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⇝⚔️｡•́ EL VIENTO chocaba contra el blanquecino rostro de Nora, su cabello se movía al compás de este en una delicada danza y los pequeños mechones que se escapaban de su coleta golpeaban suavemente sus mejillas.
Nora observaba al pequeño grupo de niños que se encontraban jugando mientras ella simplemente los miraba divertirse, como siempre. Había nacido siendo una niña débil, todos se lo recordaban sin falta cada día de su existencia, no había hora que los niños o adultos no lo mencionaran. Según el doctor Jeager, Nora era débil gracias a que su madre no tuvo los cuidados necesarios en el embarazo, y tampoco se esforzó en cuidarse como era debido. Luego de que naciera, su madre se encargo de buscar a su padre y desaparecer de la faz de la tierra.
Desde que tiene memoria en sus recuerdos solamente se mantiene la imagen de su padre, no recordaba a la mujer que le dio la vida, tampoco quería hacerlo. A pesar de ser tan solo una niña, su corazón aborrecia por completo a su dichosa "madre".
Al no alcanzar el suelo sus pequeñas piernitas se movían de atrás hacia adelante y ella mantenía su vista fija en el movimiento de estos, sus manos apretaban el borde de su prenda con algo de fuerza, sus ojos se veían cristalizados, Nora se sentía triste e impotente, odiaba ser débil.
―Nora cariño, es hora de irnos a casa ―elevó su vista topandose con los orbes dorados de su padre, los cuales había heredado también.
―Está bien papá ¿te ayudo? ―preguntó la pelirroja. El azabache cargaba con algunas bolsas en ambos brazos.
―No te preocupes por eso pequeña, papá es muy fuerte, puede con todo esto sin sudar ni una gota ―sonrió de manera genuina hacia la pequeña. Los orbes dorados de Nora brillaron con emoción―. Asegúrate de no alejarte mucho de mi, hija.
La pelirroja asintió con energía, se levantó de un salto de aquel banco donde estaba sentada anteriormente y tomó el pantalón del hombre en su pequeña mano para evitar perderse. Ambos ojidorados empezaron su caminata rumbo a su hogar, el cual era una pequeña casa de piedra, no tenían mucho de que presumir, más no se quejaban. Nora entendía que su padre tenía que trabajar muy duro para poner comida en la mesa, era difícil, pero se sentía feliz, no le faltaba cariño ni comida, podría decirse que a pesar de ser pobre estaba satisfecha con la vida que llevaba, quitando el hecho de que cada cierto tiempo necesitaba de algunas medicinas, difíciles de conseguir.
