El Balón

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—¿Está todo listo Louis?—dijo mi madre al meter los horarios de clase que me tocaban durante el primer semestre en mi maleta. Ella estaba nerviosa, yo también lo estaba. Me aterraba la idea de cambiarme de escuela ya para el último año, lo que más miedo me daba era la clase de gente que podría encontrarme en J.K. High School (John Kennedy High School), digamos que la escuela es conocida por su no tan buena reputación. Recuerdo que leí una vez que arrestaron a cinco estudiantes por venta ilegal de pirotécnicos dentro de la escuela, pero no tenía opción, mamá había perdido su trabajo y no podría pagar mi último año en mi antigua escuela. J.K. High School era la más barata en toda la ciudad, aunque los alumnos no son un ejemplo a seguir, la enseñanza no está tan mal, además tienen actividades extracurriculares que te ayudan mucho a entrar a la universidad. Algo de bueno tenía que tener.

—Sí mamá. Todo ya está en mi maleta.—le respondí, ella sonrió, pero en el fondo estaba asustada, ella sabía que la escuela no tenía buena racha y de lo asustado que estaba. Pero no había nada por hacer, yo haría este esfuerzo por ella. Además, es solo un año. La abracé fuerte y salí por la puerta principal. El día estaba nublado y hacía frío, amaba los días así. Cogí mi bicicleta y manejé hacia la escuela, mi mamá se había ofrecido a llevarme, pero le dije que no quería que me jodieran desde el primer día. No es que esté avergonzado de mi madre, ni tampoco de nuestro auto, pero un chico gay al que su mamá lo lleva al colegio no pasaría desapercibido por los matones, menos el hecho de que soy gay.

Eran las ocho y cuarto, la entrada normal era a las ocho y media, pero estoy seguro que todos llegan una hora después. El olor a cigarro en el aire me hizo dar cuenta que no estaba tan lejos, y no lo estaba, al doblar la esquina me encontré frente al estacionamiento de la escuela. Había muchos autos, algunos lindos, algunos feos, otros seguramente robados. Está bien, no subestimaré a la gente, de seguro llego a hacer amigos muy buena onda. Me bajé de mi bici buscando un estacionamiento de bicicletas para enganchar la mía. Encontré uno a unos cuantos pasos y enganche mi bici. Le puse doble cadena por si algo llegaba a pasar. Más autos llegaban al estacionamiento, muchos de ellos con el volumen alto. Se bajaban de sus autos y prendían un cigarrillo a pesar de las señales de "no fumar" que estaban en todas partes. Más personas llegaban, chicas con casi nada de ropa que buscaban seducir a los chicos, y chicos con casacas de cuero que parecían que te iban a golpear si los mirabas a los ojos. Traté de no hacer contacto visual con nadie, no quería un ojo morado el primer día. La gente pasaba junto a mí y me miraba de manera indiferente, algunos se reían, otros hacían comentarios que no quería llegar a escuchar.

Por fuera, la escuela se veía bien, tenía algunos grafitis en las paredes, pero no parecía una cárcel con rejas en las ventanas y alambres de púas en las paredes. Entré y caminé por los pasillos, buscando el salón B129. Pensé en preguntarle a alguien, pero no iba a arriesgarme. Al sonar la campana, los pasillos se atestaron de gente y éstos al caminar me empujaban y pisaban, pude haberme caído y ellos seguirían caminando sobre mí. Me hice a un lado para poder leer mi horario, abrí mi maleta y saqué el papel plastificado donde estaban todas mis clases, atrás del papel había un mapa de la escuela. Traté de adivinar donde es que me encontraba yo y buscar una ruta para llegar al salón B129. Justo para mi suerte, estaba al otro lado de la escuela, pasando la cafetería, el gimnasio, el auditorio y la cancha de futbol. Cerré mi maleta y caminé por los pasillos siendo guiado por el mapa que tenía en mano. Pasé por la cafetería y el gimnasio y doblé a la derecha como lo decía en el mapa. Seguí caminando observando los casilleros, todos pintados con palabras obscenas o frases que no llegaba a entender. Me había olvidado que tenía asignado un casillero, el número 354. Miré el número de los casilleros, iban del 200 al 300. Giré al pasillo de la izquierda donde estaban los casilleros del 300 al 400. Justo en el medio del pasillo estaban los casilleros 354 y 355. Me acerqué a mi número correspondiente, era de color gris y no estaba pintado. Volteé la hoja del mapa y, justo al costado donde estaba mi horario había una clave escrita con lapicero negro. "20354" era la clave, la ingresé y mi casillero abrió. Tenía restos de galleta, pero aparte de eso estaba limpio. Dejé unos cuantos cuadernos y solo me llevé el de mis dos primeras clases con un par de lapiceros. Volví a ver el mapa y seguí caminando, justo al final del pasillo había una puerta de vidrio y al costado estaba el auditorio. Abrí la puerta y estaba la cancha de futbol. Era enorme y tenía gradas como para dos mil personas.

  — Vaya.—dije para mis adentros. El lugar era inmenso, deben de tener un buen equipo.  De pronto la cancha entera se vió aturdida por un grupo de chicos vestidos en sus uniformes de futbol americano. Todos se veían muy fuertes e intimidantes.

  — Mierda.— el grupo de chicos se acercaba y yo estaba parado en medio de la cancha. Los chicos se dieron cuenta de su presencia y empezaron a hacer comentarios y se reían en voz alta. Pude oír a uno decir:

  — Mira que tenemos aquí, Harry.— La multitud de machos se abrió y dejo pasar al que creía yo el lider del equipo. Un chico muy alto, con cabello rizado y ojos verdes. 


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⏰ Última actualización: Dec 17, 2015 ⏰

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Behind the Closet | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora