Capítulo 28

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Yo: Tú no quieres decir nada porque no quieres que se enteren que no sabes leer – deduje – ¿Pero que van a decir cuando se enteren que dejas todos los exámenes en blanco y no apruebas nada? ¿Y de cuando se enteren de que no has pedido ayuda porque eres un orgulloso?

Culebra: Eh, eso es cosa mía. ¿Vale? Tú júrame que vas a mantener la boca bien cerrada.


Me quedé callada.


Culebra: T/n, T/n júramelo.

Yo: Vale, muy bien – dije a regañadientes – Haz lo que quieras. Pero yo no te pienso ayudar hasta que le cuentes todo a Mario y a Jimena, porque no puedes seguir así. Y ya me dirás, como vas a sacar el examen de ahí tú solito.


Lucas pasó por nuestro lado.


Lucas: ¿Qué pasa? – sonrió.


Culebra se quedó mirando la dirección en la que Lucas se fue.


Culebra: ¿Y quién te ha dicho a ti que lo voy a hacer solito?

Yo: Culebra, no. La vas a liar más.

Culebra: No, lo voy a arreglar.

Yo: Mira, haz lo que te de la gana, pero no vas a contar con mi ayuda.


Tras decir eso, lo dejé solo. No es que no quisiera ayudarlo, sino, que todo sería más fácil se le contara todo a Mario y a Jimena, que nos ayudarían sin problemas. Después de las clases volví a casa y estuve toda la tarde con los peques y Leire. Hasta que vinieron Culebra y Lucas.


Yo: ¿Qué ha pasado?

Lucas: Bua, ha sido alucinante. Casi nos pillan. 

Culebra: Bueno, yo cuando he visto salir a Mario por la puerta, casi me da un chungo tío. 

Yo: ¿A Mario? – Culebra asintió – ¿Qué te has transformado en Mario? – le pregunté a Lucas – Pero ¿tú estás loco, o qué?

Culebra: Eh, eh. Déjame al chaval, que ha estado sembrado, eh.


Culebra le dio una palmada en la espalda y Lucas subió.


Yo: Pero vamos a ver. Si Lucas se ha transformado en Mario, lo acabas de hacer cómplice. 

Culebra: ¿Qué cómplice? A ver, he aprobado y ya está. Se acabó. 

Yo: Ya. ¿Y qué vas a hacer en el próximo examen? ¿Salir corriendo también? ¿O qué? 

Culebra: Bueno, ¿qué quieres que haga?

Yo: Pues que le digas la verdad a Mario, a Jimena, y deja de mentir ya a todo el mundo. 

Culebra: Claro, como tú nunca mientas.

Yo: ¿De qué me hablas?

Culebra: Que no le voy a decir nada ni a Mario ni a Jimena. Y punto – dijo dando la conversación por terminada. 


Subió las escaleras dejándome sola. El resto del día estuve con los demás y por la noche me acosté. Al día siguiente hicimos lo de siempre, pero al volver del cole Mario nos llamó a Lucas, a Culebra y a mi. El director le había dicho que por lo visto él había entrado a cambiar las respuestas del examen de Culebra. Y no fue él, fue Lucas transformado en él, pero para el resto fue Mario. Se sentaron Lucas y Culebra en la mesa. Yo me quedé de pie a su lado y Mario enfrente de ellos dos de pie. Hasta que llegó Jimena y entró a la cocina. 


Jimena: ¿Qué está pasando? 


Mario nos miró a nosotros, pero él fue el que se lo contó todo a Jimena, después de contárselo, empezó a echarnos la bronca. Bueno, más bien a ellos dos, yo estaba allí de decoración. 


Mario: Es que si me denuncian, o sea, si denuncian a Mario Castillo, se van a dar cuenta de que Mario Castillo no existe. Y entonces se acabó todo. 

Culebra: Ya pero si yo suspendía también estaríamos jodidos. ¿Qué queríais que hiciera? 

Jimena: Estudiar.

Mario: Eso. Que no has aprobado ni un solo examen desde que llegamos, hijo.


Culebra me miró y yo lo miré a él, dándole a entender que les dijera toda la verdad.


Jimena: Por tu falta de esfuerzo, estamos a punto de convertirnos en fugitivos.

Lucas: Yo, lo siento. 

Mario: ¿Tú? Tú mejor cállate, anda que... ¿Pero como os lo tenemos que decir? Que no utilicéis vuestros poderes a lo loco, que nos podéis buscar la ruina. 

Yo: Bueno, a ver. Mario, tranquilízate. Porque seguro que podemos hacer alguna cosa, ¿no? 

Rosa: ¡Hola! – se escuchó a Rosa hablar al otro lado de la puerta del patio. 

Mario: Por lo pronto poner un foso con cocodrilos en el patio – susurró – ¡Rosa! – se acercó a ella

Rosa: Mario – Jimena también se acercó a ella – Yo me he enterado de todo. 

Mario: No me digas.


Nosotros tres nos pusimos detrás de ellos.


Rosa: Pues claro, soy presidenta del A.M.P.A. 

Jimena: Sí, lo sabemos. Pero no estamos ahora para discursos institucionales.

Rosa: Yo solo quería deciros que me parece que se está cometiendo una injusticia muy grande.

Mario: ¿Ah sí?

Rosa: Pues claro que sí. No me creo para nada que tú hayas falsificado un examen. Vamos, que tengas un hijo medio delincuente no significa que tú lo seas, ¿si o no? 

Mario: Ah, pues muchas gracias. 

Rosa: Así, tal cual se lo pienso decir a los otros miembros del consejo. Así que vosotros no os preocupéis que tú mañana sales absuelto.


Nosotros tres nos miramos sonriendo.

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora