📖CIENTO VEINTIDOS📖

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-Sabemos que llegaron aquí desde la Superficie... - soltó con una voz serena y firme, este chico si era el que gritaba desde el túnel. - Así que lo preguntaré una vez, ¿quiénes son? Y ¿qué hacen aquí?

Kikyō me lanzó una mirada rápida, Niggel comenzó a temblar de miedo. Carla fue la única que abrió la boca...

- Parece que la castaña entiende lo que digo. Bien niña, ya que pareces ser razonable, responde: ¿quiénes son y qué hacen aquí? - dijo el que parecía ser el líder.

Mi amiga siguió con la boca abierta, pero solo para simular un bostezo y sonreír divertida. «¡Maldita sea, Carla! Tomate algo enserio por primera vez, por favor.», pensé, incapaz de contener una sonrisa.

El líder no pareció reaccionar ante la burla, solo la observó detenidamente.

-¿Nadie va a hablar? ¿Acaso en la superficie no se los enseñan? - insistió pacientemente, esta vez enfocando su atención en mi.

-No sabría decirte, no venimos allá. - le respondí encogiendome de hombros.

Yo y mi manía de no poder tolerar el silencio; aunque tampoco es que fuera idea quedarme callado esperando a que algo más suceda, ya estábamos en graves problemas como para empeorarlos con nuestro silencio.

-Aja y yo soy el Rey de Paradis. - se burlo Dymytrie, aunque al instante recibió una mirada de advertencia de su jefe.

-¿No son de la superficie? Entonces, explíquenme porque usan la ropa de Capitán Levi y sus amigos, porque las llevan tan impecables y porque ninguno se nos hace conocido. - exigió el líder con un tono más curioso que amenazante.

Comenzaba a creer que más que un líder mafioso, era como nosotros: un niño curioso deseoso de conocer el mundo a costa de lo que sea.

-¿Será porque somos huérfanos que acaban de huir de la casa hogar que nos asignaron? - me atreví a mentir. No era la mentira de antes, pero daba igual, esa señora del mercado y este chico dudo mucho que se encuentren algún día y seamos su tema predilecto de conversación. - Y por lo de la limpieza, a mi parecer ustedes deberían preguntárselos, lucen asquerosos.

Dymytrie dio un paso hacia mi (vaya que se cabreaba demasiado rápido), pero su jefe lo detuvo mientras sonreía divertido. No entendía en lo absoluto lo que pasaba, ¿era nuestro atacante o nuestro amigo?

-De acuerdo, cabecilla...-comento divertido el lider. - Empezamos con el pie izquierdo, así que... Soy Asher, el lider de esta pandilla que le sirve a la RG...

Maldita sea. ¿En qué momento terminamos en manos de la RG? Y, ¿por qué tan pronto? Tenía una pésima suerte.

-¿Con esa presentación se supone que debe llamarte señor o algo así? - pregunto Carla burlona.

Estábamos muertos. Ojalá pudiera decirle a Carla que no empeore la situación, aunque mínimo parecía dejar en claro que no estábamos intimidados por ninguno de los presentes.

-No, pueden llamarme Asher como todos aquí. - explicó el líder sin darle importancia a la burla y, ciertamente, tampoco a Carla. - ¿Y ustedes?

-Ellos son Niggel, Kikyō y Carla. - presente señalando a cada uno con un movimiento de cabeza. - Y yo soy Kai.

-Ya veo... - Asher nos analizó de pies a cabeza. Comenzaba a sentirme en un interrogatorio con un profesional. - Parece que son sus verdaderos nombres, pero no me trago esa historia de que no son de la superficie.

-La verdad es que lo somos. - confesó Kikyō. Le di un codazo que ignoro olímpicamente y siguió: - Pero, al menos, la parte de que somos huérfanos es cierta. Nos escapamos del orfanato y terminamos aquí.

-Eso sí suena creíble. - aceptó Asher, aunque aún parecía tener duda. - Dos cosas: ¿Si huyeron, como consiguieron el dinero necesario para comprar tanta cosa? ¿Y, en segundo, saben de quién es la casa que invaden?

-El dinero lo robamos del orfanato antes de marcharnos. - respondió Kikyō al instante. Si que estaba lista para cualquier pregunta.

-Y la casa es del Capitán Levi, ¿no es así? - dije con algo de duda absolutamente fingida. - Al menos eso diste a entender cuando mencionaste nuestras ropas.

-Cabecilla, no se te escapa ninguna. - celebró Asher poniéndose de pie. - Pero si, es verdad, la casa es del Capitán Levi y técnicamente es un lugar sagrado para algunos de nosotros, así que de nuevo lo pregunto, ¿quiénes son como para creerse en el derecho de invadir el lugar?

Lo último lo dijo ya estando delante de nosotros, dejando ver que decía muy enserio lo de ser un santuario... Aunque, si era miembro de la RG, ¿no debería odiar a mi padre?

-¿Sinceramente? - le pregunté inclinandome hacía el.

-Si. - respondió sin más.

-¿De verdad quieres saber la verdad? - insistí.

-¿De verdad quieren seguir viviendo? - me siguió el juego.

-Pues lo cierto es que no teníamos ni idea de donde estábamos, incluso una señora nos tuvo que salvar de ser asesinados por un loco en el mercado. - respondí mintiendo con la verdad. - Creo que queda claro que por ser de la superficie, no teníamos ni idea de que este lugar era un santuario o algo parecido. Así que, porque no, en lugar de ponerte en el papel de líder rudo e intimidante, nos sueltas y nos dejas ir por piedad a nuestra ignorancia.

-¡Asher! Ni se te ocurra hacerle caso a ese tragavirote, si lo haces el Jefe Sigurd te va a...-advirtió Dymytrie.

-No pedí tu opinión, ¿o si? - le respondió Asher sin dirigirle la mirada siquiera.

Definitivamente entre Asher y Dymytrie había algo más que el clásico respeto-miedo entre jefe y subordinado, era casi una rivalidad de años y un resentimiento oculto. No, era auténtico odio.

-Bien, sueltenlos. - ordenó Asher a sus subalternos.

Algunos dudaron y miraron en busca de la aprobación del escandaloso del grupo, pero al ver la mirada de su verdadero líder, no tuvieron más que hacer lo que pedía.

Una vez libres y de pie, les lance una mirada rápida a mis amigos, con la pregunta silenciosa de si estaban bien.

-Bueno, pues... Kai y compañía, bienvenidos a la Ciudad Subterránea, la capital del crimen. - Asher esbozo una sonrisa genuina que por un momento me recordó a alguien. - Espero que disfruten su estancia aquí, porque ya nunca más podrán volver a la Superficie. Suerte si deciden intentarlo.

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora