14. Mirar a los ojos.

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Observa su reflejo en el vidriado de la cafetería, endereza un poco el cuello de la camisa y coloca algunos mechones de su cabello tras su oreja. A su vez, considera que debería haberse puesto una camiseta en vez de estar tan formal, pero tampoco quería dar ese aspecto de confianza a Dio...no tan rápido.
Toma aire, como si tuviese vacío los pulmones, y empuja la puerta para hacerse paso.

Su mirada escanea un poco el ambiente, notando que había suficiente gente al ser sábado por la tarde, tratando de dar con la cabellera rubia del auditor. Claro, no es muy complicado. En las mesas del fondo visualiza al individuo, conversando muy alegre con la mesera quién reía encantada.

Noriaki camina despacio hacia la mesa, sin dejar de observar, hasta que choca la mirada con la de su cita, que habla algo bajo consiguiendo que la chica de la cafetería se aleje.

—Te ves deslumbrante, como siempre —halaga Dio, al verlo sentarse frente de sí—. Sabía que no me ibas a dejar plantado.

El pelirrojo trata de disimular su evidente nerviosismo, tomando la carta para ver qué podía ordenar.

—Gracias, no te ves mal tampoco.

Dio sí llevaba una camiseta blanca bastante apegada al cuerpo, con una chaqueta de cuero encima de sus hombros. Una vestimenta curiosa para alguien que vive en esa zona.

—No te preocupes, ya ordené algo para ambos. —exclama, arrogante—.

Noriaki solo lo mira, dubitativo.
No sabe nada de sus gustos, si es alérgico a algo, o esas cosas; estaba siendo demasiado confiado.
Trató de decir algo, pero sólo vió como se acercaba la moza con su bandeja, la cual deposita sobre la mesa de los jóvenes.

En ella hay un café cortado, unos croissant, unos pancakes y un batido de arándano. Todo con un aspecto de ser muy costoso.
El de cabello rojizo trató de sonreír para demostrar gratitud, pero tenía muchas ganas de decir que no le gustaba tanto el arándano y hubiera preferido uno de fresa o incluso un café solo.

Dio levantó un poco el mentón, mirándolo con superioridad, como solía hacer, y le devolvió la sonrisa totalmente complacido de haber atinado con los gustos de su cita, sin saber la verdad.

Interactuaron bastante, Dio trataba de acariciar la mano del contrario y en más de una ocasión le tiró algún piropo entre halagos e indirectas. Si bien Kakyoin estaba encantado con la buena compañía que podía ser su compañero, en el fondo sentía una leve incomodidad puesto que no estaba acostumbrado en absoluto a que coqueteen con él.
Más allá de que el auditor hablaba muchísimo, y sobre sí mismo, pero eso lo hacía algo divertido.

—Y por eso tengo esta cicatriz en el cuello. —dice el rubio, mientras se señala con cierto orgullo—.

—Fue una historia alocada. —responde entre risas, a la vez que deja su vaso sobre la mesa—.

Pero ni bien posa los dedos sobre la madera, percibe una vibración de su celular y ve como este se alumbra dejando ver que había recibido un mensaje.
Ese mensaje que tanto había esperado.
En su rostro se ve la tensión, y cómo tiemblan sus manos al tomar el dispositivo logra llamar la atención de Dio.

—¿T-te molesta si leo ese mensaje? —indaga Noriaki—.

Dio hace un gesto permisivo, y lo observa tratando de poder ver con quién y de qué hablaba. No llega a entender, pero sí puede notar que era importante para conseguir que el joven estuviera tan nervioso.

Por su parte, Kakyoin quiere desvanecerse allí mismo. Quiere borrarse de la existencia, o al menos estar en su casa para poder afrontar todo con mayor calma.

A kilómetros de ti. (JJBA) -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora