17 de octubre, 2020
— ¿Entonces está todo arreglado, no? —pregunto hacia mis hermanas— el problema es cuando lleguen las doce y caigan las máscaras.
— Sin caídas —aclaró Cynthia—, no al menos a las doce. Estuvimos hablando con papá y llegamos a la conclusión de que era muy anticuada la historia de Cenicienta y logramos conseguirte una hora más.
— Las máscaras caen a la una, a esa hora ya tienes que estar aquí.
— De acuerdo —suspiré— a las nueve el viejo decrépito anuncia mi compromiso y brinda por una unión fructífera y duradera, a la una caen las máscaras, osea que tendría que irme antes de las nueve y volver antes de la una, entendido.
Me miré en el espejo, convenientemente las tres estábamos usando vestidos del mismo color: verde jade, en mi caso, llevaba el cabello suelto y completamente rizado haciendo que luciera más salvaje, mi máscara era plateada y cubría toda la mitad de mi cara, ese color hacia a mis ojos más grises. La máscara de Cynthia era negra, con estilo cat eyes y la de Leslie blanca con plumas, las dos llevaban el cabello recogido, una en un moño alto y elegante y la otra de medio lado. Por supuesto que iba a intercambiar máscara con Leslie por una cuestión del color de cabello, pero Cynthia había dicho que sí nos vestimos las tres igual sería menos raro porque quedaría como «cosa de hermanas» y así no sería tan sospechoso. Algo con lo que Leslie y yo estuvimos completamente de acuerdo.
La fiesta era en el hotel Excelsior, en la terraza para ser más específicos, un lugar ridículamente grande y que estaba decorado por luces de navidad y tulipanes, mis favoritos. Leslie había convencido al viejo decrépito de quitar el enorme cartel que decía mi nombre junto al apellido Ryder por uno con el típico «happy birthday Kaylee» así que no tenía preocupaciones sobre que un cartel le revelara quien era a Riven.
Entre la gente busqué a Jordyn, sabía que Riven aún no había llegado porque dijo que me pondría un WhatsApp. Mi mejor amiga estaba hablando con mis hermanos, llevaba una copa de champagne en su mano y un abanico lila a juego con su vestido en la otra. Me acerqué a ellos y después de saludar centré la vista en mi hermano mayor quien había optado por la ropa negra que había a sus ojos azules.
— ¿Rose no vino contigo? —pregunté.
— No, no quiere despegarse de Abby —respondió Ian a lo que asentí.
Luego desvié mi atención a mi mejor amiga, notando que poco a poco se había ido apartando con Cole, también noté que los dos estaban un poco ya pasados de copas, pero decidí obviarlo teniendo en cuenta que deberían conocerse antes de casarse y ¿Que mejor manera de hacerlo que sin inhibiciones y complejos? Justo lo que el alcohol les quitaba.
— Kaylee —escuché mi nombre detrás de mi, fue involuntaria la reacción de poner los ojos en blanco, lo prometo.
Me giré para ver a Oliver Tipton, él tomó mi mano y besó mis nudillos al mejor estilo de Titanic y yo nuevamente puse mis ojos en blanco.
— Feliz cumpleaños —dijo, yo asentí y por fortuna no fue mucho el tiempo que estuve escuchado su palabrería porque mi teléfono sonó con el mensaje de Riven anunciando que ya estaba aquí.
Por cortesía me despedí de Oliver Tipton y me fui en busca de mi novio.
Mi novio, supongo que son palabras muy fuertes a las que aún no me adapto, pero que me gusta decir. Riven es mi novio y estoy disfrutando cada segundo de esta relación que poco a poco me está haciendo caer en un profundo enamoramiento.
Siento que unos brazos me agarran desde atrás y me tenso, hasta que ese característico olor de colonia cara llena mis cosas nasales e inmediatamente me relajo, también mi corazón se acelera.
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El Diario de Kaylee (Libro #1: Los Hermanos Ryder) ©
Novela Juvenil«No se puede huir de lo que te acelera el corazón y te detiene el tiempo» - Danns Vega