Hacía una semana que había despertado del coma y todos estaban raros y nuevos, pero a la vez felices de que yo volviera a la vida cotidiana.
Yo no lo estaba. Quería a Hazel conmigo.
Me encontraba aún en el hospital, con un pijama extraño, blanco y una mujer vestida de policía, hablándome.
─ El señor Clyde ya está en manos policíacas, no tienes nada de qué preocuparte, Aaron.
─ ¿De dónde vino la llamada? ─ inquirí.
─ No lo sabemos ─ ella se encogió de hombros ─. Fue anónima y no se puede rastrear.
─ Gracias, te puedes retirar.
Esta hizo lo que le pedí, y recosté mi cabeza sobre la pared. Necesitaba ver a Hazel, porque estaba enamorado de ella, en verdad. Anhelaba ver su brillante, sedoso y largo cabello rubio todas las mañanas, y sus ojos azules turquesas con un toque ligeramente verdoso, que llamaron mi atención desde el primer día que cruzamos miradas, cuando nos hablábamos, peleábamos o llegábamos a otros extremos más clandestinos. Anhelaba ver su figura pequeña, esbelta y atractiva, en un vestido costoso, dando vueltas por el castillo, apreciándolo todo. Anhelaba su sonrisa. Anhelaba hablarla, abrazarla, besarla... La anhelaba.
─ ¡Myri! ─ grité.
─ Dígame, Aaron ─ Myri se presentó allí, como siempre hacía.
─ Llama al doctor, por favor. Quiero empezar mi terapia.
─ ¡Pero debe descansar! ─ Ella estaba atónita, como si hubiese dicho que quería matar a toda su familia.
─ Tengo cosas que hacer, por favor...
─ De acuerdo... ─ ella asintió y se marchó a buscar al susodicho.
Puse la televisión, para matar el rato que estaba solo mientras Myri buscaba a mi doctor. Se encendió y se puso por inercia el noticiero.
─ ¡Ya van cinco días desde que el rey Aaron despertó del coma! ─ Esta cargaba un micrófono en sus manos ─. Llevan muchos avances desde entonces ─ esta era expresiva, al igual que lo era Hazel, y eso me entristeció ─. El sospechoso, Clyde Ferguson, aún se sigue negando a hablar con la policía ─ maldecí en mis adentros por haber oído ese asqueroso y repugnante nombre ─. Y por último, ¡la reina Hazel aún está desaparecida! Muchos llegan a pensar que está muerta ─ muerta... Hazel no podía estar muerta. Ella me ayudó el día que me dispararon. Aunque ya había pasado mucho tiempo. No me imaginaba una vida sin Hazel, en absoluto.
Apagué la televisión, no terminé de ver el programa. Me llevé las manos al cabello, frustrado. El doctor pasó y yo le recibí con una mirada vacía.
♕♕♕
Estaba en la puerta de una sala muy extraña y bastante terrorífica, en la cual Clyde estaba allí con una vestimenta rara, y un policía, investigador, juez o lo que mierda fuese, hablándole con desprecio y hartazgo. Esa sala estaba en una cárcel, aunque no entendía nada, ya que mi mente solo se limitaba a un nombre.
Hazel.
─ Hoy sí hablarás, ¿verdad? ─ El hombre de traje le espetó seco a Clyde. Este, por el contrario, estaba sentado en una silla, con los brazos sobre la mesa redonda y una expresión vacía. Él no dijo nada, solo sonrió con picardía ─. Mira, amigo, estoy a punto de usar los golpes.
Él estaba frustrado y se notaba a kilómetros.
─ Torturadme si queréis. ─ Clyde sonreía pícaro y juguetón. Y tanto que juguetón. Se las jugaba conmigo, que no era bueno en absoluto ─. Yo solo hablaré con el rey en frente de mí.
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¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©
Novela JuvenilCanadá, un bonito país, una buena realeza y un futuro rey de veinte años condenadamente guapo. Aaron debe buscar una esposa para convertirla en reina con él, allí es donde conoce a Hazel. Una campesina de apenas diecinueve años que es obligada por s...