de los demás y nadie se quedaba excluido de nada, nadie vestía tan extravagante y menos todavía conducían aquellos lujosos coches.
-Ese es-dijo esta vez Emma con un extraño brillo en la mirada.
Levanté la cabeza demasiado tarde porque solo alcancé a ver cómo Olivia arrancaba el coche y los dos se perdían en la oscuridad de la noche.
Desvíe la vista hacia Emma que me miraba entusiasmada.
-¿Le has visto?- está vez desviando la vista se peinó con los dedos el pelo sin dejar de mirar el retrovisor.
Negué con la cabeza recogiendo mis gominolas.
-No me ha dado tiempo.
-Normal, estabas demasiado ocupada riéndote- Emma arrancó el coche molesta y se alejó de aquella casa número 7.
La casa de Finn Harris.
La casa de él.
ESTÁS LEYENDO
El chico de la casa número 7
RomanceLaena lleva apenas dos semanas en Minnesota y no tarda en hacerse buena amiga de su vecina Emma, que pronto le hablará de lo enamorada que está del capitan del equipo de fútbol del instituto. Un chico misterioso para Laena, porque a pesar de escucha...