Fine.

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Después de ese partido la mente de Tsukishima había dado un pequeño vuelco, al sentir esa calidez de nuevo en corazón de dió cuenta de que por fin volvía a amar el voleibol. Pero también se dió cuenta que quería recuperar otro tipo de calidez, la calidez de ella.

Estaba decidido, en cuanto llegara al gimnasio iría con Kageyama y le preguntaría su nombre, después saldría corriendo a buscarla y le confesaría sus sentimientos.

Era el plan perfecto

O eso creía.

. . .

Tal como lo planeó después de clases fue directo al gimnasio, buscando a Kageyama hasta encontrarlo en una esquina bebiendo agua y estirando. A pasos apresurados fue hasta él y sin más rodeos preguntó por ella.

—La chica del Shiratorizawa, ¿cómo se llama?— el pelinegro quedó confundido.

—¿por qué te interesa?— respondió firme y con cierto desprecio, inconscientemente estaba celoso.

—no te importa, rey. Solo dime como se llama y te dejaré tranquilo.— el contrario soltó una risita, un poco brusca y de la misma forma se acercó hasta él, quedando bastante cerca.

—dime porqué o no te diré nada.—

Ya bastante desesperado Tsukishima no tuvo de otra más que decirle la verdad.

—¡Porque ella es mi alma gemela! Joder.— su grito se escuchó por toda la cancha, los demás presentes se quedaron congelados, varios estaban de chismosos así que se quedaron aún peor sabiendo de quién se trataba.

—no me jodas...— dijeron Tanaka, Nishinoya y Hinata a la vez, mirando todo desde cierta distancia.

—¿qué ella que?— cuestionó igual de sorprendido que los demás, aunque pronto se volvió un manojo de rabia y tomó a Tsukishima por el cuello de la camiseta.
—¡así que tú eres el idiota! Joder, ¿por qué no me sorprende? La vez que la conocí estaba espiando el entrenamiento, jamás relacioné a qué tu fueras el idiota con el que fue juntada. Mierda, ni yo fui tan idiota como lo fuiste tú con ella.— Tsukishima no decía nada, realmente se merecía el regaño.

Kageyama lo tiró al piso y desde lejos se podían ver sus venas sobresaltar y la ira saliendo en cada palabra.

—¿Sabes cuántas veces la tuve que ver destrozada porque su alma gemela ni siquiera podía saludarla? Mierda. ¿Sabes cuántas putas veces estuvo temblando mientras lloraba por lo que le dijiste esa vez? No te imaginas ni un poco lo mucho que la hiciste sufrir.
11 meses, 11 putos meses en la que la hiciste sentir una puta mierda ¿y ahora quieres saber su nombre? Para una mierda, no te lo voy a decir. Joder, incluso ella le pidió clases de voleibol porque quería que la quisieras y coño, ¿cómo fui tan tonto para no darme cuenta que se trataba de ti? No voy a permitir que luego de tanto vayas con ella y la ilusiones.—

Tsukishima se hartó y rápidamente se levantó para ser él quien ahora tomaba al otro por el cuello de la camiseta.

—Escucha, Kageyama. Sí te estoy pidiendo su nombre es porque quiero disculparme. Sé lo que hice, créeme que lo sé, por eso quiero saber quién es ella y disculparme.—
Kageyama se limitó a reír sarcásticamente y mirarlo con rabia.

—ella no te merece.—

—A la mierda, ¿y a ti sí?— en ese momento Kageyama comprendió las cosas y soltó un buen golpe en la mejilla de Tsukishima.

—¡ERES TAN IDIOTA! Todas las putas veces en las que hablé de ella y te ibas enojado, ¿fue por eso? ¿Fue por qué estaba celoso?—
Tsukishima asintió, suspirando.

—¡ERES UN IDIOTA!—

—¡Ya entendí, joder.—

—Tsukishima, ella no me gusta.—

Y esas palabras dejaron a un Tsukishima helado, sintiéndose un idiota y queriendo irse a llorar.

¿Cómo pudo ser tan idiota?

—sí tan sólo te hubieras quedado a escuchar cuando terminaba de hablar de ella te habrías dado cuenta que ella me ayudó a conocer a mi alma gemela y que después de la primera vez que mencioné a la chica del Shiratorizawa, de la única que hablaba era de MI chica, no de la tuya.—

Ahora se sentía más idiota.

—Tsukishima, su nombre es _______. Espero no me hagas arrepentirme de habértelo dicho. Que ella no me guste no signifique que no me importa, la quiero, como una amiga, pero la quiero y jodido idiota, sí sé que la hiciste llorar de nuevo, te voy a golpear peor.—

Por fin supo cómo se llamaba y todos tenían razón; su nombre era precioso.

Estaba por salir corriendo a buscarla, pero Kageyama lo detuvo, no lo había hecho sufrir lo suficiente.

—aquella vez, esa en la que le gritaste que no querías saber de ella. ¿Sabes cuál fue la razón por la que había tenido una pésima semana?— el rubio negó.

—Alguien importante para ella había terminado grave en el hospital. Joder, ese día ella solo quería tu consuelo, consuelo que no le diste y en cambio la dejaste peor.—

Ahora Tsukishima sí estaba llorando.

Eso sorprendió a quienes seguían viendo y no se habían metido en la discusión, todo era simplemente irreal.

—Ve con ella, anda.—

Sin perder más tiempo corrió como nunca hasta llegar al Shiratorizawa, a lo extra que le comentó Kageyama ella era manager del equipo de voleibol, así que estaría con ellos.

Mientras se iba acercando a aquella escuela su corazón latía como loco, estaba nervioso, demasiado nervioso, incluso "demasiado" se quedaba corto con lo que sentía en este momento. Eso sumado al miedo que sentía, las últimas palabras de Kageyama lo habían dejado así.

"—Hey y ten cuidado con Ushijima, él te odia.—"

Tragó saliva y decidido entró a aquel gimnasio, recibiendo las miradas de todos, pero una en especial lo había dejado helado.

Era ella.

I don't want to be your soulmate. || Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora