Fairy Tail: Valhalla

Acto 11: Bifrost

Bjorn
El bombardero aterrizó a unas horas de su destino para ocultar lo mejor posible su rastro. Rob y Chelsea seguían inconscientes por lo que tuvieron que ser cargados.
Aquellos magos que habían combatido para asegurar la retirada también se encontraban agotados aunque habían pasado ya un tiempo desde el encuentro. Bjorn teorizaba que el duro clima del norte estaba teniendo efectos adversos sobre ellos.
La nieve comenzaba a bloquear los caminos al punto en que a Bjorn le pareció que el invierno había comenzado antes de tiempo y se preguntó si tendría algo que ver la influencia de los Hell Knight sobre la tierra.
En su recorrido hacia la tierra sagrada encontraron numerosas aldeas desoladas con apenas rastros de supervivientes. Para todos había quedado claro de dónde habían salido las tropas que invadieron Ishgar durante el primer ataque.

—Ya casi llegamos —dijo Bjorn.

Sköll sacudió la capa de nieve que cubría su pelaje y levantó la cabeza para olfatear el aire, quedándose atrás.

—¿Pasa algo muchacho? —preguntó Elizabeth.
—Está nervioso —respondió —. No habíamos estado aquí en mucho, mucho tiempo.
—¿A dónde nos dirigimos?
—Al centro de la tierra sagrada de nuestros ancestros, la cuidad de Midgar. Alguna vez considerada como la corona de invierno.

La tierra sagrada estaba ubicada justo a mitad de las tres comarcas que conformaban las tierras de invierno. Rodeada por montañas y valles que dentro de poco estarían cubiertos por la nieve.

—Si, sobre esa corona… No termina por quedarme claro qué es exactamente.
—Bueno, difícil de explicar —Bjorn se adelantó para cortar una rama en el camino y despejar el sendero —. Aquí en la tierra del norte convivieron más de una raza, como elfos, dragones o los débiles pero muy numerosos humanos. Cada una con su territorio y cultura propios — al estar distraído con Elizabeth, Bjorn por poco olvida borrar sus huellas —. Todos estuvieron en conflicto durante mucho tiempo hasta que algo ocurrió.
—¿Algo?
—Una catástrofe sin igual, probablemente los Hell Knight. El punto es que en aquel entonces todas las razas estuvieron al borde de la desaparición —Bjor hizo una pausa para observar al grupo desde lo alto de una colina —. Entonces nuestros dioses, los Vanir y Æsir aparecieron de la nada.  
—Si, Rob mencionó algo así antes.
—Ahora comienzo a creer que fueron los Einherjer y las Valkirias —Bjorn cruzó los brazos —. Ellos fundaron la corona de invierno, conformada por todas la razas que habitaron el continente del norte.
—¿Y qué sucedió con esas otras razas?
—No estamos completamente seguros, aparentemente los dragones abandonaron el continente poco después de la gran guerra —Bjorn lo meditó un poco —. Es probable que las demás razas fueran absorbidas por los humanos al mezclarse con ellos como sucedió con los elfos.
—Eso quiere decir que ustedes tienen sangre no humana. 
—Pues, las familias nobles del norte tienen sangre de elfo. Los tres Jarl, Siegfried, Balder y Ragnar, también Rob, Chelsea y tú.
—Mmm —Elizabeth inclinó su cabeza pensativa —. ¿Dijiste familias nobles?

La caída de nieve aumentó y todo comenzó a cubrirse de blanco. La temperatura disminuía y la fuerza del grupo estaba mermando poco a poco. El terreno plano se terminaba y dejaba paso a altibajos de terreno rocoso.
Con la caída de la noche, la temperatura comenzaba a ser un problema pues no todos estaban acostumbrados a soportar climas fríos extremos.

—Originalmente había siete comarcas aquí en las tierras de invierno, cada una dirigida por una familia desde tiempos ancestrales. Cuatro de ellas fueron conquistadas y anexadas a las otras con el paso del tiempo. Además de eso, a lo largo del continente hay muchos otros pueblos que bien pueden considerarse vikingos aunque no pertenecen a las tierras de invierno.
—¿Anexadas? ¿Y qué pasó con las familias dominantes?
—Lo que pasa en toda conquista, rendición o muerte. Tres de ellas aún dominan el norte y nuestro maestro rastreó las dos hasta los Hearthfilia y los Dragnof de Ishgar.
—Esas son cinco. ¿Qué hay de las otras dos?