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¿Y cuáles deseos me vas a dar?, dices tú,
Mi tesoro, basta con mirarlo
Oh
Y tuyo será,
Y tuyo será.

-Rodrigo Amarante

Estoy perfectamente consciente de que es ilegal, pero la enorme piscina de mi terraza nunca dejará de ser mi parte favorita en todo el mundo

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Estoy perfectamente consciente de que es ilegal, pero la enorme piscina de mi terraza nunca dejará de ser mi parte favorita en todo el mundo.

Me hace sentir que aunque me duela, la vida a veces tampoco es tan mala. Como cuando la arena te quema y te da igual porque corres hacia el mar.

Bajo el agua permanezco unos segundos, pues mi interior hace días que me atormenta con extraños temores y casi siento que este es el único lugar donde estoy a salvo.

Seguí el atrapante movimiento de mi cabello bajo el agua, y aunque ya me estaba faltando el aire, decidí aguantar un poco más.

El frescor se estaba sintiendo muy bien en mi piel bajo este ardiente atardecer, así que solo cuando ya tuve suficiente, di pataditas para subir a la superficie.

El impulso amenazó con desprenderme el bikini, pero no fue así. En la superficie había más calma que al interior. Cuán vacío y lleno se sentía mi corazón al mismo tiempo.

Aclaré mis sentidos entonces y oí a mi padre hablarme con cierta diversión en su voz.

—Te estoy llamando hace rato, ayer hiciste lo mismo. —Enseguida volteé y despejé mi rostro del desorden de mi cabello—, ¿por qué?

Sabía que se refería al hundirme demasiado tiempo, pero ahora mismo no encontraría las palabras para explicarme.

—¿Hacer qué?

Mi padre bufó y con un gesto de cabeza me indicó que saliera del agua.

—Tu tío Massimo está por llegar y viene con todos los chicos. ¿Qué te apetece cenar?

Miré un segundo las tenues estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo intenso, saboreando el mar en mi boca mientras pensaba.

—Salmón o... caviar también puede ser, cualquiera de las dos cosas está bien —respondí mientras comenzaba a flotar de espaldas—, si va a ser salmón que las verduras estén al dente, por favor, la última vez parecía puré.

Mi papá soltó una carcajada y asintió, consultando su brillante reloj.

—Bien, ahora sal del agua antes de que te enfermes.

Dicho esto, se retiró arremangando su camisa al interior de la casa a través de mi habitación.

Sintiendo ya la fría brisa sobre mi rostro y mis hombros, nadé con cuidado hacia la orilla.
Al llegar, apreté mi cabello para que estilara, acomodé mi traje de baño y me envolví en la toalla que dejé colgando sobre el rugoso tronco de una palmera.

La Mia Ragazza | J.JK - P.JM [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora