In Love and in Passion

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El traslador estaba programado para las 8 de la noche.

Quedaba media hora y tanto Draco como Theo, sentados en el área de espera del salón circular del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, lucían ansiosos, aunque por distintas razones.

Draco en su uniforme de auror, cuya túnica resaltaba el producto de largas horas de entrenamiento y sus muy particulares rasgos, había procurado no dar mayor explicación por su presencia más allá de la protocolar.

La carpeta que llevaba bajo el brazo era la excusa perfecta.

Él solo estaba cumpliendo su trabajo, esperando a su jefa para darle los informes sobre el término del programa de aurores novatos...y que tuvieran una relación fuera del trabajo, después de aquella noche tequilera, no tenía nada que ver.

Tampoco que llevara dos semanas de abstinencia y un humor de los mil diablos desde la última carta de su... jefa.

...porque novia no era. Ella, (absurdamente, si le preguntaban a él) insistía en que era "muy pronto".

"....estoy feliz de haber tomado el trabajo de protección, aunque no me correspondía. He conocido a muchos magos y brujas interesantes y ayudado un poco con algunas tareas, además de vigilar. Supongo que muy en el fondo extraño un poco investigar cosas nuevas. Obviamente no dejaría mi puesto en el departamento por nada; pero esta experiencia me ha ayudado a aclarar mi mente. A mi regreso tú y yo tenemos que hablar, ahora te dejo. Royce y los muchachos ya me llamaron. Están listos para la última expedición.

Cuídate, M. Nos veremos pronto".

No solo fue el tenemos que hablar, lo que destrozó parte de su autoconfianza. Merlín sabía que nada bueno salía de una frase como esa; pero que llanamente ella cerrara su carta anunciando que un tal Royce y los muchachos la requerían, en definitiva, pudo con su muy esmerado autocontrol.

No pudiendo con su genio fue a revisar el expediente presentado al departamento de aurores, ávido de saber quiénes integraban el equipo de investigación. Pasando por el líder que prefería el anonimato, otros principales como Granger, llegó a los asistentes en América. Hasta que dio con el tal Royce.

Royce Rouviño. Mago brasileño mestizo experto en herbología tropical. Mago de 29 años. Mago que ella apenas tenía semana y media de conocer. ¿Y ya lo tuteaba?

¡Ni siquiera lo hacía con él!

En su carta lo había llamado M. Y sí, en el éxtasis de aquella noche tequilera (y las que siguieron) había conseguido arrancarle su nombre entre suspiros; pero a la mañana siguiente volvía a ser Malfoy. En los pasillos seguía siendo Malfoy. Es más, ella tenía contacto estricto con él, siempre ocupada; siempre con algo pendiente.

¿Y ahora venía a decirle que tenían que hablar? ¿Y luego llamaba al tal Royce como si fueran viejos amigos?

No. No. Eso no estaba bien.

Él había sido muy paciente. Incluso se sorprendía a sí mismo por todo lo que pasaba por alto. Y es que estaba convencido de que ella valía la pena; pero si era sincero, su paciencia había llegado casi a sus límites.

Tan absorto estaba en sus tortuosos pensamientos que no se dio cuenta de la atención de Theo sobre él hasta que lo oyó carraspear con fuerza.

—Romperás esos documentos si sigues así.

Draco parpadeó y miró la carpeta que había pasado a sujetar con ambas manos. Mierda. ¿En qué momento había pasado a estrangular los informes?

—¿Noche pesada, Draco? No luces muy bien.

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