Capítulo 1

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El constante traqueteo del tren pareció detenerse durante una fracción de segundo, antes de reanudarse nuevamente. En el cabina con el número 3807, una figura abrió los ojos parpadeando confusa ante la pantalla que mostraba lo que parecía un mundo en ruinas.

-¿Es triste no?-se escuchó una voz monótona que sobresaltó a la figura.

Finalmente, la figura se dio cuenta que no estaba sola; había un hombre a su lado, que observaba la pantalla con una mirada ausente.

Un hombre con un gastado abrigo blanco. Cuando aquel hombre la miró supo quién era. Había leído sobre esta persona. Un hombre que cargaba con el peso de una gran historia sobre sus hombros, una historia llena de los sentimientos más hermosos y terribles. Por ese hombre se había exasperado y enojado; se había sentido orgullosa y alegre. Había llorado por ese hombre. Tantas veces había querido entrar al libro y sacudirlo para que se le quitara lo suicida y denso que había llegado a ser. Tantas veces había querido entrar al libro para abrazarlo y consolarlo.

Él era un hombre que se había maldecido a sí mismo por amar una historia. Ahora lo tenía frente a ella y no sabía qué hacer o cómo reaccionar.

-¿No dirás nada?-preguntó el hombre a la figura que se había quedado congelada mirándolo.

Su voz cansada y áspera la devolvió a la realidad, fue entonces que pudo jurar por su vida que sabía con certeza quién era. Esos ojos negros con miles de estrellas que parecían haber perdido su brillo, las sombras debajo de ellos, la palidez casi enfermiza de su piel, los labios secos que formaban una sonrisa desafortunada. Ese hombre era la viva imagen de la soledad y desolación.

El corazón de la figura se apretó dolorosamente y una lágrima calló por sus mejillas. Así no era como quería que las cosas pasaran, así no era como quería ver a ese hombre que admiraba y amaba. Ese no era el final que quería para él.

-Kim Dokja-susurró la figura con voz quebrada.

El hombre le ofreció una sonrisa vacía y volvió a girarse a la pantalla.

-No tienes porqué llorar; no vale la pena llorar por mí, lectora.-comentó el hombre con un leve encogimiento de hombros.

Ante esas palabras la figura derramó más lágrimas, ahora no solo de tristeza sino también de enojo.

-Yo decidiré si vale la pena o no llorar, son mis lágrimas después de todo.-reprochó la figura.-Y deja de menospreciarte tanto Kim Dokja ¿quieres?

-Kim Dokja.-musitó el hombre, sonando lejano.-Solían llamarme así hace mucho tiempo, a mi yo que ignoraba lo que había causado. Ahora solo soy el Sueño Más Antiguo.

-No digas más tonterías.-replicó la figura con los dientes apretados.-Como me llamaste antes, yo también soy una lectora. He leído tu historia, al igual que tú leíste la historia de Yoo Jonghyuk. Piensas que eres culpable de amar su historia, entonces yo también soy culpable de amar la tuya. Piensas que no vale la pena que sufran por ti, pero tú sufriste por alguien tan idiota como ese regresor; alguien que cometió muchos errores, que en ocasiones llegó a dejar de ser un humano, que hizo cosas terribles. Pero aún así lo amaste y lo ayudaste a llegar al final, a costa de tu vida. Entonces, ¿qué mal hiciste tú? ¿Qué hace que creas que no mereces ser perdonado y ser feliz? ¿Por darle un estigma maldito que el mismo Yoo Jonghyuk te pidió a pesar de tus advertencias? ¿Por amar tanto una historia y soñar con ella que se volvió realidad? Todos los lectores amamos historias y muchos soñamos con ellas. Para muchos de nosotros, esas historias son nuestro lugar seguro, nuestro escape del mundo maldito en el que nos tocó vivir.-la figura sollozó.-Mierda, ¿cuántas veces quise meterme en una historia y ser un personaje que admiraba?, ¿cuántas veces quise ser un personaje ficticio porque detestaba a mi mediocre yo?

Sueño de una ronda 999- ORVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora