Capítulo 8: 🥀Una carta para mi amada🥀

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“Mi querida princesa, cada día te
extraño más que nunca. Quiero salir de esta prisión que me ata solo para estar al lado tuyo.

Escaparnos hacia un horizonte lejano y vivir amándote. Este bosque me tiene cautiva, hasta que una nueva reina gobierne, no podré ir hacia tí.

Perdóname, usted, la princesa de mis sueños y mi vida, es lo mejor que me ha pasado. Quiero verte, cuanto antes. Por favor déjeme tocar sus cálidas y delicadas manos hoy en la noche. Estaré esperándote en la cascada detrás del Bosque Gryde. Juro que nadie le hará daño.ˮ

Para mi querida princesa: Adeline
De su Reina Suprema.

Dos mujeres, de diferentes especies se amaban a escondidas. Sus creencias, vidas y religiones no le permitían amarse toda una vida. Lloraban, sufrían solo porque no podían estar juntas como lo deseaban.

Aquella canción escuchada por el príncipe Edward y cantada por su hermana, los cautivó a los dos. Ambos amaban a una misma especie en secreto, por lo que el dolor de estos hermanos era más grande que un propio dolor de muerte. En lo alto de una torre, Adeline contemplaba el Bosque Gryde. Un bosque temido por cualquier humano, uno neblinoso además de peligroso. Para la Santa Iglesia de Beyorn las criaturas conocidas como dríades eran demonios, tentadoras del mismísimo y temido diablo; aquel que se consideraba el eterno enemigo del señor. El odio entre ambas especies provenía de tiempos remotos, desde los primeros reyes y reinas de Beyorn. Sin embargo aquí se encontraba ella, suspiraba de amor mientras leía cada palabra de la carta en sus manos.

La tan esperada misiva de su amada, de su Reina Suprema se hallaba en sus manos

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La tan esperada misiva de su amada, de su Reina Suprema se hallaba en sus manos. Un ave la trajo en su pico y se posó en la ventana de la torre. Sus manos tomaron la carta adornada de flores y de un esquisito aroma a rosas. Tanto tiempo sin recibir noticias de su amada, este transcurría más lento sin estar a su lado, nunca resultaba suficiente el tiempo que juntas pasaban. Cada suspiro o pensamiento suyo iba dedicado a la Reina Suprema. Ocultó la carta en el vestido para dirigirse sin levantar sospechas a su recámara. La noche caía sobre Beyorn y solo la luna llena sería testigo de su encuentro.

***

Cuidar el jardín del palacio tras la cascada del Bosque Gryde, meditar en sus aposentos, conectada al alma del bosque, eran algunas de sus obligaciones. Mantener seguro el lugar donde las dríades descansaban en sus respectivas habitaciones u hogares resultaba más importante que cualquier otra cosa. La Reina Suprema caminaba con elegancia, los largos cabellos de un castaño oscuro portaban una corona de rosas. Recorría con tranquilidad el bosque, intentaba ignorar los pensamientos que cruzaban por su mente en cuanto a las tareas como reina.

(Saga) Legado De Sangre I: Fuerza De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora