Heart's eyes

Capítulo único

<||Notas para la lectura||>
[T/N] – Nombre / [T/A] – Apellido
[c/c] – Color de cabello
[c/o] – Color de ojos

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[No hay mayor pesar para una persona que la de un corazón prisionero de la corrupción de la mente impura. De nada sirve ser sereno si no tienes paz interior. De nada sirve fingir satisfacción cuando eres una cáscara vacía. Si los ojos son las ventanas del corazón, aunque los míos no vean nada más que una infinita oscuridad, deseo transmitirte lo que siento…]

(…)

-Y entonces la princesa despertó, abandonando su eterno sueño gracias a la calidez del beso que le proporcionó el príncipe que acudió sin dudarlo en su rescate. Fin. _finalizó la lectura una mujer de mediana edad, quien se hallaba rodeada de niños pequeños, de los cuales una gran parte yacía dormida sobre los blandos y tibios cojines que abundaban en el suelo_

La mayor acarició a varios de ellos mientras les colocaba en una mejor posición para el descanso y luego les cubrió con mantas. En cuanto a los que permanecían despiertos, procuró que se dispusiesen a dormir tras prometerles que jugarían una vez todos despertasen. Entre los muchos niños que aún no conciliaban el suelo estaba cierta pequeña de hebras [c/c], quien se encontraba aún sentada sobre su cojín, sin moverse siquiera, cabizbaja y atenta a todo lo que podría estar haciendo la mayor a su cargo. De todos los niños de la guardería, ella siempre había sido la más dócil. No hablaba demasiado, no causaba problemas, seguía siempre las indicaciones que daban sus mayores y esperaba pacientemente a la llegada de su padre en las tardes. La mayor rió suavemente al notar que la pequeña le estaba prestando atención a pesar de haber terminado ya la historia. Optó por llamarla en voz baja, advirtiéndole con esto que la hora del cuento había finalizado. La pequeña ladeó su cabeza en dirección a la voz de la mayor, a quien pronto tuvo cerca y le cargó en sus brazos para luego susurrarle que era hora de dormir. La pequeña cerró sus ojos y se dejó llevar hasta la pequeña habitación donde las pequeñas camas para niños se encontraban, siendo depositada en una de ellas y cubierta con una cálida manta. Escuchar los pasos alejarse era una clara señal de que se había quedado sola en aquella habitación. Tendría que dormir aunque no estuviese cansada. A diferencia de otros niños, ella no corría y gastaba sus energías jugando. Temía demasiado al hacerse daño o que su torpeza pudiese impedir que los demás disfrutasen de sus juegos, así que prefería mantenerse al margen, solamente escuchando. Por alguna extraña razón las risas de los demás niños eran suficientes para que ella de algún modo se sintiese bien aunque no se estuviese divirtiendo de la misma forma que el resto.

Sin darse cuenta, se quedó dormida. Pero no soñó con absolutamente nada. Su mente estaba plagada de un profundo e infinito negro en el cual no se veía absolutamente nada, no se escuchaba nada, no se sentía nada. Solo mantenía sus ojos cerrados y relajaba todo su cuerpo, pero nada más. Las risas de los niños le despertaron, ¿ya era plena tarde? Todos estaban muy animados, podía escuchar también las voces de las cuidadoras también. Estaban jugando todos en el salón, pero no se sintió con ganas de levantarse de aquella cálida y cómoda cama pequeña. Se acomodó aún más y permaneció con sus ojos cerrados, escuchando aquellas risas que hacían de canción de cuna para ella, probablemente se dormiría de nuevo y despertaría cuando su padre viniese a por ella. Esperó, y esperó, pero no volvió a quedarse dormida. Notó además como las voces disminuían con el tiempo, probablemente los padres y madres ya estaban llevando consigo a sus hijos a casa. Su padre no debería tardar mucho más. Pasos acercarse a su dirección le hicieron notar que estaba en lo correcto. Su padre palmeó gentilmente su hombro mientras le llamaba por su nombre, creyendo que estaba dormida al tener los ojos cerrados.