Capítulo 5: Tiempo de calidad

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Feliz Navidad amigos, les dejo este regalito; a los que tienen una aburrida cena navideña o siguen en sus camas con esto se pueden entretener

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Conan

—Entonces, ¿cuál es tu respuesta amor? —me preguntó mirándome de reojo con una extensa sonrisa de burla, aún cuando sus ojos me mostraban tanta ternura. —No me has respondido sobre tu collar. —volvió a hablar parpadeando lentamente mostrando un puchero en sus apetitosos labios.

¿Cómo alguien puede ser tan malvada pero verse como un ángel?

Trague en seco, tomando su mentón moviéndola a noventa grados, enseguida también me moví para probar esos labios. Ella me recibió a gusto abriendo sus labios dejándome libertad para hacer inspección completa de su boca.

—Ouch, me mordiste la lengua. —le dije indignado.

Ella me dio una sonrisa burlesca mientras se lamía los labios. —No seas cobarde, que fue suavecito. —me dijo guiñandome uno de sus ojos.

Qué perdición de la que me vine a enamorar.

—Tu teléfono sigue vibrando y me molesta que no pueda poner toda mi atención para besarte. —se quejó haciendo puchero cruzándose de brazos molesta.

—Si por mi fuera podríamos irnos lejos de aquí y olvidarnos de todo. —le dije atormentado del hecho que casi siempre por no decir que siempre éramos interrumpidos en la mejor parte. 

—Me encantaría hacerlo, un día de estos solo los dos vayamos a un lugar donde nadie nos conozca, donde nadie nos interrumpa y donde nadie nos miré. —me dijo mirando con anhelo a los árboles alumbrado y decorados hermosamente.

—Si eso es lo que quieres. —le dije dándole la vuelta para poder mirarla a los ojos. —Lo haré realidad. —afirmé tomando su mano dejando un beso en sus nudillos.

Bajo la luz azulada del lugar, le hice una promesa que no pensaba romper. Acaricie sus mejillas rojas cuál tomate a lo que ella se inclinó para acunarse contra mi mano. —Ahora contesta, que ha sido muy insistente. —me dijo en un suave susurró acomodándose entre mis brazos.

Saqué mi teléfono viendo el nombre de Ran en toda la pantalla, del teléfono de Shinichi, miré hacia abajo encontrando el rostro apacible de Ai. Empecé a acariciar su cabello antes de contestar.

—¿Diga? —conteste acomodándome para rodearla con mis brazos para poder hablar con la pajarita cambia voces.

—¿Shinichi? —me contestó animada Ran. —¿Dónde piensas que estoy? —me preguntó. No me dejó siquiera contestar cuando prosiguió. —¡Estoy en el poblado Kitanosawa, en la prefectura de Niigata! Todos estamos aquí por el festival de la nieve... ¡Asombroso! —soltó de repente.

Fruncí el ceño extrañado. —¿Qué es? —enseguida apreté los dientes al sentir sus labios dejando suaves picos en mi cuello, sentí mis bellos erizarse ante eso.

—La iluminación es tan fabulosa. —comentó extasiada. —Y desde que nieva, ¡todo parece tan mágico! Quisiera que vieras esto tu también, Shinichi.

—A-Ah, s-si. —le dije nervioso tratando de controlar cualquier reacción indebida. —Me... encantaría verlo. —murmuré encantado viendo que alzaba su mirada, sus ojos verdes relucían de forma encantadora ante la luz azul del alumbrado.

Ran tiene razón, parece mágico. 

Besé con suavidad sus labios, Ai se sorprendió pero enseguida pude sentir su sonrisa contra mis labios.

15 minutos de silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora