Capítulo 1. Julito verano.

5 0 0
                                    


1. El hombre del espejo.

El mundo está lleno de historias de amor. Muchas de ellas nunca llegan a contarse. Y otras tantas, ni a ser... Pero no es el amor lo único que está sujeto a esta reflexión. ¿Alguna vez has sentido la necesidad de marcharte lejos y no volver? ¿Te has preguntado en alguna ocasión qué pasaría si, un día, de repente, dieras media vuelta e hicieras algo totalmente distinto a lo que se supone que deberías hacer? ¿Y si hoy fuera <<en un momento dado>>?

Julio era un hombre cálido, como el mes cuyo nombre compartía. Y eso que la vida no le había tratado lo que se dice bien. En cambio, había sabido sacar partido de todo; y es que, al final, la verdadera esencia de las personas siempre se impone. Pero no nos adelantemos.

―¿Qué tal la presentación? -preguntaba Abril en un whatsapp.

―Un coñazo, como siempre (lengua) -respondió, con una sonrisa en la boca, imaginando la cara que pondría ella al leerlo.

―¡Julio! Vaya ejemplo... (cara reprobatoria).

―Ya eres mayor, no lo necesitas (sonrisa).

―No sé por qué sigues dedicándote a eso, no te pega nada.

―Algún día te lo explicaré, pero intentaré que nunca tengas que entenderlo por experiencia propia.

―Me sobreproteges demasiado y, como bien has dicho, ya soy mayor.

―No para mí.

―Que te compre quien te entienda (risa con sudor).

Bloqueó el móvil, lo dejó sobre la mesa y su sonrisa se tornó melancólica de camino al baño.

―Has estado espectacular -le dijo, mimosa, Marga, la compañera del despacho de al lado, mientras le colocaba despacio el cuello de la camisa, a pesar de que estaba perfectamente colocado.

―Gracias, Marga -respondió Julio, distraído, obviando el gesto.

―Deberíamos celebrarlo... -probó de nuevo ella. Pero él ya se había perdido pasillo a través y dentro de sus pensamientos.

Al llegar al baño, se sorprendió al comprobar que, si bien el encuentro con Marga no le había producido ni frío ni calor, cierta parte de su anatomía no pensaba lo mismo.

―Vamos, chico, céntrate, que hemos venido a otra cosa -le dijo a su apéndice rebelde, intentando hacer pis.

―Déjame adivinar, te has cruzado con Marga-irrumpió, de pronto, Felipe, haciendo que se sobresaltase.

―Coño, tío, pareces un puto fantasma. ¿De dónde sales? -le increpó Julio, malhumorado.

―¿Te refieres a ahora mismo o es una reflexión metafísica? -preguntó el otro con sorna.

―No estoy para tus tontadas, macho. Mea calladito, anda.

―Ni para darle una alegría al cuerpo, por lo que veo. De verdad que no te entiendo -continuó con su perorata, una vez situado en el inodoro de al lado―. Pues te digo una cosa: o te la tiras tú o me la tiro yo.

―Con eso que te cuelga ahí, no le haces ni cosquillas. No la hagas perder el tiempo para eso, máquina.

―Sí, sí, ríete, pero me la voy a calzar -sentenció, subiéndose la cremallera y encaminándose hacia la puerta, todo a la vez.

―Sabes que es un ser humano, ¿no, gañán?

―Un ser humano con dos tetas enormes.

―Sí, enormes; justo al contrario que tu cerebro. Cambia el chip, animal. ¡Y lávate las manos! ―Pero Felipe ya se había ido―. Qué puto asco de tío... ―murmuró, y terminó con su misión, que fue posible gracias al <<bajón>> que le había provocado el otro idiota.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 11, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Y si hoy fuera &quot;en un momento dado&quot;? 📔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora