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Yibo miraba de manera desesperada su reloj, tenía solamente veinte minutos para llegar a la exposición de su hijo. Tenía todo planeado, llegaría a la oficina, firmaría los papeles que tenía que firmar, se lo dejaría a su secretaria para que ella los entregará, después iría a la casa a cambiarse y pasaría recogiendo a su esposo para ir juntos a la reunión, pero este simplemente no era su día. Justo hoy llegaron dos inversionistas que insistieron e insistieron en reunirse. Así que los recibió y ahora estaba allí atrapado en una reunión que se estaba tornando demasiado importante.

— Señores—. Interrumpió Yibo al encargado de explicar las propuestas que tenía su nuevo posible socio... O posiblemente ya no sea su socio después de lo que está a punto de hacer.

— Díganos, señor Wang, ¿no le están gustando las propuestas? — Cuestionó el anciano Yang. Un tiburón en la industria, sin duda alguna, miles de empresas se mueren por tenerlo como socio, pero el viejo Yang era malditamente selectivo. Él no hacía negocios con cualquiera. Y él estaba a punto de hacer lo que sería catalogado como la mayor locura en la faz de la tierra.

— No, no, todo está perfecto, demasiado a mi parecer.

—¿Entonces qué le hizo detener la junta?

— Pues es que faltan quince para las cinco.

— Y...— Cuestiono con una clara mueca de confusión—. Sea más claro, por favor, señor Wang.

Yibo compuso su postura, alineó sus hombros, levantó su mentón y soltó un suspiro. Dio una mirada a su reloj.

— Bien, hoy tengo una reunión para padres en la escuela de mi hijo, y necesito estar allí a las cinco.

— Ay, pero señor Wang, eso puede esperar. Cuál es la necesidad de posponer una reunión importante por algo tan banal—. Dijo haciendo un gesto vago con su mano.

Yibo tuvo que contener el bufido de incredulidad y molestia que estaba por salir.

— Bien, CEO Yang, para usted puede ser banal, pero es mi hijo—. Recalcó con fuerza— el que va a exponer para su padre y para mí, ¿usted tiene idea de lo mucho que mi hijo se preparó para esta exposición? Para que yo vaya y no me presente. Tiene de dos o posponemos la reunión para mañana en la tarde o no hay trato.

— ¿Si sabes cuantas personas quisieran tener esta oportunidad, muchacho? — El viejo Yang no mostraba ningún signo de molestia, era más un semblante lleno de calma. Una calma desesperante.

— Sí, claro que lo sé, ¿pero tiene usted una idea de lo que mi hijo de ocho años va a sentir cuando no me vea allí para él? Además...— Antes de continuar su celular sonó.

"Hola"

"¿Yibo, estás por venir? Acabo de cancelar dos citas, pero estamos quedando cortos de tiempo. Confírmame si vas a poder venir por mi o tomo un taxi".

"No te preocupes cariño, voy saliendo".

"Bien, te espero, te amo".

"Yo también, no tardó".

Yibo colgó la llamada, tomó su saco bajo la mirada de todos los presentes que estaban en la enorme sala.

— Si me disculpan, mi hijo y mi esposo me esperan.

Sin más que decir, salió de la sala.

— Señor Yang, no va a decir nada—. Le cuestiono su secretaria.

— Habla con la secretaría de Yibo y pasa la reunión para mañana—. Abotonó su saco, les dio una mirada a los empresarios pasmados en la mesa—. Señores, nos vemos mañana, mi esposo me espera para cenar.

Yibo a pesar de querer conducir hasta donde el pedal le dé, no quería ocasionar un accidente y no llegar a tiempo a la exposición. Lástima que no todos pensaran igual que él.

Un grito fuerte se escuchó, Yibo dirigió su mirada a lo que lo ocasionó. Un camión grande venía directo a su carro, el chofer al parecer estaba dormido. No, definitivamente Yibo no iba a morir, no hoy. Así que viendo que la calle estaba vacía y que no tenía carro atrás, retrocede hasta donde pudo, ante sus ojos vio como el camionero se despertaba de un salto y de alguna manera logró frenar el enorme camión ocasionado un chirrido.

La adrenalina corrió por su cuerpo haciendo que sus sienes palpitaran de manera acelerada.

Echó su cabeza hacia atrás y soltó un suspiro de alivio. Definitivamente, hoy no iba a morir. El señor que conducía el camión bajó y trotó hasta el auto de Yibo. Cuando vio a Yibo con la respiración agitada, soltó un suspiro.

— ¡Por la bendita madre del cielo glorioso celestial de los montes eternos! — Exclamó el señor—. ¡Gracias a la bendita florecita hermosa de los cielos, que estás vivo! Lo siento mucho, de verdad, lo lamento

Yibo le quitó importancia, incluso el señor intentó acordar algún tipo de pago por los posibles daños, pero Yibo se negó, se dieron una corta despedida para después cada quien irse por su lado.

Cuando estaba llegando a la tienda de su esposo, suspiro por milésima vez al verlo apoyado en un poste de luz. Xiao Zhan se separó cuando divisó la camioneta de su esposo. No le reclamaria nada hasta que Yibo le explique el motivo de su tardanza, tenían cuatro minutos para poder llegar a la escuela.

— Entonces... Por qué te...

— Casi me chocan.

Le acorto la pregunta Yibo, Xiao Zhan abrió sus ojos.

— ¡¿Qué casi qué?!

— El chofer venía dormido, yo no lo vi, alguien gritó, retrocedí, y no pasó a más. Estoy bien cariño, estoy bien.

Después de tranquilizar a su esposo, retomaron el camino hacia la escuela. Milagrosamente, lograron llegar a las cinco y veinte, rogaba internamente que su hijo todavía no hubiera pasado. De manera apresurada tomaron asiento en las sillas asignadas y escucharon la presentación del pequeño hyungwon, quien para finalizar dijo:

"Para mí el amor es cuando el perro de mi vecina nada en la piscina conmigo". Las diapositivas comenzaron a pasar mostrando fotos del pequeño y el perro nadando.

Todos aplaudieron, mientras el pelinegro desaparecía del escenario.

— Ahora sigue el pequeño Wang Jackson—. Anunció el maestro de ceremonia.

El niño salió de la parte trasera de la cortina roja, dio un rápido vistazo y saludo con su mano a sus dos progenitores que le devolvieron el saludo con ternura al ver a su hijo tan emocionado.

Era hora de saber que había preparado Jackson.

The Love is... - (YIZHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora