Si alguna vez te atreves a mirar curioso por la residencia Tucker, da por sentado que siempre habrá alguien que ya te vigilaba desde su ventana.
Una melena azabache y profundos ojos miel que forman una silueta en el borde de la ventana central del segundo piso. Usando siempre un gorro azul y una chaqueta de la South Park High School, cargando un walkman a todos lados, como si hubiese nacido con el.
Estrictas mañanas y rutinas agobiantes que lo perseguían desde el verano del 78 y que aún después de ocho años se mantenía religiosamente en la casa.
Familia nuclear, cristianos de esos que van todos los domingos de traje a la iglesia y no puede faltar esa pisca de misoginia en cada comida. Una madre sumisa y un padre estricto, una hermana menor y un hijo de calificaciones promedio que vivía día y noche encerrado en su mundo.
Craig Tucker no protestaba, se limitaba a vivir lo suyo sin dar muchas molestias más allá de las juntas escolares donde siempre regresaba castigado por sus notas al no ser de excelencia.
Cualquiera que observaba de lejos admiraba lo pulcra que se veía la escena, un matrimonio criado a la antigua, una linda casa en un suburbio de clase media y donde siempre había galletas recién horneadas para las visitas.
SouthPark era un pueblo pequeño atrapado en un eterno invierno, una población que no rebasaba ni los 7.000 habitantes y que a duras penas contaba con un centro comercial y la única institución que había era una pública que solo llegaba a High School. Cualquiera que quisiera una carrera debía mudarse a cualquier otro estado en colorado y buscar oportunidades de fuera.
Todas las familias se conocían, o al menos la mayoría. Destacando que si se hablaba de los Stotch teníamos que mencionar nuevamente a los Tucker.
Thomas y Stephen eran como uña y mugre desde que el segundo se había mudado al pueblo una vez que se casó con Linda. Este matrimonio contaba solo con un hijo, de la misma edad de Craig y criado casi a su paso.
Stephen adoraba al niño Tucker, tanto que alentaba constantemente a Leopold a pasar tiempo excesivo con Craig todas las veces que coincidían en la iglesia. Stotch encontraba brillante al chico azabache desde que una cena donde (y después de mucha paciencia) logró conocer al muchacho intelectual que se escondía tras esos audífonos.
Impresionado por todo lo que el muchacho aprendía por su cuenta sobre las maravillas del espacio exterior y toda la seguridad en sus palabras en cuanto a hechos fascinantes de nuevas tecnologías, Stotch se había vuelto como un segundo padre para Craig. (O al menos lo intentaba).
Las vacaciones habían terminado y oficialmente era la tercera semana de agosto. Sábado 23 del 86, un clima favorable para el paseo de ritual que organizaban tres jóvenes abrumados por la primera semana de clases.
Craig despertó con los pasos descalzos de Tricia sobre las escaleras, ella era una ruidosa rompe huevos.
Acomodó su cabello frente al espejo y ató las agujetas de sus Air Force blancos (que a estas alturas parecían más amarillos que otro color). Tomó una sudadera azul rey y salió de su habitación con su walkman ya instalado.
En la cocina se escuchaba el ruido de siempre, Laura cocinando el desayuno y Thomas yendo de lado a lado arreglando su corbata y aspecto para salir de la casa lo más rápido posible una vez que terminará con su plato. La familia se saludó como de costumbre, casi ignorando la presencia de cada uno.
Se bendijo el alimento y todos comenzaron con sus platos.
—¿Y la escuela?– Llenó una voz ronca entre todo el picoteo de platos, provocando en Craig y Tricia un escalofrío.
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Call Me Again [AU CREEK]
ФанфикCraig es un adolescente cuya vida es tan monótona y simple como el pueblo invernal que lo vio crecer pero todo da un giro aquel agosto del 86. Poco después del aniversario de un suceso que marcó su vida, su actitud se ve afectada por las decisiones...