Desde la distancia, Alda escuchó un rugido como un trueno.
La lluvia caía, espesa e interminable. La selva hervía, agua calcinante desplomándose contra el suelo. Alda tembló y se escondió entre unos arbustos, esperando. Hundió los dedos en el lodo y cerró los ojos.
Uno, dos, tres. Escuchó pasos. Ligeros, de repente pesados. Se acercaban. Clack, clack. Hombres se llamaban en vano. Nombres hylianos, desconocidos. Sus gritos amortiguados llegaron a sus oídos en forma de un murmullo inentendible ahogado por los azotes de la lluvia. Tragando saliva, Alda apartó un mechón castaño de su frente y asomó la cabeza. Vio palmeras que se agitaban de un lado a otro por la tormenta y los chorros incesantes de lluvia.
"¿Escapó?" pensó Alda. Era lo más probable. Link era capaz de mantenerse a salvo. Una criatura como él estaría bien contra unos hombres con palos de acero. Después de todo, su aliento era fuego y sus garras letales. Link estaría bien.
Pero su corazón dudaba, pues llovía y el fuego cede al agua. Y el acero... el acero es veneno para los dragones.
Alda se incorporó y se adentró en la selva, gritando el nombre de su amigo. Resbaló una o dos veces en el fango pegajoso, pero siguió avanzando.
– ¡Link! – gritó, desgarrándose la garganta. Temía lo peor. Alda conocía de primera mano lo depravados que eran los hylianos. Sus sonrisas eran afiladas; sus ojos, pétreos; su corazón, un manojo de ceniza. Los hylianos habían destruido su vida, y ahora intentaban capturar al dragón.
No lo permitiría.
– ¡Link! – un rugido contestó, y después silencio. Alda se detuvo, soltando un sonido desesperado. La aprensión apresaba su corazón. Si Link...
De súbito, el dragón emergió de la maleza, reluciente como una estrella. Alda le tiró los brazos al cuello y apretó el rostro contra su cuello escamoso. Un calor desagradable, casi doloroso, irradiaba las escalas de la criatura, pero no le importó. Lágrimas de alivio corrieron por las mejillas de Alda, las cuales se evaporaron al contacto con la piel del dragón. Link colocó una garra en su espalda, apretándola contra sí. Él también estaba aliviado de verla.
– ¿Estás bien? – preguntó Alda, desprendiéndose del abrazo.
Link asintió. De sus fosas nasales corrían ríos de sangre y había varias cortadas en su cuerpo, pero estaba bien. "Los dragones son inmortales," recordó Alda, "pero sufren el corte del acero."
– ¿Por qué no los atacas? – preguntó Alda, mirando alrededor. Link lanzó una mirada repentina hacia atrás, como si hubiera escuchado algo. Resopló.
Son de Hylia.
Alda clavó la mirada en el dragón, entreabriendo los labios. A pesar de su aspecto amenazador, Link era noble. Jamás lastimaría a un hyliano, no cuando había sido creado para protegerlos.
– Han profanado este lugar. Y te lastimaron.
Si pudiera hablar con ellos...
– Pero no puedes – replicó Alda, desesperada –. Vuela lejos, donde no te encuentren.
En las alturas, Link estaría a salvo. Abajo los vientos rugían y la tempestad se desquitaba contra la superficie, pero sobre la barrera de nubes había calma y silencio.
Link extendió las alas, pero rápidamente las plegó de nuevo. Su ala izquierda, notó Alda, temblaba y se sacudía esporádicamente. Cinco flechas estaban hundidas en la membrana. Alda se acercó a arrancarlas, pero se detuvo a medio camino al escuchar un grito. El rostro del dragón permaneció impasible, aunque su cuerpo se tensó.
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Verloren (Revalink)
FanfictionRevali está dispuesto a hacer lo que sea por obtener el reconocimiento de su tribu. Link es un hyliano que ya le robó el protagonismo una vez. Cuando aparece un dragón que amenaza su aldea, Revali se compromete a matarlo. Irónicamente, para cumplir...