11.

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Ya habían pasado 11 meses, en el último mes no había escuchado ni una sola palabra de la chica y se lo tenia bien merecido, la había tratado pésimo, quizá si era lo mejor dejarla libre.

Incluso las palabras con Yamaguchi habían sido cortas, él era una buena persona como para seguir hablándole, pero no iba a perdonarlo hasta que él no se disculpara y le contara sus problemas.

Y eso haría, ¿qué más daba? Al menos no quería perder a la única persona que realmente consideraba su amigo.

Finalmente él y Yamaguchi se encontraron para hablar, en una banca simple algo alejada de la escuela, no podían irse muy lejos pues tendrían un último entrenamiento antes de jugar contra el Shiratorizawa

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Finalmente él y Yamaguchi se encontraron para hablar, en una banca simple algo alejada de la escuela, no podían irse muy lejos pues tendrían un último entrenamiento antes de jugar contra el Shiratorizawa.

Le dolió el corazón de solo recordar esa escuela.

—¿ya me contarás que te sucede?— el rubio suspiró.

—¿recuerdas a la chica de la que Kageyama nos habló? Hm... ella es mi alma gemela.— la cara de Yamaguchi era un poema, de había paralizado... ¿cómo era posible que eso pasara?

—¿me estás diciendo que tú alma gemela es la misma chica de la que Kageyama nos ha hablado tanto?— él asintió.

—Demonios.—

El rubio cerró sus ojos, tratando de encontrar las palabras para describir como se sentía, sabiendo que no podría expresar todo con la claridad que desearía.

—Lo sé... yo, la he tratado como una mierda y lo digo realmente en serio. He sido tan grosero con ella, ¡ni siquiera sé su nombre! Lo peor es que hace poco ella se sentía mal y en vez de por primera vez demostrarle que me interesa, lo único que hice fue decirle que desapareciera de mi vida de una vez por todas y desde entonces no me habla.— tras sus palabras recibió un zape por parte de Yamaguchi, haciéndole quejar.

—¡eres un idiota! Ella es con la que estás destinado a estar y aunque no lo creas encontrarte con tu alma gemela es el sentimiento más hermoso que puedes sentir, cuando tomé la mano de la mía yo... juro que me sentí en el paraíso.— escucharlo decir eso solo lo hacía sentir más culpable, la extrañaba.

—Sé que soy un idiota y ni siquiera tengo las palabras para pedirle una disculpa. ¿Qué se supone que le diga si la he rechazado durante casi un año? ¿Le digo que estoy perdidamente enamorado de ella y de cada pequeño detalle que me ha contado sobre ella aún cuando he sido un idiota y nunca le he respondido? Joder, estoy perdido.— y ahí estaba, llorando, llorando por no saber que hacer y maldiciéndose por no ser capaz de decirle lo que siente a ella.

—No puedes actuar ahora como si ella te importara solo porque ella ya no quiere saber más de ti, Tsukki.— dijo el pecoso, mirando con pena a su amigo.

—Yamaguchi, ese es el problema... ella me importa.—

I don't want to be your soulmate. || Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora