Esta noche todo puede ser... y será

795 98 2
                                    

Esta noche todo puede ser... y será



Los ojos verdes reflejaban una enorme ternura al mirar el rostro pálido de Severus. Acercó su mano acariciando sus labios entreabiertos sintiendo la casi imperceptible respiración, y ese cálido aliento que apenas tocó la yema de sus dedos le recorrió la piel brindándole esperanza.


— Estoy aquí. —le susurró inclinándose hasta su oreja, pero los párpados continuaron cerrados—. ¿Me escucha?... ¿quiere que le lea algo especial para hoy?


No hubo respuesta. Harry se inclinó hundiendo su rostro en el cuello del hombre, con su mano acariciando las mejillas hasta perderse en las largas hebras negras... un suspiro se perdió acariciando la piel mortecina "Por favor"... pero seguía sin respuesta.


Fue hacia las ventanas para correr las cortinas y que entrara un poco de sol, luego regresó junto a la cama sentándose a su lado, mirando al mago sumido en un sueño tan profundo que nadie podía despertarlo.


— Hace un día hermoso, Profesor. —le dijo Harry peinando los largos cabellos con sus propios dedos—. Bueno, sé que a usted le gusta más la oscuridad, pero los médicos dijeron que el sol es bueno para la salud y sospecho que usted querrá aliviarse pronto... ¿o ya no quiere su cita con el chico de ojos verdes?


El ruido de la puerta al abrirse hizo que Harry se limpiara rápidamente una fugitiva lágrima y fingiera estar acomodando las sábanas para no mirar de frente al recién llegado.


— He venido por ti. —dijo una conocida voz a sus espaldas.

— No iré, Draco, gracias... prefiero quedarme.


Harry buscó entre los libros de la mesa y tomó uno que abrió en el lugar donde sobresalía un separador de papel en forma de caldero.


— Le prometí que terminaría de leerle este capítulo.

— Has estado encerrado en esta habitación por seis meses, Potter. Todos lo hemos tolerado porque creímos que tarde o temprano aceptarías que eso no es necesario, pero este día no creo que debas quedarte.


El ojiverde miró por primera vez a quien fuera su eterno enemigo. En esos seis meses los había unido mucho la preocupación por Severus. El primer mes habían vivido juntos a un lado de esa cama de hospital, sin embargo, Draco desistió antes de quedarse todo el tiempo junto a la cama, tuvo que regresar a su vida de siempre. Ahora lucía una túnica de gala en color gris, que combinaba perfectamente con sus bellos ojos.


— Te ves bien. —le dijo tristemente—. Puedes invitar a cualquier otro, pero yo no puedo ir.

— No se trata de invitar a nadie más. —afirmó el rubio rodeando la cama para sujetar a Harry por las manos—. Es la boda de tus mejores amigos, y si yo acepté ir fue para acompañarte, Potter, ni creas que me entusiasma mucho presenciar como esa parejita se casa.

— ¿Y si despierta? —preguntó mirando a Severus Snape sobre la cama.

— Él te esperará... Porque si no vas tú, entonces de nada habrá servido comprar esta túnica que apabullará a todos tus amigos.


No sabía que hacer, no quería irse, pero tampoco podía decir que la boda de sus mejores amigos no le importaba. La puerta volvió a abrirse, Remus sonrió al ver a Draco aún sujetando las manos de Harry, de inmediato comprendió su presencia en ese lugar.


— Parece que te me adelantaste, Draco.

— Pues ojalá tú sí puedas convencerlo, Remus... No quiere venir conmigo.

— Acepta, Harry, te aseguro que Snape no se sentirá muy contento si sabe que has desaprovechado tu vida... Por algo hizo lo que hizo.

— Está bien. —aceptó finalmente consiguiendo que sus amigos sonrieran animados—. Pero antes le diré a la enfermera que me llame enseguida si pasa algo.


Ni Draco ni Remus protestaron, ya sabían que de otro modo Harry jamás accedería a ir a esa boda. Unos minutos más tarde, los tres amigos salieron juntos con dirección a la Madriguera, ahí sería la ceremonia de matrimonio entre Ron y Hermione.


Remus consiguió un traje de gala para el ojiverde y en poco tiempo éste se mezclaba entre los asistentes, acompañado por el rubio.


— ¿Dónde están Ron y Hermione? —preguntó Harry cuando ocuparon un lugar entre los invitados.

— Son los novios, Potter, su tarea es hacerse los interesantes. —rió Draco—. Ah, mira, ahí vienen.


Harry miró hacia el final del pasillo que se encontraba entre las dos hileras de filas adornadas con azucenas. Vio como Ron caminaba acompañado por su padre. Sonrió al notar que su amigo estaba rojo hasta las orejas, sin embargo, en cuando sus ojos se encontraron, los azules brillaron de alegría, y olvidándose del protocolo, corrió a su lado.


— ¡Harry, que bueno que viniste!

— Mis felicitaciones, Ron, creo que serás muy feliz con Hermione.

— Lo sé. —aceptó el pelirrojo con un brillo especial en su mirada—. ¿Cómo estás tú?

— Bien, gracias.

— ¿Y el Profesor Snape?


El ojiverde no consiguió reprimir una mueca de dolor pensando en las condiciones en que estaba su ex Profesor. Ron quiso disculparse comprendiendo la tristeza de su amigo, pero su padre llegó justo en ese momento para apurarle, debían llegar hasta el altar pues las primeras notas de la marcha nupcial ya sonaban y Hermione no tardaba en aparecer.


Cuando por fin una novia comenzó su recorrido por la extensa alfombra roja, su alegría e ilusiones podían casi palparse. Pero tampoco nadie se asombró cuando de pronto echó a correr hacia donde estaba Harry para abrazarlo con fuerza, ya sin importarle que el largo vestido quedara medio enredado en su cauda.


— ¡Gracias, gracias por venir!

— Por nada del mundo me perdería su boda... pero sigue, que Ron te espera.


Hermione asintió, aunque antes de irse miró a Draco junto a Harry sonriéndole con picardía. El ojiverde no hizo caso de eso y ocupó su lugar de nuevo mientras la ceremonia empezaba.


— ¿Sabes que muchos piensan que terminaremos saliendo? —preguntó Draco—. Creen que tu insistencia en cuidar de Severus es sólo agradecimiento. Incluso esos dos... —agregó señalando a los novios—... dijeron que necesitabas a alguien como yo, aunque sospecho que Weasley lo hizo presionado, no le quedaba de otra si quería tener boda.

— ¿Y qué piensas de eso?

— Que parece como si no hubieran pasado contigo los últimos años de tu vida. —aseguró sonriendo—. Por lo menos yo, no haría lo que tú haces, por nadie que no fuera mi familia o el hombre que amo... Y Severus Snape no es tu familia.


Harry miró como el ojigris volvía a concentrarse en la ceremonia y él quiso hacer lo mismo. Sin embargo, su mente vagaba claramente al momento en que se desarrollaba la última batalla.

Esta noche todo puede ser... y seráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora