Aún tu recuerdo vive en mi casa, tan fuerte y constante que estoy casi segura de que, si levanto los dedos, podría alcanzarte. Y si pudiera, borraría aquella mañana cuando volví a verte y ya no pudimos decir nada. Cruzamos de largo, pero una parte de nosotros aún esta ahí.
Palpita tan fuerte que me devuelve la vida entre las noches.
Y antes de que el sol se escondiera, tu aroma se instaló en mis pulmones, tus dedos echaron raíces sobre mis caderas y respiramos tan lento como si quisiéramos fundirnos de aquel momento.
Sigue tan vivo nuestro último atardecer, y eso es extraño. Tan extraño como cuando nos tocamos entre besos y la sonrisa llego de costado. Nos entrelazamos sin pensar en soltarnos.
Porque somos dos seres con almas fracturadas, de los que ignoran los fantasmas y pisan tan fuerte los errores con el orgullo entre las manos. Ahora no nos queda más que un recuerdo ardiente y aquellas pulseras a juego por las que tanto peleamos.
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Hasta que el verano se acabe ©
Short Story«HASTA QUE EL VERANO SE ACABE» es una recopilación de escritos y reflexiones que he ido archivando desde que tengo memoria. Son todas aquellas tormentas y retorcidas noches de las que se disfrazan las letras y de las que pocas veces se habla. Las...