. . .

1.1K 83 3
                                    

Sus bellos ojos parecían perforarle el alma, su mirada tenía una mezcla de nostalgia y tristeza al verlo, comenzaba a arrepentirse de haber venido.

Quiso hablar pero rápidamente sintiendo como era empujado contra una pared, mirando qué era Ushijima quien lo había dejado en tal posición. Se lo esperaba.

—¿qué mierdas haces tú aquí?— la rabia que había en el cuerpo atlético del contrario era indescriptible, aún peor que la de Kageyama, pero no tanta como la que poseía un joven de cabello gris claro, él sí daba miedo y juraba ver un aura negra rodeándolo y sus ojos rojos de furia.

—No queremos que pides este gimnasio, mi esta escuela, así que vete.—
Tsukishima suspiró, no sabía cómo librarse de dos hombres tan jodidamente enojados y que claramente lo odiaban.

—Quiero hablar con ella.—

—No vamos a permitirlo.— brincaron el castaño y el peligris casi al mismo tiempo, siendo el primero quien estaba por echarlo hasta que una suave voz lo detuvo.

—Está bien, Ushi. Déjame hablar con él.—

Mentiría si no dijera que su voz le devolvió la calidez que estaba buscando.

Pero no debía ilusionarse, aún no la recuperaba.

—Bien, pero si te hace algo solo llámanos y nos encargaremos de él.— ahora fue el peligris quien habló, acercándose a ella para dejar un beso en su frente.

Se puso celoso por eso.

Luego de aquella escena ambos salieron del gimnasio y se alejaron un poco, la chica sabía que sí se quedaban cerca sus amigos estarían escuchando la conversación y prefería ahorrar una pelea.

—Hola, Tsukishima.—

En ese momento el mundo dejó de girar para ellos, el mundo dejó de existir y ahora solo eran él y ella.
Ambos se miraban como si fuesen a morir después de ello, ninguno había hablado después de ese saludo pero de alguna forma sus miradas hablaban por sí solas.

Estaban conectados.

yo... ni siquiera sé cómo empezar a disculparme por toda la mierda que he hecho y créeme que comprenderé si no me quieres perdonar y si deseas que desaparezca de tu vida, me lo merecería.
Pero, aún así quiero disculparme contigo, yo... todas esas veces en las que te traté mal fue porque no me encontraba bien y solo exploté y sé que eso no es una excusa, ni busco justificar mis actos tan horrendos. Tan solo quiero decirte que lo siento, quiero, quiero hacerte saber que en ningún momento he lamentado que me haya juntado contigo. Ni un solo segundo desde que te conozco he querido alejarme de ti y sé que no lo parece, no me creería si fuese tú y me costó mucho darme cuenta que estaba perdidamente enamorado de ti, me costó en serio. Me costó darme cuenta de que estaba enamorado de tu voz, de cada pequeño detalle que me hacías saber, incluso de tus pequeños chistes que rebién ese tono coqueto que es tan característico en ti y tardé, tardé demasiado en darme cuenta que te necesitaba, me tardé en admitir que era una tortura el no escuchar tu voz antes de dormir y no sabes lo mucho que me arrepentí de haberte dicho eso la última vez. Me arrepiento de haber sido un tonto que dijo eso, me arrepiento de no estar para ti cuando más me necesitabas y en serio quiero compensarlo.— hablaba con tanta prisa que jadeó en busca de aire y cuando apenas se recuperaba recibió una buena cachetada en su mejilla.

Sí que pegaba duro, seria buena rematando. ¿Ushijima le habrá enseñado a golpear así?

¿crees que viniendo a decirme todas esa cosas lindas voy a perdonarte? Eso no puede reparar la agonía que me hiciste sentir durante tanto tiempo, esas palabras no pueden reparar mi corazón roto y mucho menos pueden mejorar mis recuerdos y todas las lágrimas que derramé por ti.— la chica lloraba, lloraba a mares y él solo quería abrazarla, decirle que ahora estaría ahí para ella y que no volvería a lastimarla, pero no era el momento.

—Tsukishima, me hiciste mucho daño. Y lo peor de todo es que nunca pude odiarte y hasta ahora no he podido dejar de quererte.— escucharla decir que lo quería fue... cálido. Fue un abrazo el corazón que lo hizo olvidar el ardor en su mejilla, ahora se sentía cálido...

Ella lo hacía sentir cálido.

aceptó tus disculpas, Tsukishima. Pero no esperes que vuelva a confiar en ti de la noche a la mañana y mucho menos esperes que me lance a tus brazos aunque muero por hacerlo y y tampoco esperes que te ves aún cuando me estoy muriendo por besarte y decirte lo mucho que me gustas y y y-

Pronto fue interrumpida por unos suaves labios que atrapaban los suyos en un cálido beso. Al principio ambos se quedaron quietos, como si estuvieran temerosos de las reacciones del otro, pero pronto sus corazones decidieron actuar por sí solos y el beso tomó fuerza, ahora el beso transmitía necesidad y amor, derrochaba amor todos lados.

Y de nuevo estaba ahí, se sentía cálido.

Ella lo hacía sentir cálido.

El beso finalizó por falta de aire con dos adolescentes suspirando bajo el calor de ambos, aún manteniendo los ojos cerrados.

—yo también me moría por besarte.—

Por fin ambos se miraron a los ojos, sabiendo que estaban destinados a estar juntos y que ahora ninguno huiría de su destino.

Al final de cuentas ambos se amaban y eso era lo que importaba.

I don't want to be your soulmate. || Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora