Capítulo siete: Duelo

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Black nunca había corrido tan rápido en su vida. Corría como si su vida dependiera de ello.
«Estuve concentrada en Rose, por eso es que no nos vimos hasta ahora ¿verdad?» 

La biblioteca estaba vacía, así que corrió hacia el campo de entrenamiento, pero la rubia no estaba a la vista. 

«Debe estar cansada, es eso ¿Porqué entrenaría luego de un enfrentamiento como ese?» 

Estaba aterrorizada. Solo quedaba su carpa, su habitación. Seguía corriendo, su cuerpo dolía muchisimo. Los ojos se le estaban llenando de lágrimas y cada vez le costaba más ver bien, pero se forzaba a sonreir. 

«No hay forma de que» Piensa Black, pero se interrumpe a si misma con una risa amarga «¿Por qué estoy llorando? Krista está bien, solo debe estar en su habitación, ella debe estar descansando.» 

Agobiada, se seca los ojos y ve la vivienda de su amiga. Se queda sin aliento cuando ve que las luces estaban prendidas y se detiene en su lugar. Todo el peso que había estado cargando en los hombros se alivia e incluso su paso se aligera. Suspira profundamente y por un segundo se siente estúpida por pensar que algo malo podría haber pasado. Sonriendo, apura el paso hasta llegar y toca la puerta. 

— ¿Krista? Soy yo, perdón por no haber venido antes — Exclama la pelinegra, escuchando pasos acercarse y dar vuelta el picaporte — Estaba con... Rose. 

Pero quién abre la puerta no era quien la chica estaba esperando, sino su hermano, con ojeras muy marcadas y el rostro manchado de lágrimas. Detrás de él está Laura, abrazando piezas de ropa con fuerza, mientras llora. Black da un paso hacia atrás y levanta sus manos a su pecho. Su corazón palpita con fuerza nuevamente, pero puede sentir todo el color denandose de su rostro. Ambos se miran a los ojos. Los de la pelinegra, aterrados, húmedos, brillantes. Los del rubio, cansados, tristes, apagados. Sin poder aguantar la tensión, él desvía la mirada, y eso le dice a la chica todo lo que necesita saber. 

Ella se cubre la boca con ambas manos y rompe en un llanto silencioso. Se dobla en dos y empieza a temblar. Jean hace una expresión amarga y apoya su mano sobre uno de los hombros de la joven, invitandola a entrar. Black levanta un poco la cabeza y acepta la invitación sin decir nada. Ambos se sientan en la cama frente a la otra chica, manteniendo una conversación silenciosa. 

El tiempo parece haberse detenido. Black no sabe si está disociando o si realmente todo esta tan silencioso, apenas podía escuchar los sollozos de la joven frente suyo. Se siente ajena a su cuerpo, y no puede moverse. Sus ojos trazan la silueta de los muebles, las esquinas, la ropa tirada en el suelo. El lugar está inundado con el aroma del cabello de Krista y no ayuda a calmar a la pelinegra. Casi puede ver la esencia de su compañera emanando de los objetos, casi puede verla preparandose para el día, trenzando su cabello frente al gran espejo del armario y dandose una sonrisa antes de salir a paso apurado a desayunar. 

Finalmente, sus ojos se encuentran con los de Jean. Él la mira conflictuado, como queriendo preguntar algo sin saber si era apropiado. Ningún pensamiento logra formularse en la cabeza de la joven mientras ve ese tono verde tan similar al que su amiga tenía. Solo emociones que la paralizan, le cierran la garganta y le hacen doler los antebrazos ¿Porqué los antebrazos? ¿Realmente ese impulso venía en ese momento? Que horrible, solo servía para hacerla sentir más culpable. 

—Black — Pregunta finalmente Jean, con la voz quebrada y los ojos húmedos ¿Estabas con ella? Por favor dime que estabas con ella. 

El labio inferior de la chica empieza a temblar y lágrimas se le empiezan a escapar de los ojos. No tiene aire. No puede respirar. La presión en su pecho se vuelve insoportable y siente como su corazón se estremece. Apenas ve borrones de colores de la habitación, y su dolor de cabeza se pone peor de solo contemplar de posibilidad de que su amiga hubiera muerto sola. Las manos nunca le dejaron de temblar, pero ante el pensamiento se ponen peor. Sus labios se contraen forzosamente en una sonrisa a la vez que ella baja el rostro. 

Black Kurenai: La guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora