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— Se suponía que esto debía ser una misión simple. — Illumi susurraba, mientras volteaba una mesa para protegerse de las cartas que se clavaron con un ruido sordo en la madera. <<Así no es como se supone que debía ser>> — Algo fácil, sin desastres.

Se deslizó agilmente detrás de la mesa volteada y lanzó unas agujas, que Hisoka detuvo con su nen. Ambos estaban mortalmente serios, concentrados en acertar golpes al contrario. <<¿Por qué nunca puedo decir algo que está bien?>> — ¿Desde cuándo dejé que este problema creciera tanto que sus raíces han estado inundando mi mente y dejando sombras en mis pensamientos?

<<Solo quería que las cosas volvieran a la normalidad>>

Illumi sentía que su garganta se cerraba, no sabía que era lo que quería salir de allí. Pero era doloroso, sofocante. Presionaba su pecho como una roca enorme.

— Todo siempre ha sido tan claro, simple, perfecto. Hasta ahora.

<<¿Qué hice que está tan mal, en primer lugar? >> — ¿Cómo es que no note a la tormenta formarse? — <<¿Nunca estuvo claro>>

Sintió que una botella se estrelló contra su cabeza, interrumpiendo el torrente de pensamientos, susurros y agujas lanzadas. Cuando levantó la cabeza, tres cartas se dirigían hacia él como balas, a las que esquivó curvando su espalda hacia atrás.

— ¿Qué hago con esto? — <<¿Por qué todos se van?>> El recuerdo de la espalda de Killua, alejándose sin mirar atrás, le causó un nudo en la garganta que necesitaba deshacerse. Pero Illumi no sabía cómo. Así que solo intentó no ahogarse por el enorme peso en su pecho que parecía cortarle la respiración, un peso que no sabía de donde provenía pero que inexplicablemente estaba ahí.

El rostro de Hisoka apareció de repente frente a él, el peso invicible en su pecho fue sustituido por el peso del pie de Hisoka hundiendose en su tórax y estrellandolo contra el piso. <<Doy lo mejor de mí, hago lo mejor que puedo.>> Illumi agarró el pie de Hisoka con fuerza, el alfa preparando otras cartas para lanzarselas.

Illumi sintió que algo se rompía, que él se rompía, en trozos, en pedazos que nunca encontrarían donde encajar. Su celo tan cercano hacía que sus emociones y sentimientos corrieran a través de él como un río imposible de detener. <<Nunca es suficiente.>> <<Nunca es suficiente.>> <<¿Qué hago?>> Recordó el beso que Hisoka le había dado en la mejilla. La calidez, su corazón latiendo acelerado. Prefería ese sentimiento desconocido a la angustia que en ese momento no lo dejaba respirar, que hacía de su mente una maraña incontrolabre de pensamientos destructivos. <<Nunca es suficiente>> <<¿Qué hago?>> Recordó la figura de espaldas de su padre, y a su madre diciendole algo, evoca perfectamente el como la voz de Kikyo en aquella etapa de su adolescencia le había parecido un cuchillo que se empeñaba en diseccionarlo por partes, en descuartizarlo hasta los cimientos y no dejar de él nada más que una muñeca vacía. Un Zoldyck perfecto. ¿Qué le había dicho su madre ese día? Ah, ya lo recuerda: <<Nunca es suficiente.>>

<<Siempre se rompe en mis manos sin previo aviso.>> Porque para eso lo habían preparado. Para ser un destructor, un asesino. <<¿Qué hago?>>

Hisoka pareció haber notado algo en él, por lo que por un segundo dudó en si arrojar sus cartas o no. La voz de su madre susurraba en su oído: << No puedes permitirte ninguna distracción.>> Aquello pareció una orden, que activó mecanismos de un pasado terror por todo su cuerpo, agarrando el pie de Hisoka y abalazandose hacia él.

<<No, yo quiero...>>

Sangre roja cayó en el suelo del bar.

En La Oscuridad (HisoIllu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora